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JOSÉ MANUEL ACEVEDO M.

La muerte de los verdes

Enterremos a los verdes y esperemos que la madre Laura cuide de sus pobrecitas almas.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
25 de mayo de 2013

Fue larga la agonía. El Partido Verde se mantuvo en pie a pesar de sí mismo, a pesar de sus incoherencias ideológicas y su temprano y desmedido apetito burocrático. Todavía no sé qué le hizo más daño: si su vinculación con el uribismo o su posterior y rápida entrada a la unidad nacional como si nada. 

Será recordado, eso sí, como el partido huérfano de padres vivos. Antanas Mockus, Sergio Fajardo, Enrique Peñalosa y aún Lucho Garzón, se largaron y dejaron un engendro al cuidado de una nana que no sabe cómo mantenerlo en pie. Pobre Alfonso Prada. Ha hecho de todo para ser un buen padre, pero en el fondo es sólo la niñera que se encariñó con la criatura y aunque se esfuerce por salvarlo, la verdad es que al Partido Verde ya no hay quién lo rescate.

Todos lo usaron y manosearon a su antojo. Mockus, para lanzarse a la Presidencia; Fajardo, para convertirse en flamante gobernador de Antioquia; Peñalosa, para intentar hacerse con la Alcaldía de Bogotá, y Lucho, para ser el consejero presidencial que escribe desesperado blogs a ver si algún día logra justificar su sueldo de ministro. 

Los verdes pidieron Colciencias y Santos les dio gusto. ¿Alguien sabe qué ha hecho su cuota política, Carlos Fonseca, además de echar para atrás todo lo bueno que había dejado andando Jaime Restrepo, la anterior cabeza del instituto en mención?

La voz de Gilma Jiménez ya ni se oye en el Congreso. Los bonachones de John Sudarsky y Ángela María Robledo se quedaron sólo en buenas intenciones y ni siquiera una candidatura prestada, como la de Antonio Navarro, los puede empujar.

Quedan alcaldes y gobernadores, claro está, que agradecen los avales concedidos por los verdes, y pare de contar. ¡Ah! y uno que otro concejal, por supuesto, como los de Bogotá que aprendieron bien la lección de sus ancestros y hoy por hoy se dedican a perfeccionar su propia alianza burocrática con la administración distrital. Finalmente, a quién le importa. Sin honras fúnebres ni plañideras, lo que quedaba del Partido Verde se puede enterrar.

Al Polo le quedan Jorge Robledo e Iván Cepeda. El MIRA intenta sobreaguar con el voto disciplinado de los cristianos y hasta a Cambio Radical le puede aparecer un ‘Galán’ o un ‘Varón’ que le hagan el honor y le permitan llegar a las próximas elecciones. ¿Qué tienen los verdes, por su parte, para ofrecer? Nada. Por eso su muerte puede ser decretada ya.

¡Cegatones! No había mejor momento para que una alternativa se metiera por el camino de en medio entre el uribismo y el santismo, o del santismo y el otro santismo si, como van las cosas, terminamos con Pacho y Juan Manuel enfrentados por la Presidencia. Esta era la oportunidad de una tercería sólida. Pero no. Enterremos a los verdes y esperemos que la madre Laura cuide de sus pobrecitas almas.

***

Veinticinco años después, la justicia colombiana vino a decirnos lo que todos sabíamos desde el primer día de la masacre en Segovia. ¿Nos irá a pasar lo mismo con el gobernador aquel? 
 
Twitter: @JoseMAcevedo 

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