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La exportación del hambre

Semana
25 de marzo de 2002

De acuerdo con Naciones Unidas, cerca de 830 millones de personas en el mundo no tienen acceso adecuado a los alimentos. La causa, sin embargo, no es la escasez de alimentos sino la escasez de poder adquisitivo.

Una investigación efectuada por Food First demuestra que en el mundo se producen cada día mil 952 gramos de alimentos por persona, incluyendo vegetales, cereales, pescados, carne y granos, que son suficientes para nutrir a todo el planeta.

Pero muchas personas tienen hambre porque son demasiado pobres para comprarlos. Toda discusión acerca del hambre es incompleta sin un debate sobre la economía.

De los 830 millones de hambrientos, una tercera parte vive en la India. Sin embargo, en 2000 el gobierno indio tuvo un excedente de 60 millones de toneladas de granos para consumo humano, la mayor parte de las cuales se pudrió en los graneros.

En lugar de dar ese excedente a los hambrientos, el gobierno tenía la esperanza de exportarlo para obtener divisas. Incluso cesó de comprar granos a sus propios agricultores, dejándolos en el desamparo. Los agricultores, que quedaron endeudados por haber comprado costosos fertilizantes químicos y pesticidas, se vieron forzados a quemar sus cosechas. Algunos consumieron los pesticidas para acabar con sus vidas.

Al mismo tiempo, el gobierno indio compró grano a Cargill y a otras corporaciones estadounidenses, pues la ayuda que el país recibe por parte del Banco Mundial estipula la obligación de hacer tales compras. Esto significa que actualmente la India es el mayor importador del mismo tipo de granos que exporta. Ello no tiene sentido ni desde el punto de vista económico ni desde ningún otro.

Pero esta situación no sólo se da en la India. En 1985, Indonesia recibió la medalla de oro de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, por haber alcanzado la autosuficiencia alimentaria. Sin embargo, en 1998 se convirtió en el mayor receptor de ayuda alimentaria del mundo. ¿La causa? La crisis financiera asiática.

Los bancos y las industrias cerraban. No había escasez de alimentos sino que la gente era demasiado pobre para comprarlos. Y ¿qué fue lo que hicieron Estados Unidos y otros países como Australia? Olfatearon la oportunidad de deshacerse de sus propios excedentes de trigo en nombre de la "ayuda alimentaria" y entregaron el cereal a modo de préstamos blandos a Indonesia. Olvidaron que los indonesios no comen trigo.

Hay un creciente énfasis en el mundo en desarrollo en la exportación de productos agrícolas. Alrededor de tres cuartos de los países en los que existe desnutrición infantil exportan alimentos. Durante la hambruna en Etiopía en los años 80, por ejemplo, el país exportaba judías verdes a Europa.

Cada vez más países están contaminando su aire, su tierra y su agua para cultivar productos para el mercado occidental en lugar de cultivar alimentos para su propio pueblo. Tierras agrícolas de óptima calidad están siendo envenenadas para proporcionar a los occidentales productos de lujo. Y lo que es peor, los réditos de esas exportaciones no llegan a la mayoría de los trabajadores pobres en el Tercer Mundo.

Estados Unidos presenta a su ayuda como un acto de generosidad, pero en realidad siempre ha sido una herramienta política para controlar el comportamiento de los países del Tercer Mundo, forjar sospechosas alianzas y comprar cooperación.

Con el fin de la Guerra Fría, la ayuda se convirtió en un plan para hallar nuevos mercados para la agricultura estadounidense. Y últimamente es usada para inundar el mercado con alimentos que contienen transgénicos y que son rechazados por los consumidores en Occidente porque se conoce muy poco acerca de sus efectos a largo plazo sobre los seres humanos y el medio ambiente.

Pero la cuestión más importante tiene que ver con el hecho de que la ayuda alimentaria usualmente no es gratuita. Es un préstamo, aunque a bajas tasas de interés. El trigo que Estados Unidos envió a Indonesia durante la crisis de 1999 debe ser pagado durante un período de 25 años. De este modo, la ayuda alimentaria ha servido a Estados Unidos para tomar el control de mercados de granos en India, Nigeria, Corea y otras partes del mundo.

Esto no quiere decir que el concepto de ayuda alimentaria deba ser rechazado por completo. Mientras que muchos países pueden ser autosuficientes en materia alimentaria puede haber unos pocos que necesiten asistencia. Sin embargo, la ayuda tendría que respetar ciertos principios.

En primer lugar, los alimentos deben ser enviados cuando la gente los necesite, es decir enseguida. En segundo lugar, no deben ser usados como una herramienta política, como sucedió en Corea del Norte, donde la hambruna hizo que el país se pusiera de rodillas antes de que la ayuda alimentaria fuera entregada. En tercer lugar, los alimentos deberían procurarse localmente o regionalmente en tanto sea posible. Y en cuarto lugar, la ayuda debería ser sensible ante los aspectos culturales, es decir, tiene que consistir en alimentos que la gente realmente consume y no en aquellos de los que el país donante se quiere deshacer.

(Copyright IPS)

* Anuradha Mittal es codirectora del Institute for Food and Development Policy (Food First)

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