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La desmesura de Restrepo

La desvergüenza con la que Uribe defiende la clandestinidad de Restrepo, y la caja de resonancia que ha tenido su manifiesto político, son un indicio del alcance que pueden tener sus ideas en el futuro.

León Valencia
18 de febrero de 2012

Caso muy triste. Luis Carlos Restrepo es un intelectual brillante y en la década de los noventa se ganó la admiración y el respeto de mucha gente escribiendo libros para exaltar la solidaridad entre los seres humanos y promover la paz y la reconciliación entre los colombianos, pero luego saltó a la política y en ese mundo se extravió en un laberinto de engaños y desmesuras.

La primera desmesura de Restrepo como alto comisionado de Paz fue buscar un estatus político para los paramilitares. A nadie le cabía en la cabeza que estas fuerzas pudieran echar mano de la milenaria tradición del delito político para ingresar a la vida civil. Pero el comisionado se inventó mil argumentos para presentarlas como organizaciones sediciosas y logró que el Congreso de la República les asignara este carácter en la Ley de Justicia y Paz.

Carlos Castaño, que andaba en tratos con Estados Unidos y había empezado a entender los límites de su azarosa aventura, advirtió el desafuero y les aconsejó a sus compañeros de armas que lo mejor era aprovechar la figura de sometimiento a la justicia y tramitar unas garantías procesales para acortar las condenas y salir a disfrutar sus riquezas en un tiempo no lejano. Restrepo, prestando sus oídos a Mancuso y Báez, se empeñó en presentarlos como insurgentes ante los tribunales.

No pudo cumplir esa descabellada promesa que protegía a los paramilitares de la extradición y de paso les abría el campo para que se convirtieran en un partido que agruparía a la manga de aliados políticos que habían conquistado en la ilegalidad en el atroz proceso de violencia que desataron entre 1998 y 2003. La Corte Constitucional, mediante la sentencia C 340, tumbó la pretensión.

Ese fue el punto de quiebre de toda la negociación con las autodefensas. De ahí en adelante todo quedó en manos de la Justicia nacional y extranjera. Los jefes paramilitares se sintieron engañados y traicionados. No otro es el origen de la profunda enemistad con el gobierno de Uribe. Lo que había de ser una paz tranquila se transformó en una cadena de venganzas.

Pero Restrepo no solo abrigó la ilusión de insertar a los paramilitares en la política. También quiso aportar su grano de arena a la destrucción de las Farc. En el delirio en que andaba creyó que esta guerrilla, después de los grandes golpes recibidos entre 2003 y 2007, estaba a punto de desmoronarse y bastaba con organizar algunas desmovilizaciones reales o ficticias de frentes y compañías para que cundiera la derrota y se produjera una debacle en sus filas.

De esa quimera nació la desmovilización de la Compañía Cacique La Gaitana de las Farc, que hoy tiene al excomisionado huyendo de la justicia acusado de peculado por apropiación, fraude procesal y fabricación y tráfico de armas de uso privativo de las Fuerzas Militares.

El manifiesto político que lanzó en estos días tiene las mismas trazas de enajenación. Promover un gran movimiento político y una Asamblea Nacional Constituyente para contener la reelección de Juan Manuel Santos, acorralar a la Justicia y garantizar el retorno de Uribe al poder, no se aparta mucho de las anteriores ilusiones y desmesuras.

Pero no hay que tomarlo a la ligera. Ya hemos visto que en nuestro país los despropósitos tienen larga vida y salud. Si las cosas siguen como van, Restrepo puede conseguir el asilo con algún gobierno amigo de Uribe. Así mismo, ayudado por los medios de comunicación y apuntalado en su verbo fácil y en su capacidad de urdir afrentas y conspiraciones, puede insuflar un nuevo aire a las fuerzas uribistas.

La desvergüenza con la que Uribe defiende la clandestinidad de Restrepo, y la caja resonancia que ha tenido su manifiesto político, son un indicio del alcance que pueden tener sus ideas en el futuro. No sería extraño que en las próximas semanas apareciera una fracción parlamentaria respaldando estas iniciativas y que grupos de empresarios se manifestaran a favor de las acciones intrépidas que propone el excomisionado de Paz.

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