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La unidad no tiene santo para rezarle

Este segundo semestre que comienza será una guerra de tronos sin precedentes, en la cual cada quien querrá imponer su relato político. El relato suyo, señor presidente Santos, es el de los acuerdos de paz, no deje que se los vuelvan trizas.

Javier Gómez, Javier Gómez
11 de julio de 2017

El presidente Santos entra en su último año de gobierno más debilitado que nunca en términos políticos. La cacareada Unidad Nacional explotó en pedazos y las exiguas arcas del estado no le alcanzarán para recomponer el camino.

Cuando todo parecía sonreírle al presidente –firma del acuerdo de paz, premio nobel de paz y la guerrilla más importante del país desarmada- el último año que le espera estará lleno de espinas, desencuentros y, además, la capacidad de maniobra, prácticamente nula.

Recientemente, en una entrevista Santos reconoció que “La Unidad Nacional comienza a resquebrajarse (…) mantener la colación será difícil”, entonces ¿qué le queda al primer mandatario? Podríamos aventurar dos salidas:

La primera, la obvia, procurar que las mayorías en el Congreso no se le diluyan y decantar los apoyos sinceros a la implementación de los acuerdos de paz. Para lograrlo tiene que echar mano de la capacidad orgánica del estado (la burocracia) para mantener los votos necesarios que le den un tránsito normal a los proyectos fastrack.

Y la segunda, así de escueta: cerrarle el grifo a quienes hoy saben que necesitan del poder burocrático para realizar sus campañas electorales. Este segundo semestre es crucial para quienes aspiran volver al Congreso, son los meses de la consolidación de apoyos y compromisos con sus electores. “¿El poder para qué?” Se preguntaba Echandía, un patricio de su partido. Pues bien presidente Santos hágase la misma pregunta y resuelva.

El otro obstáculo del presidente Santos es encontrar un relato para superar el reto que se le avecina por cuenta del Fiscal General de la Nación que hoy funge como el palo en la rueda del acuerdo de paz. Néstor Humberto Martínez (NHM), enfrenta una crisis orgánica sin precedentes en la institución que lidera: corrupción y falta de voluntad política para resolver sonados casos en que incluso, según el Senador Robledo, el propio NHM está inmerso. El Fiscal está haciendo política a favor de su jefe natural Germán Vargas Lleras, y Santos lo sabe.

Dicho lo anterior, es ahora cuando el Presidente debe asumir las riendas de la administración y poner de presente las contradicciones de Cambio Radical, partido de su exvice, que mientras promueve modificaciones sustanciales a la implementación de los acuerdos, en consonancia con el Fiscal NHM, ostenta una carga burocrática que incomoda a los demás miembro de la Unidad Nacional.

Santos no puede ser, en este último año, un presidente decorativo, complaciente, observando pasivamente desde su silla presidencial cómo los enemigos de la paz le quieren imponer cambios al único legado que dejará en sus ocho años de gobierno: la paz con las FARC. Pero además, por cuenta de esos enemigos, dejarse estampar la impronta del “rey del incumplimiento”.

Este segundo semestre que comienza será una guerra de tronos sin precedentes, en la cual cada quien querrá imponer su relato político. El relato suyo, señor presidente Santos, es el de los acuerdos de paz, no deje que se los vuelvan trizas.


@jairotevi

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