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La cárcel, un laboratorio de paz

Semana
20 de mayo de 2002

Hace más de dos siglos se empezó a implementar el panóptico como sustituto de la guillotina, la horca, la hoguera y el patíbulo, todos instrumentos propios de la época del oscurantismo. El panóptico fue un avance significativo para la humanidad porque se creó para encerrar y vigilar a cambio de la pena de muerte. Desde entonces la cárcel se ha convertido, superando los métodos sociales, políticos y científicos, en el mecanismo preferido para solucionar las diferencias surgidas de la vida en comunidad, los desequilibrios sociales, políticos y económicos y se ha concebido como el símbolo de la seguridad social.

La falta de una política criminal ha desembocado en la mayor crisis carcelaria. El estado de las cárceles, la situación de los reclusos, los altos índices de impunidad constituyen entre otras causas uno de los más dramáticos detonantes del conflicto social que hoy cabalga por la geografía nacional.

Las cárceles son caldo de cultivo de toda clase de patogenias sociales. Este axioma se evidencia en el alto índice de reincidencia, el 85 por ciento de quienes alcanzan la libertad se ven abocados a retomar el delito como alternativa frente a la lucha por la supervivencia. Estos establecimientos se han convertido en inmensas salas de suplicio, donde se atrinchera la insensibilidad de los reclusos y se endurece el espíritu atormentado de quienes, abandonados por la sociedad, ahora son desconocidos por ella; una vez en libertad este engendro social se devuelve como bumerán contra esa sociedad indolente. Razón tienen quienes califican las cárceles como universidades del delito, ¿pero hasta cuándo la sociedad seguirá sosteniendo las universidades donde se gradúan quienes a posteriori atentan contra las normas de convivencia de esa misma sociedad? ¿Hasta cuándo nuestros legisladores y gobernantes seguirán construyendo nuevas cárceles, más inhumanas y represivas bajo el sofisma de una supuesta resocialización con que pretenden atacar la violencia, el crimen y la recuperación de una seguridad que han perdido con sus desaciertos políticos?.

Colombia transita un momento coyunturalmente histórico, que exige de todos sus componentes sociales un compromiso impostergable e intransferible, los presos como sujetos activos de esta simbiosis violenta, tienen la oportunidad de contribuir en la construcción de la tan esquiva paz integral que tanto reclama la sociedad colombiana. Consideramos que la transformación de los centros carcelarios en laboratorios de paz, clínicas de desintoxicación, factorías donde se puedan desarrollar proyectos productivos viables, reales y sostenibles, universidades donde se capacite sobre cómo resolver los conflictos sociales a través de medios civilizados, donde a través de la cátedra aprendamos a diagnosticar el sentido de vida y se nos den los elementos de cómo abordar un proyecto de vida.

La penitenciaría de Picaleña hoy es un Laboratorio de Paz y como en todo laboratorio donde se desarrolla la concepción científica del experimento, estamos preparados para ensayar muchas veces, corregir errores y considerar los aciertos como hechos relativos, por eso se están diseñando estrategias para implementar un proceso dialéctico; los logros han sido significativos hasta el momento, logrando reducir a su mínima expresión los hechos de violencia, desarrollando programas educativos, deportivos y culturales, adecuando las instalaciones para los proyectos productivos (talleres de ebanistería, zapatería, artesanías).

La situación carcelaria es muy compleja y por eso la Fundación Horizontes de Libertad ha venido abordándola desde uno de sus problemas de más incidencia social como es el de la reincidencia, para lo que hemos creado una empresa "Comp&mail Mensajería" hija del Proceso Picaleña Laboratorio de Paz, organización que ha permitido a más de un centenar de internos y otro tanto de pospenados una oportunidad laboral, posibilitando una reincorporación armónica al seno de la sociedad. Hoy estamos tratando de desarrollar nuestra experiencia de Picaleña en la ciudad de Bogotá, con el apoyo de Ashoka Internacional, organización que apoya a emprendedores sociales y la alianza Compartamos con Colombia, constituida por la Universidad de los Andes, Booz Allen Hamilton (empresa de consultoría internacional), la Fundación Horizontes de Libertad y Ashoka Internacional.

Pero no podemos desconocer que los problemas estructurales que dinamizan el paradigma carcelario mantienen su vigencia, la criminalidad pasional innata en el ser humano, la violencia originada en la desigualdad propia de nuestra sociedad capitalista, la criminalidad fruto de la lucha por la supervivencia que se afianza como parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo, los esperpentos jurídicos y políticas foráneas que han sumido a nuestra "justicia" en la más profunda crisis, un sistema acusatorio que no imparte justicia sino que cobra venganza dejando un lastre de impunidad, un sistema carcelario que no corresponde a la realidad nacional, alejado de los tratados internaciones suscritos con la comunidad internacional y que fue declarado como un estado de cosas inconstitucional y de flagrante violación de derechos humanos por una comisión internacional de la Organización de las Naciones Unidas y que a toda luz es violatorio de los preceptos constitucionales como el de la dignidad humana, la presunción de inocencia y el debido proceso.

La Fundación Horizontes de Libertad, ONG creada en el interior de una cárcel y que lucha por la recuperación de la dignidad humana y la convivencia social, tiene la visión de participar en la construcción de una sociedad sin cárceles y esto será posible el día en que la justicia sea para todos. Hoy tratamos de implementar un sistema de cárcel abierta que permita verdaderas condiciones de resocialización y de reinserción para los recién liberados.

*Director Nacional

Fundación Horizontes de Libertad

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