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LA CABECERA DE LA MESA

Semana
4 de enero de 1999

La información ha sido entregada por los medios a cuentagotas y en forma aislada, pero la película completa muestra un hilo de continuidad entre el ataque de las Farc a Mitú y lo que ocurre ahora en la zona de despeje. A pesar de las señales contradictorias, todo parece indicar que el gobierno y la guerrilla están a punto de sentarse a la mesa por primera vez para buscarla paz, pero les falta establecer cuál de los dos es el débil del paseo.
El verdadero pulso entre Andrés Pastrana y las Farc no es el de los mensajes que se cruzan el Presidente y 'Tirofijo' sobre los términos del despeje de los cinco municipios sino el mano a mano que el Ejército y los alzados en armas vienen protagonizando en el sur del país desde que los guerrilleros abandonaron Mitú.
La información en casi todos los medios ha sido bastante errática desde el momento en que se supo que un comando de las Farc se había tomado Mitú y había producido grandes bajas entre los policías acuartelados en una estación de la ciudad. Las emisiones radiales y televisivas especularon de lo lindo con el número de muertos. Un noticiero de televisión llegó a decir que había más de 40 muertos entre la población civil, y después quedó legitimada la cantidad de muertos que aventuró a comunicar un funcionario de la Cruz Roja Internacional.
A partir de entonces la noticia en Colombia fue la de que las Farc habían matado a casi 100 agentes y a algunos soldados de las fuerzas de rescate, y que la guerrilla había estado en posesión de la ciudad hasta que le dio la gana retirarse. Cuando el general Tapias quiso hacer un balance real de las bajas en ambos bandos hubo muecas de incredulidad entre los reporteros que se habían amañado con su propia versión, más dramática por supuesto que la del oficial.
Sin embargo, testigos de los hechos de Mitú han relatado que mientras el grueso del grupo guerrillero disparaba contra el cuartel de la Policía en el centro de la ciudad, otro pelotón se fue río arriba para esperar la llegada de los refuerzos militares, para emboscarlos. Los militares de apoyo llegaron, en efecto, pero no por donde la guerrilla los esperaba sino por atrás. Me cuentan que hubo una inmensa cantidad de guerrilleros muertos y unas explosiones tremendas de las barcazas en que se movilizaban, algunas de ellas al parecer cargadas con los cilindros de gas convertidos en morteros.
El asunto no terminó, como se dijo, en que los guerrilleros salieron de Mitú y se perdieron después en la manigua. El Ejército detectó el rumbo de los insurgentes y los ha venido persiguiendo desde entonces por entre caños y matorrales, con combates intermitentes y muy intensos. Esta pelea en movimiento llegó hasta el Guaviare, donde hace dos semanas hubo un choque con muchas bajas de lado y lado cuando los guerrilleros pretendían llegar hasta la propia San José.
Esta larga serie de enfrentamientos plantea un esquema distinto al de la guerra que veníamos viviendo, en la cual la guerrilla emboscaba, mataba soldados y se perdía. Aquí estamos ante un episodio numeroso en bajas del Ejército, es verdad, pero en situación de combate permanente y con mayor eficacia militar que su contendor.
Por eso es tan importante para el gobierno y para la guerrilla el retiro de los soldados desarmados del Batallón Cazadores: es un símbolo. Para el Ejército es el emblema de la soberanía militar sobre la de la guerrilla, así tenga una capacidad nula para ejercer la fuerza en ese lugar. Es la presencia institucional de las Fuerzas Armadas que le están dando la pelea a las Farc dentro del nuevo esquema de charlar y matarse al mismo tiempo. Para la guerrilla, hacer distanciar al Presidente de sus militares es una estrategia clave para desmoralizar las tropas, y es una manera de debilitar mediante la diplomacia a los ejércitos que, por una vez, están fortalecidos en la zona sur.
Me atrevo a pensar que el apoyo de los militares al proceso de paz depende en buena medida del respaldo que el país les dé en la defensa de la presencia simbólica de los Cazadores en la zona de despeje. Entiendo al Presidente cuando se planta en ese punto y dice que sólo negocia ese retiro a cambio de una tregua y de la liberación de los civiles secuestrados, lo cual es poco menos que imposible si se miran los antecedentes de las Farc en esta materia.
Gobierno y guerrilla están listos para sentarse a la mesa. El desenlace del tire y afloje de los soldados bachilleres no es definitivo para empezar a hablar sino para definir quién queda en la cabecera de la mesa.