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La Cruz del Gólgota: radiografía de la desconfianza colombiana

Esto revela, al mejor estilo esotérico, que la sociedad colombiana padece de la falta de aquello que forma, culturalmente, interacción social y permite generar acción colectiva: confianza.

Semana
24 de noviembre de 2011

Gooolll… ¡Nos empataron! Gooolll ¡Perdimos! No puede ser… Si puede ser... Crónicas deportivas no faltaron, tampoco análisis del paspito -La Luciérnaga o la W-, los hinchas decepcionados y, como cada 4 años: la repetición de la repetidera.

Pero este escrito no es de eliminatorias mundialistas. Es un texto que mezcla, como menjurje colombiano, un poquito de todo y tiene, en el fondo de la olla, un ingrediente que culturalmente caracteriza: la desconfianza en los otros y, paradójicamente, la confianza supersticiosa en objetos que hacen de la política, el deporte y la brujería algo cercano.

En un canal de la T.V. se puede ver un programa dedicado a vender ilusiones para salir de pobres y prosperar. No me refiero a los Acuerdos para la Prosperidad ni a los pastores brasileños que atienden desde el Centro de Ayuda Espiritual. ¡No…! Me refiero a la Cruz del Gólgota en la que se percibe una foto de Colombia que es lo antónimo de otra ilusión musical: Colombia tierra querida himno de fe y armonía (…) tu suelo es una oración y es un canto de la vida…

“Se ha preguntado por qué fracasa en todo (…) por qué cuando se enamora fracasa ni gana en los juegos de azar… ha tratado de dejar el alcohol y las drogas y no ha podido… sabe por qué el dinero no le rinde y se le va como agua entre los dedos”, dice la presentadora -con un fondo de monumento religioso-. Ella da la respuesta: energías negativas, espíritus malignos y envidiosos que viven en su entorno. Pensé que se refería a una reunión de la U, cónclaves uribistas o al actual directorio conservador. Pero seguí: hay que conseguir la Cruz bañada en oro. Además porque dizque personas de todo el mundo dan testimonio de su poder. Pensé que vería argentinas, gringos, españolas, griegos o mediterráneos…. Pero nada... de la tierrita.

Como el país es una telenovela aparece la veterana actriz Dora Cadavid, quien habla maravillas del ambiente artístico colombiano: rumores, envidias y malas energías de la gente que busca que fracase por lo cual, para guardar su trayectoria y éxito, debe usar el amuleto.

¡Que pase el siguiente!: Leonel Álvarez (y no para una conferencia de prensa ni para hablar de tácticas deportivas).

El escenario: canchas y partidos. Desde allí refrenda el libreto pero en el ambiente deportivo: enfrentar energías negativas de fanáticos, dirigentes, compañeros y personas cercanas. Mejor dicho: todos… ¿con quién anda? Por eso señala que debe protegerse y que, con la diminuta crucecita, ha metido goles a quienes querían verlo fracasar. Lo cual puede empíricamente ponerse en duda ya que pocos a sus rivales para el 2014 y bajamos en la clasificación FIFA.

Esto revela, al mejor estilo esotérico, que la sociedad colombiana padece de la falta de aquello que forma, culturalmente, interacción social y permite generar acción colectiva: confianza. Las personas son vistas como malas o, siguiendo el título del libro del argentino Marcelino Cereijido, Doctor en Medicina, “Hacia una teoría general sobre los hijos de puta”, como taimados, ladinos, maliciosos, rateros o, lo que es peor, políticos y banqueros. Si la confianza no se coloca en los otros porque se percibe que quieren ponernos zancadilla, que nos sacarán lo peorcito o se ven como potenciales enemigos, es difícil concretar un proyecto democrático que se basa, precisamente, en ello. Porque… parafraseando a Clinton, es la cultura, ¡idiota!

Y como la actividad política se une con embrujos y encantamientos, esto se evidencia. Primero, porque ni Uribe en sus arrebatos populistas se atrevió a tanto. “Tuve la audacia de decir en mi campaña a la presidencia que una de mis promesas era la clasificación al Mundial de Brasil, de manera que no me pueden dejar colgado de la brocha”, señaló Santos. Segundo, porque si la selección sigue así está resuelto el enigma reeleccionista: el presidente aspirará para que vayamos a Rusia, en el 2018.

Me imagino a uribistas prendiendo el velón rojo-amarillo-verde, untándolo con aceite electoral, consultando a Salomón y a sus tocayos de la noche y comprando las crucecitas, para que Leonel meta golecitos, gane a sus rivales y clasifiquemos por fin.

* Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana.

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