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La ruleta rusa de Barack Obama

McCain nos garantiza un aliado, en caso de que el teniente coronel de al lado decida una aventura militar contra nosotros. Obama ha coqueteado con don hugo.

Semana
1 de marzo de 2008

"Somos un solo pueblo. Nuestra hora de cambio ha llegado", dice Barack Obama, quien después de este martes podría ser el próximo candidato demócrata a la Presidencia de Estados Unidos. Aunque las encuestas de la semana pasada mostraban empate técnico en las primarias de Ohio y Texas, es probable que, después de 11 victorias consecutivas, el momentum que vive el senador por Illinois lo impulse lo necesario para quedarse con suficientes delegados de ambos estados como para tomar amplia distancia sobre Hillary Clinton y decidir así la carrera demócrata. En las huestes republicanas el candidato será McCain, aunque aún Mike Huckabee no haya aceptado su derrota.

El "cambio" ha sido la base de esta campaña, hartos como están los gringos después de ocho años de gobierno de Bush, mediocre, torpe, mentiroso y decididamente inclinado al unilateralismo en materia de política internacional. Obama, hijo de un pastor de cabras de Kenia y una mujer blanca de Kansas, encarna mejor que nadie ese deseo de reforma. Hillary, por el contrario, supone la prolongación de una dinastía en Washington. En ambos casos, sin embargo, se rompen, para bien, las tradiciones, con una mujer y un negro como candidatos. La sociedad norteamericana parece lista para semejante paso.

Aunque republicano, McCain también significa una ruptura. El héroe de Vietnam que, tras ser hecho prisionero y sufrir torturas, rechazó su liberación condicionándola a que sus compañeros salieran también del cautiverio, ha estado situado siempre en el centro del espectro político y lejos de la derecha dura republicana. McCain, por ejemplo, votó a favor de la aceptación de competencia de la Corte Penal Internacional, se ha mostrado preocupado por el cambio climático, se opuso a la explotación de crudo en las reservas ecológicas de Alaska, siempre ha estado abierto a buscar acuerdos con los demócratas en el Congreso y en no pocas ocasiones ha votado con ellos.

Los sondeos muestran que la lucha entre Obama y McCain será durísima y muy cerrada. Una, del USA Today, le da ventaja a Barack 49 contra 45 por ciento de McCain. Pero otra, de Los Angeles Times, trae a McCain ganando 44 a 42. Todas, sin embargo, muestran que incluso entre los demócratas McCain es visto, con un 73 por ciento, como el más preparado para ser el próximo presidente norteamericano. Y tiene una ventaja adicional: el 61 por ciento de todos los votantes tiene una imagen favorable de él. Obama la tendrá más difícil si quiere conseguir votos republicanos. McCain tiene la ventaja de que la objeción de los sectores republicanos más religiosos, que siempre han visto con desconfianza al díscolo senador, será dejada a un lado si se trata de derrotar al demócrata, percibido como abiertamente liberal en materia moral.

Al final, sin embargo, el análisis que importa a los colombianos se debe centrar en quién sería mejor para nosotros. Ambos tienen posiciones parecidas en materia de migración y eso da garantías para que no se persiga a los colombianos ilegales, muchos de los cuales, además, envían remesas que son vitales para sus parientes en Colombia. Ahí no hay diferencias. Tampoco las hay en materia de protección al medio ambiente.

Pero en los otros temas que nos son sustantivos, no dudo en afirmar que McCain da muchas certezas y Obama no trae sino grandes incertidumbres. Para empezar, McCain es un viejo y experimentado experto en relaciones internacionales, que sabe muy bien dónde queda Colombia y cuál es su importancia geopolítica para Estados Unidos. Obama ha dado pruebas de improvisación e ignorancia.

El primero nos garantiza un aliado, en caso de que al Teniente Coronel de al lado decida emprender una aventura militar contra nosotros. Obama ha tenido gestos de coquetería con don Hugo. Pero para no ir tan lejos, baste decir que McCain siempre ha respaldado la cooperación norteamericana como resultado de su corresponsabilidad en materia de lucha contra las drogas y el terrorismo y que en cambio Barack alguna vez votó en contra del Plan Colombia.

McCain ha sido un decidido defensor del libre comercio y ha apoyado sin reservas el TLC con Colombia. El demócrata es proteccionista a ultranza, ha firmado varias cartas en que se opone a nuestro tratado y ha manifestado que no firmará más acuerdos comerciales.

Rodrigo Pardo dirá que son posiciones de campaña. Aunque así fuera, que no creo (las credenciales de izquierda de Obama están fuera de discusión), prefiero la coherencia de McCain en su discurso y en su acción política. Barack es una ruleta rusa.

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