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Sombras para Venezuela en el Oriente

El Secretario General de la ONU ha remitido la controversia entre Guyana y Venezuela a la consideración de Corte Internacional de Justicia. Entre tanto, el diferendo colombo-venezolano sigue estancado

Semana.Com
17 de febrero de 2018

En medio de la crisis humanitaria por la que se atraviesa con Venezuela, ha pasado desapercibida la decisión del Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, de remitir a la Corte Internacional de Justicia la controversia territorial y marítima entre Venezuela y Guyana, en la que la Secretaria General ha venido adelantando durante medio siglo infructuosamente gestiones de buenos oficios por requerimiento de los dos países.

Aunque Venezuela rechaza el arbitraje para la solución de las controversias, en 1966 había concertado con Guyana un tratado, en el que se facultó al Secretario General para que, si no se llegare a un acuerdo entre las partes con su mediación, escogiera otro medio de solución pacífica.

Guterres, de conformidad con lo estipulado en dicho instrumento, remitió la controversia a la Corte. Guyana, recibió con beneplácito la decisión. El canciller venezolano la rechazó y la asamblea nacional declaró “inaplicable la decisión adoptada” exhortando además a las fuerzas armadas, a ejercer soberanía sobre el territorio en litigio que hoy es parte del territorio de Guyana. Igualmente, sobre las áreas marítimas adyacentes, afirmando que son garantía del “espacio vital” venezolano, concepto del geopolítico alemán Ratzel, que con la denominación de “Lebensraum” inspiró a Hitler para intentar el dominio de Europa.

Aunque no se sabe cuál será la decisión de la Corte ante la negativa venezolana, el sólo hecho de que la controversia haya llegado ante este tribunal por iniciativa del Secretario General de la ONU, constituye una importante victoria guyanesa. El rechazo a la intervención de la Corte, sólo debilitará la posición venezolana.

Tan crónico como el diferendo que Venezuela tiene con Guyana, es el que también desde hace cincuenta años afronta con Colombia sobre la delimitación marítima en el Golfo de Venezuela y en el Caribe, del que entre nosotros nunca se volvió a hablar.
Colombia se desvinculó acertadamente de la jurisdicción obligatoria de la Corte. Sin embargo, eso no implica que no pueda acudir a dicho tribunal de mutuo acuerdo con otro estado. Es más, tenemos compromisos de hacerlo con algunos países, entre ellos precisamente con Venezuela con quien concertamos un Tratado de No Agresión, Conciliación y Arbitraje en 1939.

El argumento de Venezuela para negarse a aplicar los procedimientos establecidos en dicho tratado, que incluye el eventual recurso ante la Corte, es que tiene “intereses vitales” en el Golfo, lo que suena similar al “espacio vital” que piensa garantizar ahora por la fuerza frente a Guyana.

Los conflictos territoriales no se solucionan enviando buques o aviones para reivindicar un supuesto “Lebensraum” ya que de todas maneras las controversias jurídicamente persisten. De otra manera los países que no tienen fuerzas militares estarían sometidos a la “ley de la selva”. Precisamente para evitarlo, surgió el derecho internacional.

Parece absurdo, pero para Venezuela el sólo hecho de mencionarle la eventual aplicación del tratado de No Agresión para solucionar el diferendo, es inamistoso, casi que agresivo. Esto, unido a la dilatada colaboración venezolana en las negociaciones con la guerrilla y las frecuentes amenazas que profiere contra Colombia, ha inhibido a los gobiernos colombianos a tratar de resucitar el tratado de 1939.

La controversia sobre la delimitación del golfo colombo-venezolano sigue estática: la que Venezuela ha mantenido con Guyana durante el mismo tiempo, ya está en la Corte.

Aplicar el tratado de 1939, someter el diferendo colombo-venezolano a un arbitraje pactado o de mutuo acuerdo a la Corte Internacional de Justicia, quitaría un permanente motivo de prevención entre los dos países y daría ante el mundo un ejemplo de convivencia en un momento crítico.

(*) Profesor de la facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

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