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La importancia de sentar al ELN en la mesa

El autor escribe sobre la trascendencia que tendría para el país que esta guerrilla estuviera en las conversaciones de paz.

Luis Eduardo Celis
4 de julio de 2013

El ELN acaba de cumplir 49 años de existencia, ha sido noticia en los últimos días por la reunión de Nicolás Rodríguez Bautista, su máximo comandante, con el jefe de las FARC, Timoleón Jiménez y por haber liberado al cabo tercero Carlos Fabián Huertas.

Ha sido una semana en la que nuevamente se habla de esta guerrilla, que para algunos es un misterio en sus apuestas políticas: no se sabe si se abrirá una mesa de diálogos y negociaciones con el presidente, Juan Manuel Santos, si hay suficientes coincidencias en una posible agenda y unos mecanismos para llevarla adelante o si las diferencias entre los dos, siguen a tal punto de imposibilitar que sea posible un cierre del conflicto armado, simultaneo con FARC y ELN. Tampoco si el ELN, permanecerá en un conflicto del cual ha sido protagonista por ya casi medio siglo y que al día de hoy, ubica que esta guerrilla tiene presencia permanente en por lo menos 90 municipios del país, lo cual no es una cifra menor.

Si fuera por las declaraciones, no deberíamos tener ninguna duda de la voluntad de paz del ELN. Nicolás Rodríguez Bautista, quien lleva toda la vida en esa organización -ingresó al ELN en 1964, a los 14 años- ha sido reiterativo en estos últimos años, de la firme voluntad del ELN de contribuir con sus ideas y energías, al propósito nacional de la paz.

Pero de ¿cuál paz habla el ELN? Esa es una consideración a dilucidar, y por sus pronunciamientos y documentos públicos, uno puede establecer que esa guerrilla se ubica en un discurso y una comprensión de paz, donde sea posible una vida digna y plena de posibilidades para quienes habitamos en esta Colombia, punto en el que se puede coincidir, pero difiriendo de los métodos de violencia e imposición, la pregunta que se deriva es ¿si para lograr todas las aspiraciones que tiene en su ideario el ELN, está dispuesto a alcanzar un acuerdo con el gobierno y continuar sus búsquedas sin armas y buscando apoyo ciudadano?

El ELN de hoy es una fuerza con mayor orden y organización de lo que era hace una década: luego de sufrir importantes derrotas en varias zonas de presencia histórica entre los años de 1995 y 2002, siendo de resaltar oriente Antioqueño, nordeste y bajo cauca, Cesar y parte del Magdalena Medio, esa guerrilla sintió el rigor de una dura confrontación con los paramilitares y la fuerza pública, que en no pocas ocasiones actuaron coordinadamente, golpeando no solo la fuerza militar de esa guerrilla, sino su vocación por construir vínculos comunitarios.

Un ELN, disminuido y “atrapado” entre resistir, recomponerse y buscar un acuerdo negociado, vuelve a jugar en este largo conflicto, mostrando de cuando en cuando, que sigue siendo una fuerza activa, silenciosa y perseverante, que con acciones como el ataque a una patrulla del Ejército en Chitaga hace seis semanas, donde hubo doce militares muertos, cuatro heridos y la captura del Cabo Huertas. Esto  evidencia que es una fuerza con capacidad de afectar a un contradictor muchísimo más fuerte, como lo es la fuerza pública Colombiana, pero no invulnerable y que pese a su enorme tamaño y recursos no ha podido controlar a una guerrilla, con la que es mejor estar atento y no abandonarla al ostracismo, menos aun cuando la guerrilla de mayor tamaño, presencia e iniciativa, como lo es las FARC, está en un proceso de cierre del conflicto, que va andando, y en medio de tensiones y dificultades, puede ser exitosa.

Una negociación con el ELN puede iniciar en las próximas semanas. Si el ELN, da el paso que el presidente le ha colocado como condición; la liberación del ciudadano Canadiense Jernoc Wobert, secuestrado desde enero de este año y si las dos partes valoran y logran coincidencias en el tipo de proceso que están dispuestos a asumir.

La negociación pendiente no se puede desentender del diálogo en curso con las FARC. Es un espejo en el cual Gobierno y ELN se reflejan, no tiene por qué ser idéntica, si así fuera, bastaría con que esa organización se integrara a la mesa ya existente en La Habana, asunto que nadie quiere, ni Gobierno, ni FARC y mucho menos ellos, el ELN. Esto implica establecer un proceso autónomo, con su propia agenda y metodología, pero que muy seguramente no va a ser tan diferente del que actualmente está avanzando.

Lo sustancial de las negociaciones con las guerrillas, son las reformas que salgan del proceso. Del que está andando saldrá un reordenamiento del tema rural y de las formas de hacer política y de cómo se podrá participar, en muchas regiones donde la guerra y el autoritarismo se impuso por medio siglo, y la garantía que los derechos de las victimas serán reconocidos, esto se está perfilando, son temas igualmente de interés del ELN, donde pueden encontrar formas de articulación con lo ya construido como referentes por Gobierno y FARC.

Una agenda con ese grupo, puede incorporar un debate y la búsqueda de alternativas para desarrollar los temas minero-energéticos en condiciones más apropiadas y responsables con el medio ambiente, las comunidades, los territorios y los intereses regionales y de la nación, esto no está para nada bien y así como hay mucho por reformar y transformar en los temas rurales, igualmente se puede incorporar este gran tema, para propiciar y motivar al ELN, que dé el paso a un acuerdo negociado.

La paz debe incorporar al ELN, con sus propuestas y lógicas, para que concurran a procesos sociales y políticos más amplios, esto es deseable y posible, con el liderazgo del Gobierno del presidente Santos, sin temores de lado y lado, ubicándose en que es posible un proceso, con participación social y política, amplia y diversa, como ha insistido el ELN y con una agenda acotada, como es la pretensión del gobierno, si el Gobierno quiere un proceso muy limitado en participación es difícil un punto de encuentro. Si el ELN, quiere una agenda de reformas muy extensas, es imposible un encuentro con Santos.

Estamos en un momento de la historia nacional, donde el acuerdo pactado es posible, porque el conflicto se ha vuelto antieconómico para el establecimiento  y las reformas en el mundo rural y en la política son necesarias, como lo son en el tema minero-energético y por supuesto, en reconocer y garantizar los derechos de las victimas si queremos cerrar heridas y mirar al futuro, con posibilidades reales de convivencia.

La paz con el ELN, es deseable y posible; depende de la capacidad y decisiones de ellos, del gobierno nacional y la sociedad civil interesada y comprometida, esperamos con expectativa que se abra esta mesa, no en los próximos meses, sino en semanas.

*Luis Eduardo Celis Méndez
Analista en temas de conflicto y paz

Twitter: @luchoceliscnai

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