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RAFAEL GUARÍN

La alternativa conservadora

Marta Lucia Ramírez resultó la mejor jugadora de póquer. Tuvo la paciencia y el tesón que se requieren para combatir un monstruo enmermelado, que nunca había sido derrotado.

Rafael Guarín, Rafael Guarín
2 de febrero de 2014

Santos es un ratón que ruge como un león. La encuesta de Cifras y Conceptos registra que el 63 % de los ciudadanos rechaza la reelección y el 30 % prefiere votar en blanco. Eso quiere decir que existe un espacio gigantesco para una nueva alternativa. Los colombianos están cansados con un presidente reducido a sólo anuncios y que confunde el ejercicio del gobierno con la simulación permanente y la mentira.


Sin embargo, a pesar de su baja favorabilidad y la falta de confianza ciudadana, hasta hace unos días Juan Manuel Santos transitaba aparentemente seguro a la reelección. Parecía que era sólo cuestión de meses. Pero en política nada es definitivo o irreversible. Cuando nadie daba un centavo (incluido yo) porque la Convención Conservadora fuera independiente y no apoyara al presidente, sucedió lo que aún tiene a los observadores políticos entre la incredulidad y la sorpresa: los “hermanos godos” decidieron jugar con candidato propio.

Marta Lucia Ramírez resultó la mejor jugadora de póker. Tuvo la paciencia y el tesón que se requieren para combatir a un monstruo enmermelado, que nunca había sido derrotado. La exministra consiguió lo que ni Luis Carlos Galán, apadrinado por los Lleras, logró: derrotar la imbatible máquina parlamentaria. En el Partido Liberal y en el conservatismo tal proeza no tiene antecedente reciente. En el liberalismo el único en conseguirlo fue Jorge Eliécer Gaitán, y entre los conservadores, solamente Evaristo Sourdis desafió a los “jefes naturales” en la Convención de 1970; aunque al final ganó Misael Pastrana por voluntad liberal.

Una combinación de circunstancias explica este acontecimiento histórico. Las bases conservadoras defienden a su partido y en buena parte coinciden con las tesis de Álvaro Uribe. Más que eso, sucede que son profundamente antisantistas y están cansadas de que su cúpula parlamentaria las haya condenado a ser la consorte circunstancial del gobierno de turno. Saben que su dirigencia no es dirigencia sino sacamicas por contratos, puestos y cohechos.

Los paros del 2013 tuvieron lugar en departamentos con histórica votación conservadora y en zonas donde el presidente no es propiamente apreciado. Los candidatos de ese partido al Congreso prefieren salvar su curul antes que llevar a Santos de portaestandarte. Además, la fecha de la convención fue clave: inmediatamente comenzaba a regir a plenitud la Ley de garantías electorales, cuando el Gobierno no podía ser más exprimido y no se podían sacar las cuotas conservadoras del Ejecutivo. Audacia azul.

Además eligieron la mejor carta. Una mujer con amplia experiencia política y administrativa. Siendo ministra de Defensa concibió la Política de Seguridad Democrática y tuvo los pantalones para poner en su lugar a militares acostumbrados a andar sin control alguno. Cumplió también un papel destacado en el Ministerio de Comercio Exterior y en el Senado de la República. Toda una carrera llena de méritos, sin politiquería, corrupción, ni traiciones.

Marta Lucía demostró que con inteligencia, constancia e ideas, sí se puede derrotar a los caciques electorales que son la base del actual gobierno. La silbatina y los abucheos a Roberto Gerlein reflejan el cansancio de los ciudadanos con una clase política “excremental”, y la posterior reacción de los senadores en su contra es la mejor credencial que tiene la nueva candidata. ¿Qué mejor presentación que derrotar a las máquinas corrompidas de la política tradicional?

La estrategia que tejen desde la Casa de Nariño es predecible: deslegitimar la Convención, ensuciar a la candidata y demandar la decisión ante el Consejo Nacional Electoral. Los congresistas santistas se retiraron de la convención en un intento desesperado por disolver el quórum para evitar que se tomaran decisiones, no por falta de garantías. Ahora acuden a la autoridad electoral dominada a su antojo por el presidente y los partidos de la Unidad Nacional. No tendría nada de raro que el prevaricato se imponga para detener la candidatura conservadora. Afortunadamente existe la tutela.

Tanta visita a Venezuela está surtiendo efecto. Santos utiliza la Organización Nacional Electoral con el mismo criterio ventajoso y despótico que impuso Hugo Chávez contra la oposición. Cambia las reglas de juego en materia de símbolos para afectar electoralmente al Centro Democrático, luego amplía a más de 74.000 millones de pesos la cantidad de recursos que puede gastar cada partido de la Unidad Nacional en sólo las elecciones al Senado y ahora quiere sacar del ring a una de sus competidoras.

Favorece las posibilidades de la candidatura conservadora que los congresistas no son decisivos para ganar la Presidencia de la República. Horacio Serpa tuvo la maquinaria y nunca fue presidente. Los parlamentarios son simples especies hambrientas detrás de migajas. Viven pendientes de no estar mal con el presidente de turno y son dóciles, tan dóciles como sus intereses lo exijan. Estarán detrás de Marta Lucía, Óscar Iván Zuluaga o Enrique Peñalosa si las encuestas los muestran ganadores.

Así, pues, quienes dicen que Santos gana en primera vuelta sólo hacen propaganda o piensan con el deseo. Santos no tiene nada ganado y ha surgido de la decisión conservadora la oportunidad de construir antes de la primera vuelta un escenario de convergencia con el Centro Democrático y sectores prodemocráticos del Partido Verde. ¡Esa es la apuesta que se necesita!

En twitter @RafaGuarin