Home

Opinión

Artículo

La paz sigue lejos

El teniente coronel significa dos cosas para las farc: contar con una retaguardia estratégica y tener un aliado en busca de legitimidad.

Semana
31 de mayo de 2008

Es ingenuo pensar que la muerte de 'Tirofijo' se traducirá en que ahora sí las Farc entrarán a un proceso de paz serio. El grupo subversivo está en su momento de mayor debilidad histórica y aun para el más ciego es evidente que ya nunca alcanzarán su objetivo de conseguir el poder.

Pero hay tres elementos que impiden que el nuevo Secretariado de las Farc comprenda y acepte que se alcanzó el punto de quiebre, aquel en que ya no hay retorno, en el cual las ventajas de dejar las armas son mayores a las de seguir en la guerra y a partir del que no es posible cambiar la ecuación.

Uno es la incertidumbre sobre si la política de seguridad democrática continuará más allá de 2010. Las Farc confían en que Uribe no pueda presentarse a un nuevo período y en que el nuevo presidente esté dispuesto a hacerles concesiones "en la búsqueda de la paz" que les permitan tomar aire y recuperar al menos parte de la fuerza perdida. La tradicional inconsistencia estatal en la materia, que ha oscilado entre la entrega de beneficios y ventajas a los grupos insurgentes como caramelo para una negociación, y el uso de la Fuerza Pública para combatirlos, les da una base histórica para esa esperanza. Ayudan la aparente ausencia de candidatos alternativos al Presidente y la confusa posición del Polo sobre qué se debe hacer frente a las Farc.

El otro factor que aleja la posibilidad de un proceso de paz es el narcotráfico. A diferencia de las guerrillas centroamericanas, que dependían de los recursos que les entregaban los países comunistas, las Farc, y ahora el ELN, son autárquicas y se bastan con los dineros que reciben de las drogas. El flujo parece haber disminuido, pero también son hoy menos de la mitad los hombres que necesitan mantener. Las Farc le apuestan a contar con el dinero que les permita sobrevivir. Esa autosuficiencia, sin embargo, ha empezado a ser sólo aparente: aunque cuentan con la plata, la presión de la Fuerza Pública ha generado el aislamiento de los frentes, cada día más hondo en la selva y más arriba en el monte, de manera que les está siendo imposible contar con la logística que les es indispensable. De nada sirve la guita si no se puede usar. Como narran los desmovilizados, 'Karina' entre ellos, hay muchas unidades guerrilleras que están pasando hambre.

El tercer hecho tiene nombre propio: Hugo Chávez Frías. De la información hasta ahora conocida de los computadores de Raúl Reyes se desprenden unos hechos incontrovertibles: a) que el Palacio de Miraflores ha mantenido contactos con las Farc a espaldas del gobierno colombiano y ha hecho tratos con ellas; b) que el gobierno de Venezuela sabía que hay campamentos guerrilleros en su territorio y los tolera; c) que las Farc dicen haber entregado dinero a Chávez cuando éste falló en su intento de golpe de Estado; d) que Caracas ofreció y llegó a acuerdos con las Farc para facilitarles financiación y acceso a armamento; e) y que hay una coincidencia estratégica entre la guerrilla y el proyecto chavista. En esa línea, y sin ningún recato, Chávez ha fungido de vocero y canciller de las Farc.

Así, que el Teniente Coronel se mantenga en el poder se traduce en al menos dos cosas esenciales para las Farc: por un lado, contar con una retaguardia estrátegica que proporciona un espacio de descanso y aprovisionamiento vitales para una guerrilla que apenas puede respirar en territorio colombiano; por el otro, tener un aliado que busca para ellos legitimidad internacional y les da interlocución política.

Todas esas conductas constituyen ya no sólo una amenaza, sino una agresión inocultable a la estabilidad del Estado colombiano y a la integridad de su territorio. Está fuera de discusión que esos comportamientos son flagrantes transgresiones del derecho internacional público. Más aun, suponen la violación del estatuto de la Corte Penal Internacional.

Colombia puede decidir no acudir a los tribunales internacionales por motivos políticos o diplomáticos. Puede escoger, por ejemplo, ir por la vía del Consejo de Seguridad. O puede intentar un camino distinto. Al final, lo único que resulta fundamental es que la vía que se escoja conduzca a que Venezuela rompa con las Farc y cese su apoyo a ellas.

Ese es el único camino posible para la paz.

Puntilla: El ex ministro de Hacienda Rudolf Hommes parece sumarse a la lista de quienes creen que la solución del conflicto pasa por la superación de "sus causas objetivas". Vivir para ver.

Noticias Destacadas