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La escabrosa ruta para Venezuela

No hay cómo exagerar al describir la agitación política y social que vive Venezuela ante unas nuevas elecciones presidenciales el próximo 14 de abril.

John R., Norman Pino
24 de marzo de 2013

Los rumores sin control han sustituido a la casi total ausencia de información y la inquietud se ha apoderado de los venezolanos de ambos bandos desde que el controvertido presidente-dictador Hugo Chávez emprendiera su último viaje a Cuba el 10 de diciembre pasado. La confusión ha dado paso a la incertidumbre desde el anuncio de su muerte hace dos semanas, en gran parte debido a las serias deficiencias de liderazgo del presidente encargado Nicolás Maduro.

Designado como Vicepresidente cuando Chávez ganó las elecciones de octubre pasado, Maduro ha venido actuando como presidente de facto desde que su mentor, ya para entonces posiblemente fallecido, no asistiera a su toma de posesión el pasado10 de enero. Los traspiés de Maduro y su gobierno han sido monumentales; al principio hicieron numerosos y absurdos esfuerzos para ocultar la fatal condición médica de Chávez; al final, no fueron capaces de evitar las monumentales pifias de protocolo que muy probablemente influyeran para que las mandatarias de Argentina y Brasil abandonasen Caracas antes del funeral.

Pero Maduro y el gobierno no sólo han cometido deslices. También han hecho caso omiso de la Constitución dos veces en dos semanas; primero tomando el lugar del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, como presidente interino; y luego convocando a la celebración de elecciones presidenciales en un plazo de 40 días para cubrir el cargo vacante, y no en los 30 días que ordena la Constitución. Algunos comentaristas han dicho que ciertamente ello no es importante, pues numerosas fuentes afirman que Chávez murió el 28 de diciembre, ocultándose el anuncio durante dos meses.

A pesar de la incertidumbre, el disgusto y la inseguridad reinantes, una cosa es evidente: los chavistas tendrán que hacer mucho más esfuerzos ilegales que los que hicieron en octubre para asegurar la elección de Maduro frente a Henrique Capriles, quien obtuvo el 45% de los votos en contra de la mítica figura de Chávez.

Maduro, quien nunca se ha medido en elecciones populares, tiene poca educación formal y una experiencia profesional más bien limitada, se ha desempeñado como sindicalista y conductor en el Metro de Caracas, y fue Ministro de Relaciones Exteriores. Abiertamente rechazado por numerosos partidarios de Chávez, no cuenta con mucho apoyo popular: el pasado viernes, centenares de habitantes del popular barrio caraqueño de Catia recibieron su visita con una andanada de gritos y un estruendoso cacerolazo.

De Maduro resultar electo, enfrentará una situación económica seriamente deteriorada. La deuda pública venezolana pasó de $ 24 mil millones de dólares, cuando Chávez fue electo por primera vez en 1998, a más de $ 90 mil millones en la actualidad. La tasa actual de inflación, estimada en un 28%, seguramente se incrementará como resultado de la devaluación de la moneda en un 33% en febrero a 6,3 bolívares por dólar, mientras que la tasa de cambio en el mercado negro se disparó a 22 bolívares. Una situación como esta es simplemente inimaginable en un país que tiene la mayor reserva petrolera del mundo.

El candidato de la oposición, Henrique Capriles, tendría que enfrentar un conjunto similar de desafíos. Sin embargo, tiene la ventaja de no llevar a cuestas el burocrático, corrupto y abultado equipaje de los chavistas, y cuenta con una sólida experiencia ejecutiva como gobernador del estado Miranda, que incluye gran parte del área metropolitana de Caracas.

Capriles, dinámico abogado de 40 años de edad, se ha mantenido invicto en cuatro elecciones para alcaldes y gobernadores, derrotando a dos anteriores Vicepresidentes de Chávez, y sólo ha perdido frente a Hugo Chávez en octubre pasado. Sus 12 años de ejercicio gubernamental han sido sólidos, sustanciales y libres de escándalo alguno.

Muchos han estimado que su actitud liberal durante las presidenciales de octubre, cuando prometió continuar los amplios programas sociales de Chávez y mantener los embarques a precios preferenciales de 100.000 barriles de petróleo diarios a Cuba, era necesaria para luchar contra Chávez. Esta vez, está asumiendo posiciones mucho más firmes, atacando directamente a Maduro y señalando con determinación la participación de Cuba en los asuntos internos de Venezuela. Al igual que en octubre, ha prometido visitar todos los estados de Venezuela en apenas cuatro semanas.

A estas alturas, la elección luce muy reñida como para aventurar un resultado. Un Maduro débil tiene las ventajas de manejar el poder, disponer de una fuerte aunque fracturada organización política y contar posiblemente con el voto-simpatía de Chávez. Capriles, por su parte, cuenta con un impecable record ejecutivo, un fuerte carisma de campaña y una oposición bien organizada. Los venezolanos están frente a una clara decisión el próximo 14 de abril.

*John R. Thomson, analista geopolítico y ex diplomático, se centra en el mundo en desarrollo. Norman Pino De Lion, ex embajador venezolano, es colaborador del diario venezolano El Universal y de Analitica.com.

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