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La fatalidad de la izquierda en Colombia

Mientras hace catarsis de sus errores, la izquierda arriesga a jugar un papel marginal en las elecciones de 2014 y quedar borrada de su representación parlamentaria.

Semana
14 de diciembre de 2012

A menos de un año del arranque de las campañas electorales y cuando se cumple más de una década en la que dos tercios de los latinoamericanos viven bajo gobiernos de izquierda el panorama para esta es más que lúgubre en Colombia. Es como si se hubiera posado sobre ella la maldición familiar de Tántalo y Atreo en la mitología griega con una sucesión de canibalismo, infidelidades y desavenencias, y cuyo pecado original ha sido la anacrónica persistencia de la lucha armada.
 
Y no es para menos. Después de unos esperanzadores resultados de Luis Eduardo Garzón en el 2002, de Carlos Gaviria en el 2006 y una muy destacada actuación de Petro en el 2010, la izquierda arriesga no solo a jugar un papel marginal en las elecciones presidenciales de 2014, sino también a quedar borrada de representación parlamentaria.
 
No es que la izquierda carezca de una sólida base de electores. Según la encuesta de Cifras y Conceptos, contratada por la Corporación Arco Iris, un 28 por ciento de los encuestados votaría por la izquierda en las próximas elecciones presidenciales de 2014. Esa es una base más que suficiente para buscar el apoyo de sectores moderados y disputar las elecciones. El problema es que ninguno de sus líderes parecería concitar el consenso mínimo o reunir las condiciones –llámese Antonio Navarro, Angelino Garzón, Jorge Enrique Robledo, Clara López, Piedad Córdoba o Lucho Garzón- para encarnar una opción viable en las próximas elecciones presidenciales.
 
La dificultad es más aguda cuando habría un presidente como Santos en busca de la reelección, pero que a diferencia de 2006 no genera la animosidad de Uribe. Es allí donde la izquierda, al menos la pragmática y quizá más representativa, puede terminar plegada a la reelección del presidente.
 
Visto en términos de partidos, la fragmentación de sus fuerzas entre el Polo Democrático Alternativo, el movimiento Progresistas y el movimiento Marcha Patriótica puede conducirla a quedar sin representación en el Congreso. Si bien el Polo Democrático Alternativo obtuvo algo más de 800 mil votos en las elecciones al Senado de 2010 el efecto de su división interna y, sobre todo, la debacle de la Alcaldía de Samuel Moreno aún no ha pasado plena factura a su votación parlamentaria.
 
Un indicador puede ser lo que le sucedió al Polo en Bogotá. De la histórica cifra de 915 mil votos que obtuvo Samuel Moreno en el 2007 pasó a los ínfimos 32 mil de Aurelio Suárez en las elecciones a la Alcaldía en octubre del 2011.
 
Así, el Polo, el partido que había logrado reversar el proceso de desafiliación partidista ocurrido en Colombia desde mediados de la década del sesenta y que obtuvo 10 curules al Senado en el 2006, tendrá con probabilidad muchas dificultades para superar el umbral del 3 por ciento, una cifra cercana a los 370 mil votos, para el reconocimiento de los partidos políticos que comienza a aplicarse en las elecciones parlamentarias de 2014.
 
Buena parte de la suerte y del futuro próximo de la izquierda en Colombia está en manos de la reincorporación de sectores de la guerrilla como resultado de las negociaciones, algo todavía muy incierto a estas alturas, y de cómo Petro oriente el movimiento Progresistas de cara a las parlamentarias de marzo de 2014.
 
No obstante, tampoco la tendrá fácil. El Alcalde debe concentrarse en los inmensos retos de su gestión. También carece de figuras dentro de sus propias filas y seguro en sus cálculos tendrá en cuenta amagues de deslealtad de algunos de los concejales que eligió en su lista en las pasadas elecciones en Bogotá.
 
El panorama para la izquierda en Colombia no es alentador. México, el otro país latinoamericano que hasta ahora parece vacunado contra gobiernos de izquierda, ha tenido alcaldes exitosos al frente del gobierno del Distrito Federal y aun así lleva lustros intentando, con mejor suerte, pero sin éxito llegar al poder. Y eso que el Partido de la Revolución Democrática ha logrado mayor representación parlamentaria y poder regional que sus pares colombianos.
 
Parece que antes que futuro la izquierda en Colombia se dedica a hacer catarsis del desastre de corrupción del Polo en Bogotá y de la asunción de arlequines contemporizadores en lo ideológico, mientras, como dicen algunos analistas, la gran política seguirá siendo una disputa no entre izquierda y derecha sino entre derecha y extrema derecha.

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