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La boda

Mujeres, a protestar. Cómo es esto de que encima de que nos culpan por el artículo de SEMANA sobre "La boda del siglo", nos quieran quitar la posibilidad de escapar de la preocupación de las tragedias diarias.

Semana
28 de abril de 2011

SEMANA me convenció. Veré la boda por televisión. A algunos comentaristas no les basta con acusar a las mujeres de la autoría intelectual del artículo sobre "La boda del siglo". Quieren negarnos, a hombres y mujeres, la oportunidad de escapar mentalmente de todas las tragedias diarias. Incluyendo al presidente Santos.

Mujeres, a protestar. Cómo es esto de que encima de que nos culpan por el artículo de SEMANA sobre “La boda del siglo”, nos quieran quitar la posibilidad de escapar de la preocupación de que el presidente Santos pierda la paciencia y mande al diablo al expresidente Uribe por los ‘tweets’. Las colombianas también tenemos derecho a evadir lo que Juan Gabriel (no, no el cantante, el gran novelista) llama “el carácter tragicómico de nuestra trama colombiana”.

Cómo es esto de que algunos lectores de la revista se quejen porque la misma nos ofrezca un respiro de las infinitas tragedias causadas por las lluvias y todas las guerras. Pero si, ¡hasta la venerable revista The Economist dedica un artículo especial a la Boda! Está bien, admito, The Economist es una revista británica y SEMANA es colombiana.

Sin embargo, protesto. ¿Por qué a algunos comentaristas les parecen muy bien las distracciones del fútbol, colombiano, latinoamericano o europeo, y nos critican por soñar con cuentos de hadas?

Anuncio, desde ya, que veré la ceremonia por TV. Imposible viajar a Londres con los precios de los pasajes y el alojamiento. La última habitación que ayer estaba disponible en el Hotel Goring, donde se hospedarán los padres de la novia, costaba la friolera de $1.072 dólares la noche. El hotelito parece decente y queda cerca de la Estación Victoria pero, ni manera.

El viernes debe ser un día de relajación universal. Me atrevo a aconsejarle al presidente Santos que le merme a su agitada agenda y se tome este viernes de vacaciones para seguir el acontecimiento. Si acepta mi consejo, podrá ser testigo de que los tiempos pasados fueron mejores (me refiero al Reino Unido y no a Colombia) inclusive durante los duros años que precedieron el triunfo de la Thatcher.

Inspirada por los adelantos que nos han ofrecido los medios sobre la boda del siglo, me puse a investigar. Comparto la dirección electrónica The Royan Wedding , donde se encuentran los más pequeños detalles sobre el festejo. Aparecen los libretos que repetirán todos los presentadores en las transmisiones de TV y radio del mundo. Perdón Julito y Alberto por esta “chiviada”. Democracia es democracia y nuestros lectores tienen el derecho de acceder a la información directamente de la fuente, así esté en inglés. La sorpresa es que viene siendo divulgada ampliamente por el propio palacio de San James, que ha hecho uso de las más modernas herramientas informáticas para hacerle publicidad a la boda.

El presidente Santos y el presidente Obama no fueron invitados. La prensa colombiana recibió esa noticia con madurez. Pero, aquí en Washington, no faltaron los comentaristas que señalaron que la corona británica, al no invitar al presidente Barack Obama y a su señora, estaba ofendiéndolos. Mala leche de esos republicanos, con tal de molestar a Obama. ¿Se les olvida la guerra de independencia? ¿Es que piensan que la realeza no tiene memoria? Está bien, han pasado más de 200 años, pero la afrenta sigue fresca.

Les cuento que los novios se trasladarán, en carro y no carroza, hasta la Abadía de Westminster. Junto a los Rolls Royces y Bentlies, quienes llevarán a la familia real. La caravana incluirá Volkswagens. Los tiempos cambian y el Reino Unido tiene también problemas financieros. Se requieren recursos para terminar de cubrir los costos de las celebraciones. Es de suponer que la firma alemana ofreció una millonada por la publicidad que eso le significa.

Pero como no puede haber ceremonia británica sin caballos, para encanto del expresidente Uribe, la guardia montará los mejores ejemplares de la pesebrera real. Y el regreso de los novios a Buckingham será en una carroza, tirada por finos corceles, que fue construida especialmente para el Rey Eduardo VII en 1902.

Supongo que los jóvenes consortes no quedaron contentos con el carruaje que les fuera asignado. Al fin y al cabo, Eduardo VII no pudo ascender al trono sino hasta después del larguísimo reinado de la Reina Victoria. A Wills le tocará esperar, no sólo a que la actual soberana fallezca, sino a que su padre reine quién sabe por cuántos años. El pobre no tiene esperanzas: su Majestad Isabel II está rozagante y Carlos luce bastante bien.

Insisto no sólo en que el presidente Santos debería tomarse el viernes libre. Como queremos el bien de la patria, le sugiero también que invite al expresidente Uribe para que disfruten juntos de la pompa, la ceremonia y los caballos. De esa manera, Santos podría recargar su reserva de paciencia y el presidente Uribe desprenderse del Twitter, que está amenazando con causar un sismo entre los dos.

*María Carmenza Arenas es economista de la Universidad de los Andes con una maestría en Gerencia Política. Ha sido Gobernadora del Norte de Santander, embajadora y funcionaria del BID. Actualmente es consultora, columnista del diario La Opinión y bloggista de Semana.com

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