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La reelección de Ordóñez

De ahora en adelante todas sus decisiones van a ser miradas bajo la lupa de la conveniencia personal, como de hecho ya empieza a pasar con algunas de las investigaciones que tiene a su cargo.

María Jimena Duzán
11 de febrero de 2012

En una entrevista con La FM, de Vicky Dávila, el procurador Ordóñez confesó lo que ya todos sospechábamos: que quiere reelegirse. Sin embargo, esa no fue la noticia que me sorprendió, sino la confesión que hizo, sin ruborizarse, de que ya le había pedido al presidente Santos que lo ternara. Una confesión de esa naturaleza no la había escuchado de boca de ningún procurador y, si en este país las cosas no estuvieran distorsionadas, esa confesión lo tendría hoy en la picota pública y no ad portas de ser reelegido.

La frase es no solo atrevida, sino que demuestra las elásticas fronteras éticas que rodean su gestión como procurador. Lo que hizo Ordóñez fue realmente audaz: le pidió por anticipado al presidente un favor político a sabiendas de que él, como jefe de la Procuraduría, es el encargado de vigilar disciplinariamente a todos los funcionarios que están bajo las órdenes del presidente. Y, al hacerlo, tan descaradamente, comprometió seriamente la independencia de su función porque le dio a entender al país que para él es más importante su reelección que su desempeño como procurador.

De ahora en adelante todas sus decisiones van a ser miradas bajo la lupa de la conveniencia personal, como de hecho ya empieza a pasar con algunas de las investigaciones que tiene a su cargo. Comenzando por la investigación sobre lo que sucedió en la DNE, escándalo que reventó en el gobierno Santos y que, además, compromete seriamente a congresistas, en su mayoría conservadores, quienes podrían ser sus grandes electores. Esa investigación va tan lenta que ya empieza a levantar suspicacias.

La manera directa como el procurador salió la semana pasada a descalificar a su procuradora delegada para Antioquia, cuando esta salió a pedir la suspensión del proyecto vial que busca construir una serie de autopistas en Antioquia, también ha levantado más de una suspicacia. Hay quienes ya están diciendo que detrás de esta desautorización se esconde la intención del procurador de no enfrentarse con las huestes conservadoras del exgobernador Luis Alfredo Ramos, quien es el jefe de varios congresistas que podrían ser sus potenciales electores.

Para no hablar de sus actuaciones en los procesos de la parapolítica que podrían afectar su imagen en el Congreso, que es su elector. Hasta el momento, el procurador ha pedido la absolución de políticos como Javier Cáceres, Humberto Gómez Gallo, Mario Uribe, Álvaro Araújo, Javier Ramiro Devia  y Miguel Pinedo.  En todos esos procesos en que él ha pedido la absolución, la Corte ha condenado. Y a la luz de sus nuevas aspiraciones ya uno no sabe si estas absoluciones son hechas con base en un sustento de investigación o por conveniencia para su reelección.

Pero además al procurador ya se le olvidó su promesa, hecha al siguiente día de ser elegido procurador: la de que iba a proponer una reforma para que el jefe del Ministerio Público no investigara a los congresistas, porque le parecía inconveniente que quienes lo eligieran fueran investigados por él. Pero, por lo que se ve, esta propuesta la ha ido archivando por cuenta de que anda muy ocupado conquistando electores en el Congreso.

La reelección de Ordóñez puede que ya sea un hecho, y pedirle al presidente públicamente que lo terne sea una petición pragmática, que en nada coarta su independencia. Sin embargo, esa desfachatez con que lo hace, atemoriza.

¿Será que el Dios al que él se encomienda todas las noches mira complaciente lo que está haciendo Ordóñez aquí en la Tierra 

CODA: La demanda por injuria y calumnia que ha presentado el empresario Carlos Mattos contra el periodista y escritor Óscar Collazos pretende amedrentar a los medios para que dejen de poner su lupa sobre el controvertido proyecto urbanístico que él tiene en Cartagena, lo cual levanta aún más suspicacias sobre la validez de ese proyecto.