Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN ON-LINE

El juicio y la política exterior brasilera

El juicio a la Presidenta Rousseff y las circunstancias que lo han rodeado, podrían implicar para el Brasil la cancelación definitiva de su aspiración a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
16 de mayo de 2016

El día en que Fernando Color de Mello tomó posesión como presidente del Brasil en 1990, en una alocución ante el cuerpo diplomático e invitados especiales, expresó que su país no quería ser “ni cabeza de ratón ni cola de león”, sino “cabeza de león” en el entorno internacional. La expresión estaba en armonía con lo que el secretario de estado norteamericano Henry Kissinger, con ligereza había manifestado en el sentido de que “para hablar con América Latina, es suficiente hablar con Brasil”.

Dos años después Collor, en un caso similar al de Dilma Rousseff, se vería obligado a renunciar en medio de una crisis generada por un desastroso manejo económico y la corrupción de funcionarios de su gobierno.

Brasil desde entonces se empeñó en lograr una reforma de la Carta de las Naciones Unidas, orientada en forma especial al incremento de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y específicamente a constituirse en uno de ellos. Tres estados más, con el apoyo de los Estados Unidos, de  Gran Bretaña y de Francia perseguían el mismo propósito: Alemania, Japón y la India.

Todo indicaba que la reforma sería un hecho. Sin embargo los cuatro candidatos encontraron férrea oposición en su vecindario. Italia se atravesó enérgicamente a Alemania; China al Japón; Pakistán a la India y Argentina al Brasil. La aspiración brasilera tampoco fue apoyada ni por Colombia ni por México.

Italia consideraba que tenía mayor influencia mundial que Alemania y que contribuía financieramente mucho más que aquélla a la ONU. Pero además que ingresando Alemania y Japón como miembros permanentes del Consejo, sería ella sería el único de los contendientes en la Segunda Guerra Mundial que quedaría por fuera de dicho organismo.  Por su parte China, veía al Japón como su potencial enemigo y no olvidaba la masacre de Nankín por el ejército japonés en 1937. De igual manera, las graves diferencias territoriales, políticas y religiosas con la India habían llevado a Pakistán a constituirse, como su vecina, en potencia nuclear. Finalmente Argentina, con sus tradicionales rivalidades y el permanente desequilibrio de su balanza comercial con el Brasil, se enfrentó a la candidatura brasilera.  

Su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad constituiría para el Brasil un logró excepcional de su política exterior y de sus objetivos geopolíticos, que comenzó a tejer desde la época de Rio Branco, que fueron seguidos tanto por los gobiernos democráticos como por los regímenes militares, como como una auténtica “política de estado”.  Un paso más para hacer realidad la conocida muletilla de “O país maís grande do mundo”, que algunos hinchas brasileros repiten en los partidos en que juega su selección de futbol.  

El juicio  a la Presidenta Rousseff y las circunstancias que lo han rodeado, podrían implicar para el Brasil la cancelación definitiva de su aspiración a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad y un serio deterioro de su proyección internacional.

(*) Profesor de la facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.