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LA TIERRA PLANA

Antonio Caballero
1 de junio de 1998

Hace unos días renunció a su cargo Thomas McLarty, llamado familiarmente 'Mack', un amigo de infancia del presidente Bill Clinton que, sin más razón que esa, había sido nombrado asesor especial para asuntos de América Latina del gobierno de Estados Unidos. Clinton, en su mensaje de agradecimiento y despedida a su viejo colabora-dor, dijo lo siguiente (cito literalmente la versión en castellano de las agencias de prensa): Es verdad que nadie que yo conozca podría haberme hecho viajar allá abajo tres veces en 12 meses.
Se trata de un chiste, claro: uno de esos chistes obligatorios en los discursos presidenciales norteamericanos. George Bush, predecesor de Clinton, señalaba con dolida sorpresa que sus chistes habían dejado de tener éxito desde que había dejado de ser presidente. Un chiste que, sin embargo, y justamente por venir de un presidente de Estados Unidos, no puede ser considerado inofensivo. Volviendo al caso de Bush: una vez se refirió humorísticamente al entonces presidente de Nicaragua Daniel Ortega llamándolo "ese hombrecito" ("that little man") y la consecuencia inmediata del chiste, más allá de la risa servil de quienes lo escuchaban, fue la guerra civil en Nicaragua. De modo que ojo a los chistes de Clinton.Se trata también, claro, de una simple traducción literal. "Allá abajo" debe ser simplemente "down there", expresión para designar lugares que en principio no tienen por qué tener connotaciones políticas de ninguna índole. "Down there" es sencillamente uno de los varios términos que se usan en inglés para decir "allá". Pero a la vez no cabe duda de que si en vez de estar hablando de su consejero para América Latina Clinton lo estuviera haciendo de su asesor para otro continente (Europa, Oceanía, o inclusive la Antártida) no hubiera dicho "down there", sino "over there". Lo cual, macarrónicamente traducido (traducción de agencia), significa más o menos "allá arriba". ("Up there", en boca de un presidente de Estados Unidos, quiere decir únicamente el cielo donde está Dios).
En resumen: que cuando el presidente norteamericano Bill Clinton hace un chiste de discurso para desayuno en el cual llama "allá abajo", en vez de simplemente "allá" _y mucho menos de "allá arriba"_ a otra región del mundo, y por añadidura lo hace para quejarse _jocosamente, claro_ de que lo hayan obligado a visitarla, la cosa quiere decir que esa región del mundo tan despectivamente nombrada le importa un rábano, en contradicción flagrante con lo que él mismo declaraba cuando la visitaba la semana anterior, por lo visto a la fuerza, para lo de la Cumbre de las Américas. Y quiere decir más todavía: que ni siquiera le importa que sus recientísimos anfitriones de la parte de "allá abajo", que sin duda leerán su discursito, se enteren de su desprecio. Sabe que no se atreverán a rechistar.
¿Y cómo lo sabe? Pues justamente porque acaban de recibirlo en esa solemne Cumbre, y lo recibieron prácticamente de rodillas. La muestra del arrodillamiento es tan simbólica como la del desprecio en el chiste del "allá abajo". Está en el enorme mapa en relieve que adornaba la mesa en que los jefes de Estado de todas las Américas sentaron a Clinton en Santiago de Chile. Era un mapa del hemisferio occidental las dos Américas_ diseñado de acuerdo con lo que los geógrafos llaman "proyección Mercator", que como todo el mundo sabe agranda el hemisferio norte de la tierra a costa de comprimir y aplastar el hemisferio sur. El resultado, sobre el planisferio, es que América del Norte aparece el doble de grande de lo que es, y América del Sur la mitad de pequeña. Con lo cual las dos aparentan tener el mismo tamaño.
La geografía no lo es todo, claro está, y la cartografía aún menos. Pero su importancia es mucha. No es lo mismo decir "allá" desde aquí, que "aquí" desde allá. No es gratuito definir desde allá el aquí como un "allá abajo", ni pintar aquí el allá como un allá más amplio y no digamos ya como un "más allá". Lo que de verdad cuenta en la geopolítica es el "dónde", y sobre todo el "desde dónde". Desde abajo, es decir, desde una posición arrodillada, las cosas que están arriba se ven más grandes, así como desde arriba las que están abajo, arrodilladas, se ven mucho más pequeñas. Es esa doble y mutua deformación de perspectiva la que hace que Clinton vea allá abajo a los demás países de América, y que los presidenticos de todos esos países vean a Clinton como un gran presidente. El mira desde arriba, y ellos desde abajo.

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