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La ‘normalidad’ judicial

Este paro -con garrote o zanahoria- pasará, pero los problemas reales de la justicia seguirán ahí y eso es lo grave.

Semana.Com
10 de enero de 2015

No sé si los anuncios de los altos funcionarios del Estado en aquella rueda de prensa conjunta encabezada por el ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez, persuadan a los trabajadores de la rama judicial para que se pongan a trabajar. Tampoco sé si la “estructura monolítica” del Estado de la que habló el ministro para que la justicia vuelva a la ‘normalidad’ sea tan cohesionada como él plantea y logre darnos algún consuelo a los ciudadanos. De lo que sí estoy seguro es de que esta semana, con jueces fallando sus procesos o alzando pancartas en las calles, con ‘normalidad’ –como osan llamarle algunos funcionarios– o sin ella, la situación de la justicia seguirá igual de mal.

Porque lo cierto es que aquí nada de lo que pasa en el sistema judicial es normal y la aspiración de las vacas sagradas del Estado para que todo regrese a su ‘normalidad’ debería ser, en realidad, la peor noticia de todas.

No. Los colombianos no queremos que la justicia vuelva a una normalidad en la que los buenos jueces no dan abasto, así trabajen las 24 horas del día, y en la que la mayoría de los altos magistrados no nos generan ningún tipo de respetabilidad. ¿O cómo se gana la autoridad ante sus funcionarios un personaje como Ovidio Claros, que ha estado salpicado por escándalos como el carrusel de pensiones y que en el pasado perdió su investidura como político por saltarse las reglas? ¿Quién puede respetar a un fiscal que un día llama a que los jueces salgan a las calles para apoyar sus tesis y al otro anuncia medidas severas contra quienes se atrevan a seguir protestando?

Pero del otro lado las cosas no son mejores. Los sindicalistas únicamente se preocupan por solicitar aumentos salariales, por renegociar cosas que sólo hace dos años ellos mismos negociaron. Están pidiendo imposibles en un sector que ha invertido mal sus recursos haciendo el énfasis solamente en los sueldos de los que ya están, sin pensar en focalizar eficientemente sus gastos y desatendiendo absolutamente el componente tecnológico que pudiera ser la salvación para el sector de la justicia. ¿Quién reclama por estas cosas entre los que están protestando?

Este paro -con garrote o zanahoria- pasará, pero los problemas reales de la justicia seguirán ahí y eso es lo grave. Volveremos a lo que todos llaman normalidad, es posible, y seguiremos atrasados 20 años en aspectos informáticos y de innovación como lo reveló recientemente la empresa Nexum en un serio estudio sobre las instituciones colombianas.

Seguiremos en esa ‘normalidad’ en la que el ministro de Trabajo pide que este paro se declare ilegal cuando todavía no sabemos ni siquiera si la anterior protesta del 2012 fue legal o no porque el fallo que debía producir un tribunal de Casanare en ese sentido nunca salió.

Los colombianos tendremos que decidir prontamente si esa es la normalidad a la que queremos volver o si necesitamos algo más para tramitar por las vías constitucionales nuestro profundo descontento con lo que está pasando en la rama judicial.

Se necesita audacia para, por lo menos, intentar nuevos caminos. Soluciones distintas que vayan más allá de lo obvio. Ni el Gobierno ni los jueces ni mucho menos ese esperpento llamado Consejo Superior de la Judicatura, digno de los presidentes que ha tenido, están pensando más allá de sus narices.

Por lo pronto, yo seguiré soñando con un referendo para reformar la justicia cuyo primer punto sería algo así como: ¿Aprueba o desaprueba la inclusión de un parágrafo transitorio en la Constitución para revocar a todos los magistrados de las altas cortes e introducir un sistema de concurso público para que los mejores lleguen a esos cargos? Por algo habría que empezar…

Twitter: @JoseMAcevedo

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