Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

La Paz en manos de los políticos

Cuando el Gobierno de Juan Manuel Santos se embarcó en la difícil e impopular tarea de lograr la paz con las FARC, sabíamos que así existiera voluntad entre las partes, poner de acuerdo a los representantes de cada bando era una misión casi imposible.

Federico Gómez Lara
25 de julio de 2017

Sin embargo, en medio de incontables dificultades políticas, militares y de opinión, luego de casi cinco años de negociación y un plebiscito perdido, por fin los colombianos recibimos la buena noticia de que el conflicto con las FARC había terminado.

Para muchos, ese momento histórico marcaba un punto de inflexión en el destino del país, pues a partir de ahí se empezaría a recorrer el largo y arduo camino hacia la paz. No obstante, el optimismo que se vivió por esos días nos hizo olvidarnos de que al acuerdo aun le faltaba superar su prueba más difícil. Me refiero a la aprobación de las leyes y reformas que se necesitan para garantizar que lo que quedó consagrado en el papel, en efecto, se haga realidad.

El Congreso tiene pendiente todavía discutir y promulgar la ley estatutaria que regula la creación y conformación de la Justicia Especial para la Paz. Mientras que ella no se apruebe, no se podrá poner en marcha el sistema de justicia transicional, ni definir la selección de los magistrados del tribunal de paz, ni la de los miembros de la comisión de la verdad. También está pendiente la reforma política la cual, entre otras cosas, crea las 16 circunscripciones especiales de paz, que buscan garantizar la participación democrática en las zonas más afectadas por el conflicto.

Además, hace falta discutir y aprobar la reforma rural, que debe incluir una ley de tierras que formalice la propiedad, que actualice y modernice el catastro rural y que logre crear un fondo de tierras para darles terrenos a los campesinos que carecen de ellos. Como si eso fuera poco, el Congreso también tiene la tarea de reformar el sistema nacional de regalías para hacer posible la inversión de 1 billón de pesos en vías terciarias en todo el país. Eso para nombrar solo algunas de las labores legislativas que deben salir adelante en este último año de Gobierno, si se quiere que el proceso de paz no quede sepultado.

Esa inmensa responsabilidad que recae hoy en El Congreso, llega en el peor momento. Estando a un año de la elección presidencial, con la estructura de los partidos reacomodándose, las parlamentarias a la vuelta de la esquina, los políticos buscando el árbol que más sombra les dé para no quedarse sin oficio, y un Presidente que cada vez tiene menos puestos para ofrecer, la cosa no pinta nada bien.

Me atrevo a decir que, por estos días, la consolidación del proceso de paz está bien abajo en la lista de prioridades de muchos de los Congresistas. Ellos, como es su costumbre, están más concentrados en el juego político. Lo que buscan con toda su energía es que les den cuotas, puestos en el gabinete, contratos y prebendas a cambio de apoyar las iniciativas del Gobierno.

Pues sepan, señores Congresistas que, aun cuando no lo parezca, este no es momento de política. Ustedes, los que creen en la paz, deben enfocar todos sus esfuerzos en lograr que el proceso salga adelante. Como están las cosas, es muy posible que en el 2018 la derecha vuelva a tomarse el poder y, en ese escenario, todo puede pasar.

Les queda un año para dejar de lado los egos, los intereses personales y las aspiraciones del uno y del otro. Fueron ustedes quienes después de la derrota del Sí en el plebiscito se encargaron, con su voto, de darle vida al acuerdo del Teatro Colón. No tiene presentación que, ahora, cuando la paz los necesita, se queden paralizados y condicionen su voto y su trabajo a que les den o no, una tajada del pastel burocrático.

Ustedes están acostumbrados a recibir. Pero este, señores, es momento de dar, de ser coherentes, de votar por sus ideas y por el bien de todos y de hacer a un lado, así sea por un rato, sus agendas personales que ya suficiente daño nos han hecho.

@federicogomezla

Noticias Destacadas