Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

La devastadora locura de los hombres

Estás mal si le pegas a tu pareja, quieres tener sexo por la fuerza con una integrante de tu partido o usas tu posición dominante para ganarte un polvo.

Yezid Arteta, Yezid Arteta
25 de enero de 2018

Uno de los diez mejores textos de la literatura colombiana en todos los tiempos, pienso, lo escribió una ex reina del Carnaval de Barranquilla: Marvel Moreno. En diciembre llegan las brisas (1987) se titula la obra en la que Marvel, con su talentoso desparpajo caribeño, describe la perversa armadura de clases que prevalece en Barranquilla y la ingeniosa resistencia de las mujeres de la burguesía local para confrontar “la devastadora locura de los hombres”. Explica la columnista Florence Thomas en el prólogo de una de las ediciones del libro que el relato de Marvel dice más que cientos de discursos académicos sobre el sometimiento de la mujer.

“Yo escribo para que ustedes sepan, para que comprendan, grito para que me oigan, voy adelante para mostrarles el camino”, escribió Flora Tristan a guisa de nota preliminar en su libro Peregrinaciones de un paria (1836). Flora, la mujer de raíces peruanas, luchó por los derechos de los proletarios en los arrabales de París e instó a que las mujeres atormentadas por el infortunio hablaran de sus dolores. Flora fue perseguida por sus ideales, amen de recibir unos balazos por parte de un esposo insignificante.

Menciono a Marvel y Flora en un año crucial para la mujer, un periodo que alguien ha llamado como la “era pos-Weinstein”. El reclamo de la mujer logró derribar a Harvey Weinstein, uno de los más poderosos ejemplares del machismo empotrado en Hollywood, lugar en el que se fabrica buena parte de los valores culturales que dominan este mundo. Con este precedente quedan pocos reductos en los que las mujeres no puedan libremente ajustar cuentas con un sistema ideológico que las ha puesto en un lugar subalterno, asimismo deshacer la aureola de muchísimos hombres que han usado el poder y el dinero para arruinar vidas. “Este es nuestro año”, me dijo con resolución una médica que ha estado esperando este momento.

No soy nadie para decirle a las mujeres que es los que tienen que hacer en esta lucha por la igualdad de género, pero como hombre si tengo que decirles a otros hombres que son obsoletas todas las argumentaciones dirigidas a detener o modular la revolución del siglo veintiuno: la demolición del patriarcado. La mayoría de los hombres entendemos poco o nada de la naturaleza de la mujer. La igualdad de género, compa, no es un asunto meramente legal sino un problema asociado a nuestro engranaje mental. El chiste flojo, el alegato pueril, los rodeos semánticos y literarios no son más que coartadas para justificar una construcción política, ideológica, cultural, religiosa y legal que nos ha otorgado a lo largo de la historia una posición dominante respecto a la mujer. La controversia, compas, no es contra la mujer sino contra nosotros mismos.

De nada, compa, sirve que tu partido u organización diga en sus estatutos que lucha por la igualdad de género, si le pegas a tu pareja, quieres tener sexo por la fuerza con una integrante del partido, usas tu posición dominante para ganarte un polvo o bajo los efectos del alcohol te pasas de la raya con la chica que sólo quiere bailar una pieza contigo. Eso, compa, debes ordenarlo en tu cabeza a riesgo de que, con toda razón, te metas en un lío.

Dicho esto, admiro a Marvel Moreno porque me gusta la buena literatura, por atreverse contra el machismo y porque nadie ha descrito a la gente de Barranquilla mejor que ella. Me rindo ante Flora Tristan por siete razones: por su Viaje al Perú en busca de sus raíces latinas, por que vivió como obrera explotada en París, porque fue una mujer de acción y no una simple pantallera, porque en el siglo diecinueve mandó a la mierda a su marido abusador, porque escribió en medio de la adversidad, porque defendió los derechos de los asalariados y porque le mostró el camino a Marx.  

En Twitter: @Yezid_Ar_D

Blog: En el puente: a las seis es la cita