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La apuesta de Angelino

Conseguir una actitud favorable hacia las iniciativas gubernamentales de esta 'izquierda social', sería un gran aporte del Vicepresidente al proyecto político de Santos.

León Valencia
15 de enero de 2011

Hace poco, en La W hicieron una larga lista de las personas vinculadas al Vicepresidente con puestos claves en la Gobernación del Valle. Señalaban, además, que Angelino tenía una gran influencia en lo que acontecía en esa región. No es, en todo caso, el único escenario de su acción política y social.
 
Ha tomado en sus manos la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (Cnrr); se ha propuesto conformar un espacio de concertación con las organizaciones de derechos humanos y una mesa nacional campesina; ya en la campaña electoral había logrado que Julio Roberto Gómez, presidente de la Central General del Trabajo (CGT), se retirara del Polo Democrático y acompañara la candidatura de Juan Manuel Santos.
 
Es claro que Angelino Garzón está haciendo una Vicepresidencia muy distinta a la que hicieron sus antecesores. Quiere convertirse en el interlocutor de un amplio espectro de organizaciones de la sociedad civil y jugársela a crear una fuerza social y política propia.
 
Es fiel a su tradición. No hay que olvidar que viene de una larga y fecunda labor sindical, que fue miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista y fundador de la Unión Patriótica, que estuvo entre los dirigentes que conformaron la Alianza Democrática M-19 y participó de la creación del Polo Democrático.
 
Humberto de la Calle, Gustavo Bell y Francisco Santos tenían un perfil diferente cuando fueron llamados a participar en la contienda presidencial. Los dos primeros gozaban de un prestigio intelectual y, aunque habían ocupado cargos públicos, la política no era su gran pasión.
 
El tercero era un periodista nato que poco había considerado meterse en bregas electorales. El más político había sido Carlos Lemos Simmonds, llamado de emergencia a ejercer el cargo, en pleno auge del proceso 8000, cuando De la Calle dejó solo a Samper en medio del escándalo.
 
Santos escogió a Angelino consciente de su condición de activista y organizador político. Nadie puede llamarse a engaños. Eso está haciendo. Con la suerte de que este gobierno necesita imperiosamente una gran movilización social para desarrollar puntos esenciales de su agenda.
 
La ley de víctimas, la restitución y redistribución de tierras, un nuevo destino para las regalías, el auge minero, la misma reconstrucción del país después de la tragedia invernal, requieren de un respaldo social organizado y activo. Angelino conoce como nadie los secretos de la movilización popular.
 
Sabe que en Colombia hay una sociedad civil vigorosa con una vasta red de organizaciones. Se trata de una 'izquierda social' diez veces más grande que la izquierda política. La Iglesia, con la cual Angelino tiene valiosos nexos, juega un papel fundamental en ese campo.
 
Esa 'izquierda social' raras veces se expresa electoralmente, pero es protagonista de primer orden en procesos económicos y sociales. Lo ha sido en el debate sobre los tratados de libre comercio, en la discusión nacional e internacional sobre derechos humanos y en las acciones de paz.
 
Lo será en la implementación de una reforma agraria o en la reparación a las víctimas, en las posibilidades de explotación minera en territorios de afrodescendientes e indígenas o en la creación de un nuevo ambiente para las relaciones internacionales de nuestro país.
 
Conseguir una actitud favorable hacia las reformas e iniciativas gubernamentales de parte de esta 'izquierda social', o más allá: conquistar un gran número de aliados en este campo, sería un gran aporte del Vicepresidente al proyecto político de Santos; pero significaría igualmente un triunfo de Angelino en la apuesta de construir una fuerza propia.
 
No será fácil. Los riesgos que corre el Vicepresidente en esta tarea son grandes. Ha entrado en una competencia dura con la izquierda política y recibirá los embates de estas fuerzas. No obstante la principal amenaza es la marcha de las reformas. Si estas no satisfacen las expectativas de la 'izquierda social', la pretensión de Angelino puede fracasar.

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