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La verdadera carta de Pastrana

El presidente Santos, que, ustedes se recuerdan, fue ministro de nuestro gobierno, jejeje, pretende ponernos la espada de demóstenes para lograr una paz sin cabos sueltos.

6 de agosto de 2016

La unidad investigativa de esta columna obtuvo copia de la verdadera carta con que Andrés Pastrana pidió rechazar el proceso de paz, y que el Directorio Nacional Conservador mantuvo oculta para no afectar la imagen del partido. La publicamos con los errores de ortografía corregidos.

Señores

Conservadores.

Ciudad.

Apreciados señores:

Redacto esta carta desde Mozambique, y casi no me animo a hacerlo por diversos motivos. El primero es que no sé cómo se escribe Mozambique. Y el segundo es que nos encontramos a bordo de un yate que se mece bastante y escribir en estas circunstancias se me dificulta.

Aprovechando la calma del mar, escribo, pues, esta misiva, para expresar mis puntos de vista ante el directorio, bien sea el conservador o el telefónico, con el fin de que sean tomados en cuenta.

Señores: ante el golpe de Estado contra el orden constitucional y la legalidad que se pretende rematar con un plebiscito espurio, he sostenido que es urgente no solo rechazar el actual proceso, sino averiguar el significado de la palabra espurio, que siempre le oía decir a papá. Y es necesario rechazarlo porque las dudas me embargan. Y si terminan de embargarme, no quedará más remedio que acudir a un préstamo en el Banco Agrario, como solemos hacer en la familia.

Considero que el presidente Santos nos está arrojando contra la disyuntiva de ‘paz o guerra’ impulsado por sus socios electorales, los señores de las Farc. Y nunca antes gobernante alguno había convertido a los señores de las Farc en sus socios electorales. Al menos no sin haberles enviado previamente un reloj como regalo, como yo lo hiciera en uno de los momentos más astutos de mi brillante y espuria carrera política.

Y, sin embargo, el presidente Santos, que, ustedes se recuerdan, fue ministro de nuestro gobierno, jejeje, pretende ponernos la espada de Demóstenes para lograr una paz sin cabos sueltos. Y digo cabos por referirme a cualquier rango militar.

Pero no podemos caer ante semejante trampa. “El diablo está en el detalle”, como bien dicen Damocles y otros pensadores anglosajones desde la milenaria China. Y esta vez “el detalle”, por llamarlo de esa manera, está en la oposición y tiene finca en Rionegro. ¿Por qué no pegarnos a él en lugar de permitir que una persona que no es Andrés Pastrana logre hacer un proceso de paz exitoso?

Papá siempre me decía: Andrés, o lo hace usted o no deja que nadie lo haga. Evoco ese mensaje tierno y espurio en medio de estos parajes paradisiacos que me ayudan a inspirar estas palabras.

Si el presidente Santos quiere que apoyemos su proceso de paz, entonces que lo haga bien.

Por eso yo mismo lo he dicho, y ustedes se recuerdan: cada vez que el presidente Santos lo requiera, Andrés Pastrana estará ahí para dar la receta de cómo se debe sacar adelante, exitosamente, un proceso de paz con la guerrilla de las Farc.

Pero resulta imposible creer en un proceso en que los negociadores, como Humberto de la Calle que, ustedes se recuerdan, hizo parte de mi gobierno, jejeje, ni siquiera han requerido mi consejo para asistirlos: ¿por qué no han despejado todavía un solo kilómetro cuadrado de nuestro lindo y espurio país? ¿Por qué no hay una zona de despeje a la cual pueda asistir el establecimiento colombiano, llámense periodistas, presentadores de farándula, amigos extranjeros, Vicky Turbay y todo aquel que quiera ver de cerca un guerrillero?

¿Quieren hacer un proceso de paz de verdad? Entonces tomen nota: desmilitaricen una zona que mida lo que mismo que mide un país pequeño, como Mozambique o cualquiera de los que quedan en esta zona del Mediterráneo, acá en la China milenaria. Y una vez desmilitarizado, instalen una tarima, convoquen a las fuerzas vivas del país, encabezadas por el baladista Billy Pontoni, y negocien sin puntos concretos un proceso de paz que al cabo de los años se tenga que romper. Y digo cabo por decir cualquier rango militar.

Pero ¿qué se puede esperar de un proceso en que ni siquiera hay una Marbelle que cante en la tarima? ¿Dónde hay ternera y cerveza para compartir con el pueblo como lo hicimos nosotros durante nuestro despeje?

No. El proceso de Santos se reconoce por su improvisación. Y la improvisación es mala, por muy espuria que sea. Así se lo dije al mismo Sergio Jaramillo que, ustedes se recuerdan, hizo parte de nuestro gobierno, jejeje.

Por eso estoy dispuesto a liderar la campaña del No, porque, de todos modos, qué más hago. Estoy harto de hacer crucigramas con mi hermano Juan Carlos. Y necesito tener juego político, en caso de que no consiga que mi amigo Juan Hernández sea el próximo procurador, asunto que todos esperamos porque su mujer ya comenzó a hacer los uniformes que Juan volverá obligatorios cuando dirija la entidad.

Si no es Andrés Pastrana no es nadie. O hacen el proceso de paz conmigo, o lo hacen contra mí. Los señores de las Farc dijeron que aunque gane el No, dejarán la guerra. Y yo creo en su palabra, como siempre.

Les dejo, entonces, esa inquietud, mientras disfruto de los paisajes de esta espuria y luminosa Mozambique, que son muy lindos en general. Y digo general por decir cualquier rango militar.

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