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Ruedas sueltas

Si Santos y Uribe no aprietan las tuercas, el expresidente y el presidente que han sido el centro del acontecer político de los últimos años saldrán damnificados del ejercicio electoral

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
25 de febrero de 2017

Los modelos de liderazgo de Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez están teniendo su máxima prueba de fuego por estos días. Ambos dirigentes, tan distantes, tan políticamente opuestos, enfrentan, sin embargo, situaciones similares en sus respectivos equipos de trabajo.

Al Santos delegador, que despreció siempre la microgerencia, le están metiendo goles los ministros en sus propias narices. El de Minas le provocó una rebelión de mandatarios regionales por cuenta de la sobretasa a la gasolina y el ministro del Interior está promoviendo una reforma política con la que ni el propio presidente está de acuerdo. Todo esto, sin contar con que Santos tiene todavía de vicepresidente a un candidato que en las últimas semanas ha resuelto dispararles a sus colegas, causarle problemas con Venezuela y que, en breve, radicalizará su discurso para acercarse a la derecha y no tendrá reparos en ese camino para cuestionar las políticas esenciales de un gobierno del que sigue haciendo parte.

Pero hay otras ruedas sueltas: su ministro de Agricultura también está en plan de campaña, su ministra de trabajo ve la cartera que dirige tan solo como un premio de consolación si no encuentra espacio en la contienda presidencial y la canciller es hoy por hoy más leal con el samperismo que con su actual jefe.

Por su parte, a Uribe las ruedas sueltas también se le pueden volver un serio dolor de cabeza. Su excomisionado de paz Luis Carlos Restrepo introduce de tanto en tanto el caos dentro del partido con las cartas que manda y las directivas del Centro Democrático van por su lado ante la falta de señales nítidas del expresidente que por andar embolatado con el twitter, se olvida a veces de que la política se hace con la gente de carne y hueso.

Su exasesor estrella y hoy senador de la República, José Obdulio Gaviria, se le anticipó para decir que si el Centro Democrático llegaba al poder, los acuerdos de paz se echarían para atrás. Uribe tuvo que salir a recoger esa declaración y hablar de modificaciones, pero no de revocar los acuerdos.

Y ni hablar de lo que está pasando con los tres huevitos. Mientras Zuluaga sigue tratando de explicar sus relaciones con Odebretch, Iván Duque avanza por su cuenta sin saber hasta dónde lo dejarán llegar, y Carlos Holmes Trujillo hace su propia campaña sin que haya consenso en lo elemental: cómo se elegirá al candidato único, cuándo se hará y si habrá respaldo de los dos perdedores al ganador en el uribismo.

Al final, si Santos y Uribe no aprietan las tuercas, si no son capaces de retomar el liderazgo que están perdiendo y si las ‘ruedas sueltas’ de cada cual siguen haciendo de las suyas, el expresidente y el presidente que han sido el centro del acontecer político de los últimos años saldrán damnificados del ejercicio electoral y tendrán un lánguido final compartido mientras los independientes, si de verdad se unen, pueden estar viviendo un silencioso repunte entre la gente.

Lo cierto es que cuando la carreta tiene las ruedas sueltas, el estrellón es prácticamente seguro…

Twitter @JoseMAcevedo

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