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La cultura de la legalidad

Las secretarías de Educación de Bogotá y Medellín pretenden hacer entender a los jóvenes la importancia de no acostumbrarse a cometer actos de corrupción social. Luz Amparo Martínez, jefe de calidad educativa de la Secretaría de Educación de Bogotá, escribe sobre el proyecto.

Semana
11 de diciembre de 1980

Valores y legalidad, normas, leyes y costumbres, proceso y naturaleza del castigo, injusticias en el sistema legal, pandillas y crimen organizado, impacto del crimen organizado en la cultura de la legalidad, delincuencia y corrupción, cultura del respeto por el Estado de derecho, son algunos de los temas que aborda éste currículo que se está implementando en colegios de Bogotá, Medellín, México (frontera con Estados Unidos), Youngstown (Ohio), Nueva York, Palermo (Italia), Botswana (República de Georgia) y Hong Kong.

Algunas de estas experiencias ya han sido evaluadas y demuestran que es posible cambiar una cultura de la delincuencia y reforzar el estado de derecho aún en regiones donde el crimen, la corrupción y la pobreza han prevalecido por décadas.

Al frente de ésta iniciativa esta una ONG, National Strategy Information Center (NSIC) con sede en Washington, que con un grupo de prestigiosos abogados de la Universidad Georgetown y la Universidad de Nueva York, diseñaron el plan de estudios y el modelo de capacitación para todas las escuelas participantes. En Bogotá y en Medellín éste programa lo coordina la Secretaría de Educación.

El plan de estudios consta de 60 lecciones que deben ser desarrolladas a lo largo de un año lectivo. En cada sesión el docente propicia discusiones abiertas, ejercicios grupales e individuales y asigna tareas para la casa con la intención de vincular a la familia; a su vez el estudiante lleva un diario personal en el cual escribe sobre experiencias, sentimientos e ideas propias que estén relacionadas con el tema en discusión. Con esto se busca facilitar la comunicación sobre los objetivos del proyecto, verificar el progreso del estudiante y de la familia, generar confianza para el cambio de actitudes y lograr en los jóvenes altos niveles de razonamiento sobre la cultura de la legalidad.

Un ejercicio corriente es pedir a los estudiantes que busquen en los periódicos o en la televisión una noticia sobre un delito y contesten preguntas del siguiente tipo :

- ¿Cuál fue el delito?

- ¿Cómo se habría sentido usted si hubiera sido la víctima?

- ¿Tuvo el delito algún impacto sobre otros miembros de la familia o amigos?

- ¿Cuál fue el impacto sobre la comunidad?

- ¿Fue apresado el delincuente? Si lo fue, ¿qué pena recibió? O este otro ejercicio en el que se le pide al estudiante que describa su conocimiento personal o a través de los periódicos o la televisión acerca de alguna pandilla (sin dar los nombres de los individuos involucrados) :

- ¿Conoce a algún miembro de una pandilla?

- ¿Existen reglas para pertenecer a la pandilla?

- ¿Cómo ingresan? ¿Cómo salen?

- ¿Están involucrados en alguna actividad ilegal? Si es así, ¿de qué tipo?

- ¿Alguna vez lo han invitado o presionado para que ingrese en una pandilla? ¿Qué hizo?

A través de estas metodologías participativas se logra que los estudiantes se familiaricen con los conceptos y términos de norma, ley, cultura, costumbre, estado de derecho; distingan entre diferentes tipos de sociedades (con estado de derecho o sin él); escriban ejemplos sobre las consecuencias de la violación de las normas y las leyes y comparen las normas de convivencia en el aula, en el colegio y en espacios extraescolares, entre otras.

A la fecha se encuentran vinculados nueve colegios oficiales: Agustín Fernández, Escuela Nacional Piloto, Simón Rodríguez, Atenas, Fabio Lozano Simonelli, Carlos Arturo Torres, Manuela Ayala de Gaitán, Morisco, San Francisco y un colegio privado: San Francisco de Asís. Todas estas instituciones atienden jóvenes de estratos 1 y 2 de la ciudad.

Los 10 profesores vinculados a éste proyecto ven en la educación escolar una de las formas más prometedoras para la prevención de la delincuencia, porque a través de ella se llega de manera directa a los jóvenes y a través de ellos a sus padres, hermanos y a la comunidad. Opinan que "si desde la educación básica se aportan conocimientos cívicos, habilidades para la convivencia y se modifican actitudes frente al significado de la ley, la próxima generación de estudiantes puede ser el electorado clave para efectuar cambios a largo plazo".

*Directora de Evaluación y Acompañamiento Secretaría de Educación del Distrito Capital

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