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La contienda presidencial en Francia: una apuesta arriesgada.

Contrario a lo que daban a entender hasta hace poco los medios en Francia, la próxima elección presidencial no está jugada.

Semana
3 de marzo de 2012

 La contienda presidencial francesa de los próximos 22 de abril y 6 de mayo no presenta la nitidez tan anhelada y los analistas enfocados en los sondeos empiezan a encontrar grietas en sus resultados.
 
En efecto, existen varias incógnitas: ¿por qué, pese al amplio rechazo que genera N. Sarkozy, goza, en los últimos sondeos, realizados después de su entrada oficial en campaña, el 15 de febrero, de 25 a 27%? ¿Por qué F. Hollande, candidato del Partido Socialista, no convence mucho, pese al “antisarkozismo” y al cansancio después de más de 16 años de gobiernos de derecha? ¿Es cierto que Marine Le Pen (Frente Nacional, extrema derecha) convence al 18 a 20% de los electores? Algunos observadores mencionan que el voto a favor de M. Le Pen es sobreevaluado (1).
 
 Esas incógnitas se relacionan con una constatación: los sondeos no son siempre coherentes, y demuestran incluso resultados divergentes (un sondeo del 17-18 y uno del 20 de febrero presentan una distancia entre Hollande y Sarkozy de 7 puntos y un solo punto respectivamente, en la primera vuelta).
 
Además, existen graves fallas metodológicas en el análisis mediático de los sondeos: se ocultan fenómenos tan importantes como el posible nivel de abstención (estimado en un improbable 5% a 8%) o el nivel de indecisión del electorado (que alcanza entre el 39 y el 48%), no solo hacia los dos “favoritos” sino también respecto a los demás candidatos. En fin, las cifras no coinciden, y dejan muchas incógnitas (2).
 
El tablero político se encuentra bastante fragmentado, pues tanto la izquierda como la derecha están divididas. Hoy por hoy, son once candidatos en total. En la izquierda, pese al esfuerzo de J.L Melenchon, del Frente de Izquierda (FG) de reagrupar varios partidos de izquierda (especialmente el Partido Comunista y el Partido de Izquierda, creado en 2008), hay otros dos candidatos minoritarios (N. Artaud, P. Poutou). A su vez, los ecologistas (EELV) representados por la ex magistrada E. Joly, están bastante debilitados.
 
Es de destacar que J.L. Mélenchon ha insistido en repetir a F. Hollande que no le podía garantizar que su electorado se volcaría hacia él, en la segunda vuelta, puesto que “no ha sabido valorar su candidatura y su programa”. Así, aunque se enfrente a un presidente impopular, F. Hollande no tiene asegurado el respaldo de toda la izquierda (y solo capta parte del voto centrista); por ende no debe contar solo con el voto útil o el rechazo a Sarkozy. Por su parte, la derecha también se encuentra dividida, entre principalmente N. Sarkozy, F. Bayrou, de inspiración liberal centrista, y otros tres candidatos, D. De Villepin, N. Dupont-Aignan y C. Lepage, con porcentajes cercanos al 2% (tres candidatos ultra-minoritarios acaban de desistir a favor de Sarkozy). Bayrou (11 a 13%, en baja respecto a enero) es el principal contendiente pues se presenta como un oponente al discurso extremista de N. Sarkozy, denunciando su aproximación al Frente Nacional; Bayrou apunta así a conquistar la derecha moderada. Pero su electorado es el más indeciso de todos.
 
La indecisión del electorado puede relacionarse con la dificultad de encontrar mensajes contundentes y debates de fondo; la verdad es que por ahora, han prevalecido temas polémicos, que no llenan las expectativas mínimas de un debate de altura. A pesar de la estrategia de Marine Le Pen para posicionarse como una candidata “normalizada” en aras de “banalizar” su partido de extrema derecha, según repiten los medios, su campaña sigue agitando los temas clásicos del Frente Nacional, como el rechazo a la inmigración, sumado a un discurso islamófobo.
 
A su vez N. Sarkozy genera polémica al proponer organizar referendos sobre dos aspectos significativos: la formación profesional de los desempleados y la competencia de la justicia administrativa para regular la expulsión de inmigrantes indocumentados. El Ministro del Interior, C. Guéant, después de enfrentar una amplia oposición por la circular (31 de mayo de 2011) que restringe el acceso al trabajo y a la estadía para los estudiantes extranjeros (altamente calificados), no vaciló en afirmar que “no todas las civilizaciones se valen”, retomando la retórica de S. Huntington que N. Sarkozy manejaba ya desde 2007, y en presentar semejante afirmación como “una evidencia de sentido común”, generándose álgidas reacciones hasta en la Asamblea Nacional, mientras F. Hollande trataba de “evitar la polémica”. Así, la derecha y la extrema derecha polarizan el debate, mientras el partido socialista se esfuerza por apaciguarlo, aunque se dedica a criticar el balance del actual presidente, pero no logra visibilizar del todo sus propuestas.
Otra dificultad, para movilizar un electorado bastante desconfiado, es captar y canalizar el ánimo pesimista reinante, en el contexto de la crisis griega y sur-europea, o de los altos niveles de déficit y endeudamiento en la UE en general. Y para eso, se requiere enfrentar temas cruciales y hasta ahora poco debatidos: los asuntos económicos internacionales y la política exterior, europea en particular. No obstante, el partido socialista asume una posición ambigua, mientras se expresan con virulencia otros candidatos: Marine le Pen pide la salida de Francia de la zona Euro y critica la política de rigor de los candidatos tradicionales, sin propuestas alternas claras.
 
Por su parte J.L. Mélenchon, opuesto en su momento a la Constitución Europea de 2005, ha denunciado el tratado europeo vigente (Lisboa) pero también nuevos textos en debate (el Mecanismo Europeo de Estabilidad, MES, y un nuevo tratado), y promueve una política de relanzamiento en Grecia y Europa. La posición tibia del partido socialista el 21 de febrero en la Asamblea Nacional, sobre el MES(3), ha sido bastante criticada por Mélenchon y por la prensa francesa.
 
¿Qué impacto pueden tener estos debates sobre el voto en Francia? El ánimo pesimista crece; el gobierno es cuestionado por las agencias de notación que degradaron la nota de Francia y otros 8 países europeos en enero, debido al endeudamiento. La política europea hoy en ciernes tendrá efecto en la situación económica y social. Es determinante ver qué candidato sabrá captar y canalizar la inquietud, en vez de minimizarla como hizo Sarkozy. Ante un electorado preocupado, escéptico o disgustado con la política, F. Hollande adopta un discurso de responsabilidad y habla del "sueño francés".
 
J.L Melenchon, apoyado en los sectores comunistas, propicia una revolución ciudadana, y propone devolverle al pueblo el poder y la esperanza. Su paulatina y constante progresión en los sondeos es hasta ahora lo más significativo de la campaña. No obstante, el desespero y el hastío hacia la corrupción, la política económica a favor de los más ricos, y la decepción que ha generado el gobierno (incluso en su propio electorado de 2007, en parte conquistado sobre el Frente Nacional), también puede volcar una parte de los electores hacia Marine Le Pen, que denuncia las mentiras y la ineficiencia gubernamentales. En semejante panorama, la estrategia de F. Hollande de “tranquilizar” a los financieros de la City en Londres, durante su reciente viaje a Inglaterra, no es la más oportuna ni la más eficiente manera de reconquistar el poder a nombre de la Izquierda.
 
*Investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales –IEPRI de la Universidad Nacional de Colombia.
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(1) Cifras de los sondeos en http://blogs.mediapart.fr/edition/sociologie-politique-des-elections/ (El colectivo SPEL reúne politólogos y sociólogos que analizan los sondeos; ver especialmente el articulo http://blogs.mediapart.fr/edition/sociologie-politique-des-elections/article/090212/sondages-lire-entre-les-chiffres de P. Lehingue en el cual menciona sondeos no publicados que dan ventaja a Sarkozy sobre Hollande en la primera vuelta).

(2) http://blogs.mediapart.fr/edition/sociologie-politique-des-elections/article/090212/sondages-lire-entre-les-chiffres  (P. Lehingue).

(3) Si bien el PS se abstuvo en conjunto, algunos de sus diputados votaron contra el Mecanismo, generándose nuevamente una división interna frente al tema europeo.