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La despedida de Savater

Pensar diferente, sin gavillas, cuesta, pero vale la pena hacerlo, así eso nos ponga un blanco en la espalda por incómodos.

Luis Carlos Vélez
27 de enero de 2024

El despido del escritor y filósofo Fernando Savater como columnista del diario El País de España sería tan solo una anécdota en Colombia si no dibujara tan fielmente las tendencias políticas y mediáticas que hoy reinan en nuestro país.

El escándalo empieza cuando, de manera contundente, el prestigioso diario, con profundas raíces en nuestro medio nacional a través de la prestigiosa cadena Caracol Radio, tomó la determinación de sacarlo de sus filas luego de que el intelectual publicó su libro de memorias Carne gobernada. Aquí hace una reflexión sobre la evolución de su postura política y una no tan velada crítica al periódico que ayudó a fundar y por el cual trabajó durante poco más de 47 años.

Sus palabras fueron reforzadas en una extensa entrevista entregada al diario El Mundo, competencia de El País, en la que Savater no se guardó nada en contra del Gobierno de izquierda de Pedro Sánchez. El escritor decantó un país en decadencia y dijo: “Se ha filtrado por todos lados esta manía de que mientras no nos gobierne la derecha, todo va bien. Solo con que el señor que gobierna diga que él es de izquierda, está todo en su lugar. Insisto, no importa cómo gobierne, sino que se diga de izquierda. Se cree que si gobernara la derecha, todo sería peor, aunque nadie se moleste en indicar por qué”. Contundente.

La reflexión de uno de los intelectuales más importantes del siglo cae como anillo al dedo a Colombia, donde también se ha demonizado a todo aquel que no se alinee a las filas del progresismo. No solamente desde la política, sino también desde la academia y el unanimismo de los medios, se ha establecido toda una campaña voraz de desprestigio contra aquellos que no comparten el mismo dogma que se ha tomado sin vergüenza el curubito de lo que supuestamente es lo correcto, apropiándose de una añorada superioridad intelectual que condena despóticamente a los que se atreven a preguntar.

“Es que hoy ya nadie se ocupa de refutar las tesis, directamente te refutan a ti. Este pensamiento funciona así: ‘Si me dice Ud. tal argumento, quiere decir que Ud. es un facho o un xenófobo’. No hay manera de discutir, ya que si voy ganando en la discusión, me convierto en un monstruo espantoso. Y si me callo, gana Ud.”, dice Savater. Genial.

“Se ha consagrado la idea de que lo normal es ser progre y quien no lo sea, pues entonces es anormal –concluyó–. Hemos sido pocos los que observamos que eso no es así. Hay que decir que los educadores colaboraron mucho en generalizar que había que meterle en la cabeza a la gente que la izquierda es lo único que está bien. Así, el resto poco a poco nos hemos ido quedando en el rincón de las hormigas”.

Ese rincón de las hormigas al que refiere Savater es precisamente la esquina que han creado académicos, periodistas, ejecutivos y hasta matoneadores de redes para apedrear y lapidar a los que no comparten su línea para atacarlos principalmente por las formas: son los tonos, dirían algunos; son paramilitares, asesinos, criminales, mal educados, insensibles, dirían otros.

Este unanimismo de alta superioridad intelectual es el culpable de la llegada del Gobierno de Gustavo Petro. Su alianza con otros sectores, claramente no tan santos, sirvió de plataforma para que la actual administración se alzara y, por lo tanto, se convierten en corresponsables del desgobierno que actualmente socava hasta lo más profundo de nuestro país.

Lamentablemente, pienso que continuarán. Esta mala experiencia de la izquierda revanchista en Colombia no será suficiente para hacerlos pensar diferente y escuchar otras voces. En nuestro país pasan y pasarán cosas como las que denuncia Savater, y que hoy lo apean de poder seguir escribiendo en el diario que él mismo ayudó a construir. Así opera el progresismo, con supuestos modales y elegancia, pero con inmensa intolerancia y poco deseo de debatir.

Que no se entienda esta columna como una defensa de la derecha. Son igual de intolerantes, aunque con diferentes métodos. Como da a entender Savater, no acostarse con los progres no significa dormir con el otro lado, significa simplemente pararse en la línea para discutir, contar las cosas como son y buscar acciones, no ideologías, para el beneficio de todos. No se equivoquen. Después de Petro, los que sacaron a Savater en Colombia harán fila para eliminar a quienes no piensen igual, si es que ya no está pasando. Pensar diferente, sin gavillas, cuesta, pero vale la pena hacerlo, así eso nos ponga un blanco en la espalda por incómodos.

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