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La verdad indigente

Juan Eugenio Ceballos traza un panorama en el que reflexiona sobre algunos de los periodistas más importantes del país por las condiciones de trabajo

Semana
17 de noviembre de 2007

El pasado jueves 4 de octubre en Bogotá, la revista SEMANA entregaba un premio como recompensa al coraje de un periodista, para honrar la memoria del inmolado Orlando Sierra Hernández. Mientras tanto, en otro sitio del país, el sicario que asesinó al informador quedaba en libertad. Por un lado, los periodistas premiando la virtud de la verdad, por el otro, la justicia pavoneando su ineficiencia, su incapacidad y su vicio; así la verdad no encuentra medios para subsistir. Como si hubieran escogido el día para la burla. Que porque confesó el crimen, estudió y se manejó bien, le descontaron el 80 por ciento de la condena. Por eso vivir del sicariato en Colombia paga.

Con el fallo, los de la toga dejaron la verdad en estado de ruina. Sólo lean esto: la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), entre los años 1992 y 2006, contó 98 homicidios de periodistas en el país, tres de esos fallos fueron condenas; de las tres, una fue para el autor intelectual. O no paga ser sicario de periodistas. Además los procesos judiciales por casos diferentes de asesinatos no registran resultados.
 
Algo de eso intuyó Orlando Sierra cuando en su columna ‘Punto de Encuentro’ del 12 de agosto de 2001 en el periódico La Patria de Manizales, escribió: “¿Dios mío, por qué no me hiciste como a tantos de esta tierra, un poco más cobarde y resignado? Yo también lo confieso, le temo al ¡pum!”.

Para Sierra las verdades eran como puños, la corrupción no admitía relativismos. Ninguna verdad los admite. En Bogotá me di cuenta al compartir con algunos de los nominados al Premio Semana, que en Orlando Sierra mataron sólo lo material y que en Colombia se reproducen periodistas que investigan la verdad y la cuentan. Por su misma vocación, sensibilidad y naturaleza rebelde, sienten urticaria cuando se pisotean dignidades, cuando la corrupción excluye a las comunidades de las políticas públicas y cuando se cierran espacios de participación política.

Si es independiente, la obligación del periodista es con su conciencia, y lucha por defender la libertad. No le importa la repartija publicitaria, porque no es vocero del poder, es un permanente crítico al que le cuesta tragar entero. Varios ejemplos: Carmen Rosa Pabón, directora de noticias de La Voz del Cinaruco de Arauca. Desde el año 2002 apareció en una lista negra de las Farc. Cuando terminó la Zona de Despeje –cuenta– la guerrilla voló la subestación eléctrica. Carmen Rosa le abrió el micrófono a la comunidad, entonces la amenazaron. La periodista palpó el miedo y lloró de impotencia. Sus hijos le dijeron que no querían estudiar periodismo por lo mucho que han sufrido. Continúa firme en su labor.

A Winston Viracachá, cuando era corresponsal de Caracol Noticias en Pasto, el 15 de diciembre de 2000, guerrilleros del Frente Comuneros del Sur del ELN, por informar sobre el conflicto armado, le dieron un paseíto obligado de 10 días por la selva; a él le gusta caminar, pero no que le torturen la siquis. Los indígenas del Cauca tienen un Tejido de Comunicación para la verdad y la vida. A Manuel Rozental, primer coordinador, en octubre de 2005 le dijeron que era terrorista internacional y otros que agente de la CIA. Tuvo que exiliarse en Canadá. Ellos, los paeces, no van por ahí repartiendo verdades a tercios: una para los guerrilleros, otra para los paramilitares y otra para la fuerza pública, porque ancestralmente saben que la verdad no tiene dueño.

El 12 de septiembre de 2006 en Yopal, Óscar Medina Gómez quiso, a través de un programa radial, llamar a relación al alcalde Óscar Mariño para que rindiera cuentas públicas acerca de la ejecución de 250.000 millones de pesos. Una coincidencia tal vez sobrenatural hizo que la emisora saliera del aire, el dueño le suspendió el programa y lo conminaron a salir de Yopal con su familia mediante ultimátum con el siguiente tonito: –Usted es el que no deja trabajar perro hijueputa... sépalo y entiéndalo que es la primera vez que lo llamamos pa’ avisale... Usted sabe que tiene dos hijos muy bonitos, deje trabajar hermano. Listo pues, ya sabe. Óscar sentenció: “El día que el miedo le gane a la verdad, nos morimos todos”.

Los periodistas que fueron exaltados en Bogotá por la revista SEMANA, son mujeres y hombres sencillos, que defienden su causa; sensibles, humanos, solidarios, amigables... pedazos de amigos. Lo que hacen es sacar la basura para que la justicia venga y la barra para adentro. Pero les confirmo: en Colombia los periodistas que cuentan la verdad se reproducen y no le tienen miedo al ¡pum!


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