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LA PERSISTENCIA

Conscientes de que abrir espacios para debatir ideas sobre la construcción de un país en paz le quita poder a las armas, Alfonso Cano, ideólogo de las FARC, escribe en Semana.Com...

Semana
19 de marzo de 2001

para dar su punto de vista oficial sobre los avances para el proceso luego del Acuerdo de Los Pozos.



Los dos días de estadía del presidente Pastrana en San Vicente del Caguán intercambiando a fondo con el Jefe de las Farc-EP, sobre cómo y en base a qué dinamizar el proceso de reconciliación nacional, son la mejor evidencia de lo trascendente de la reunión y lo oportuno de su realización.

Los planteamientos de uno y otro lado identificados en el objetivo de una Colombia justa y próspera, están aún lo suficientemente distantes como para explicarnos por qué el proceso requiere de tiempo, de tolerancia y sobre todo de manejo cuidadoso para no abortarlo en alguno de los espinosos tramos por transitar.

El Presidente tiene el límite de la institucionalidad, compromisos de gobierno, una particular metodología de aproximación a los problemas y una concepción de la Nueva Colombia para avanzar en sus propuestas. En todo ello mantenemos importantes diferencias.

Así, en esta ocasión, la lucha por mantener el espacio de encuentro por la solución política, fue especialmente intensa porque cuando congelamos los diálogos en noviembre del 2000, exigimos resultados claros y estrategias definidas del Estado frente al paramilitarismo. Transparencia sobre los nexos entre la institucionalidad y las escalofriantes masacres de colombianos inermes, la guerra sucia, los desplazamientos forzados y la usurpación de las tierras abandonadas.

Esas claridades las seguimos reclamando porque los velos levantados dejaron ver el escenario completo tras el atentado al dirigente sindical Wilson Borja, tras el asesinato del senador Manuel Cepeda, tras la condena del general Uscátegui por la masacre de Mapiripán, reforzando la sospecha por la evidente recurrencia que se volvió tendencia: mientras unos criminales reclaman públicamente como propios los diversos asesinatos se ocultan los verdaderos ejecutores de esta demencial estrategia. Así acribillaron a Jaime Pardo Leal, a Bernardo Jaramillo, a los habitantes de La Gabarra en Norte de Santander, a los de Santa Lucía en el Valle del Cauca, así ha sido toda esta historia.

El Presidente fue enfático en reivindicar la estrategia y la acción de su gobierno contra el paramilitarismo y vehemente en su decisión de fortalecerlas...

Se acordó entonces, conformar una comisión de personalidades de la vida nacional que proporcione recomendaciones a la Mesa en torno a este tema que compromete la legitimidad del Estado en tanto los asesinos reivindican su defensa.

Esa misma comisión hará recomendaciones para disminuir la intensidad del conflicto, generando, seguramente, nuevas situaciones. Vendrá la identificación de los temas que pueden incidir en el desescalamiento y será apenas normal que cada quien luche la prioridad de los factores que considere pertinentes.

Sobre la Mesa está el desarrollo de los demás temas acordados por el presidente Pastrana y el comandante Marulanda, también los pendientes desde noviembre anterior, las audiencias públicas, las conclusiones sobre el desempleo, el encuentro con la comunidad internacional, con los dirigentes políticos que han apoyado el proceso, la urgente discusión sobre el intercambio humanitario de los prisioneros enfermos y ese sinnúmero de actividades constitutivas del universo que va cimentando este proceso.

El documento firmado constata las identidades existentes, no los razonamientos y visiones que nos distancian. Es relevante el señalamiento puntual de no oponernos a la erradicación manual de los llamados cultivos ilícitos —nunca lo hemos hecho—, siempre y cuando sea producto de acuerdos con las comunidades. Esto hace inocuo el uso de la parafernalia militar oficial que ostentosa y desafiantemente se exhibe ante un campesinado anhelante de soluciones sociales.

Muy importante también, haber incluido el compromiso por la defensa del equilibrio ecológico, incompatible con las fumigaciones del Plan Colombia que acaban toda vegetación, afectan las aguas, los animales y la salud de la población.

En fin, la presencia en la zona de despeje del presidente Pastrana y el contexto en que se realizó, fueron el mentís de las insidias que la satanizaron. Por el contrario, se fortaleció en beneficio del proceso de solución pacífica de nuestras diferencias.

Parafraseando a un gran revolucionario uruguayo podemos afirmar que estos últimos 15 días de "encuentros y desencuentros del país con la solución política de sus conflictos" beneficiaron a Colombia. El Acuerdo firmado ha generado un positivo sentimiento de avance hacia la paz. Todos nos sentimos satisfechos. Hay que persistir.

Alfonso Cano

15.02.01

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