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A la brava

Aún si las autoridades judiciales le dieran la razón, el Gobierno vuelve a apostarle a una ‘paz por decreto’, sin legitimidad ni mayorías sólidas.

José Manuel Acevedo M.
9 de diciembre de 2017

Y se hundieron las circunscripciones especiales de paz. Con un secretario general del Senado recomendando archivar la iniciativa y una bancada conservadora que le sugirió hacer lo propio al presidente del Congreso, resultaba difícil que las cosas salieran de manera distinta. 

Los responsables del naufragio del proyecto no son ni el Centro Democrático ni Cambio Radical, como pretenden hacerlo ver algunos, sino el propio Gobierno que sin mermelada en la olla para raspar, ha sido incapaz de persuadir con argumentos y, por supuesto, los senadores “amigos” que dejaron de ir a la sesión aquella en la que se intentaba conciliar el proyecto de la discordia.

Las patadas de ahogado que han venido después son realmente deplorables pero confirman el estilo del Ejecutivo: hacerlo todo sin legitimidad, por la puerta de atrás, sin consensos ni apego a los procedimientos ordinarios sino con ‘”chabacanería constitucional” como dijo en un trino reciente el profesor Francisco Barbosa, por cierto, defensor del proceso de paz.

Basta con hacer un poco de memoria: a la brava fue que en 2012 archivaron una reforma a la justicia que impulsaron al principio pero de la que al final se arrepintieron y enterraron de manera exótica. A la brava, lograron que el Congreso refrendara un acuerdo que había sido rechazado en las urnas. A la brava, pretendieron que los congresistas no pudieran modificar las leyes y actos legislativos sin permiso del Gobierno. A la brava, querían tramitar un régimen enteramente favorable para las Farc al punto de que ni disidentes ni reincidentes tuvieran exclusiones de la justicia transicional, lo que hubiera quedado aprobado de no ser porque el fiscal y el congresista Hernán Penagos se les pararon en la raya.

A la brava, quieren ahora sacar adelante un proyecto de singular importancia, como el de la representación para las víctimas, pendiendo apenas de un voto y de interpretaciones y mecanismos de resurrección bastante discutibles.

A la brava, el doctor Santos y sus más cercanos colaboradores, siguen sin entender que ‘no es no’ y desafían al Estado de Derecho con ‘presidentadas’ que no tienen justificación.

Este Gobierno continúa obstinado con una implementación sin pedagogía ni sensibilización, sin concentrarse en las bases guerrilleras o en los derechos de las victimas y en cambio creyendo que a punta de leguleyadas obligará a la plena realización de los acuerdos. Como si se tratara de un asunto que pudiera resolverse con un decreto o como si un tribunal, mediante una acción de cumplimiento pudiera decir “a partir de hoy, hágase la paz”.

Tiene razón el constitucionalista Juan Manuel Charry cuando dice que “el déficit político no se arregla con fórmulas jurídicas, pues genera más polarización y desplaza costos políticos a los jueces en injusto desgaste institucional”.

Lamentablemente, a la brava, sin gobernabilidad y sin respaldo ciudadano, terminará su mandato el presidente Juan Manuel Santos que a la brava gobernó y a la brava sigue intentando imponer lo que él y las Farc llaman paz.

Twitter @JoseMAcevedo       

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