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Sobre “la mano firme” y otros golpecitos en el codo

Asegurar que el país está jodido porque las guerrillas lo jodieron, no deja de ser, definitivamente, un chiste.

Joaquín Robles Zabala, Joaquín Robles Zabala
4 de enero de 2016

Para los colombianos que solo conocen la historia del país a través de los noticieros de televisión, el problema histórico que nos tiene jodido ha sido siempre la guerrilla. No vamos a discutir aquí que esta es un factor desestabilizador del orden público y autora de otros hechos condenables, pero asegurar que el atraso del país es culpa de las FARC y el ELN es como intentar justificar el alto precio del galón de gasolina cuando el barril de petróleo está por el piso.

La guerrilla ha sido, desde el punto de vista político, un caballito de batalla entre los numerosos mandatarios que han pasado por la Casa de Nariño en los últimos 55 años. Ha sido la excusa perfecta para implementar el 2 por 1000, el 3 por 1000 y el 4 por 1000, como impuestos transitorios que luego se volvieron permanentes. Ha sido el principal motivo por el cual el servicio militar se convirtió en una pesadilla para los jóvenes pobres que necesitaban la libreta para acceder a un trabajo mal remunerado o tener la oportunidad de ingresar a la universidad. Ha sido el pretexto para que cada año el gobierno de turno haga una reforma tributaria que busca gravar más IVA y sacarle más plata al bolsillo de todos los colombianos. Es la razón por la cual somos el segundo país con el combustible más caro del mundo.

Creo que si esta guerra fratricida solo la pelearan soldados de estratos 5 y 6, se hubiera acabado mucho antes de empezar. El asunto es que está hecha solo para que se maten los hijos de padres pobres, y esto les importa muy poco, o casi nada, a los poderosos del país que solo tienen noticias del conflicto a través de la televisión.

Es muy fácil pontificar sobre la guerra desde la página de un diario o del alto voz del Twitter. Afirmar que tres años de diálogos es mucho tiempo para llegar a un acuerdo, es como creer que se puede reconstruir en 24 horas una ciudad devastada por un terremoto. Para condensar 55 años de desangre en 36 meses, se necesita un gran poder de síntesis. Los odios, rencores y diferencias acumulados a lo largo de cinco décadas no pueden limarse con un apretón de mano de cinco segundos.

Asegurar que las FARC son descaradas porque exigen más de lo que debería dar, es como extrañarse al ver el piso mojado después de la lluvia. Las constantes declaraciones de Iván Márquez y otros comandantes guerrilleros a los medios de comunicación son, en términos retóricos, los 15 minutos de fama de los que hizo referencia Andy Warhol en alguna oportunidad. En el campo democrático es abonar el terreno para su incursión en la política si se llega a la firma del acuerdo final. En la vida profesional significa apuntar más alto para alcanzar la mitad de lo proyectado.

Ahora bien, decir alegremente que el país está jodido porque las guerrilleras lo jodieron, es risible por donde se le mire. La ley 100 de 1993, que ha matado a más colombianos en dos décadas que la subversión en cinco, como dije en alguna oportunidad, no la redactó Marulanda, ni Márquez, ni Timochenko, ni Gabino. Que miles de colombianos no tengan hoy la oportunidad de pensionarse porque el salario básico aprobado recientemente por los empresarios y gobierno no alcanza para cubrir las necesidades de la canasta básica ni mucho menos para pagar arriendo o los servicios públicos, no es culpa de las FARC, ni del ELN o el EPL, pero sí de una dirigencia política que le importa un bledo cuántos niños de la etnia wayúu se mueren a diario de hambre, o cuántos pueblos de la costa norte colombiana no tienen servicios públicos ni agua potable porque no falta el manilarga que se apropie del presupuesto destinado a las obras de infraestructura e inversión social.

No vamos a negar que la guerrilla es culpable de delitos graves, condenables desde cualquier punto de vista, pero echarle toda la culpa por lo mal que está el país no ayuda para nada a la reconciliación ni a llevar tras las rejas a los verdaderos culpables de la hecatombe política y social por la que atraviesan departamentos como el Chocó o La Guajira.

Haber destruido el sistema de salud pública para implementar una salud privada que beneficiara a propietarios de clínicas, amigos y cercanos a nuestros legisladores, no se la inventó la subversión. Que un magistrado, como lo he dicho en este mismo espacio, cobre para fallar una tutela y sea propietario de unas fincas robadas por los paramilitares a un grupo de campesinos, tampoco es culpa de la guerrilla, pero deja ver lo podrido que está el sistema.

Mirar para un solo lado es fácil. Decir que las Farc les están mamando gallo a las negociaciones es una mentira del tamaño de los cerros Monserrate y Guadalupe juntos. Si las FARC no quisieran estar sentadas con el gobierno, lo más seguro es que se habrían levantado de la mesa y la plomacera se habría tomado nuevamente la geografía nacional. Lo que pasa es que la gran mayoría de los defensores de las políticas uribistas cree que la única justicia posible es ver a los comandantes de esa guerrilla vestidos de rayas. Ningún grupo subversivo del mundo, asegura Adolfo Pérez Esquivel, negocia una paz para ir a la cárcel. Es un contrasentido porque el objetivo de la paz es la política.

De manera que afirmar que las FARC desde La Habana les “ordenan” a Santos darle la vuelta a la Constitución para beneficiarlos políticamente, y al ministro de justicia poner en libertad a los 30 subversivos amnistiados porque así lo demanda Timochenko, no deja de ser una especulación que no tiene cabida dentro de los lineamientos del derecho. Asegurar que el presidente tiembla cada vez que Márquez habla y sale corriendo a cumplirle su solicitud, es solo un chiste más de los muchos que se han creado alrededor del proceso. Hay que tener bien claro que ni Santos está dispuesto a negociar la institucionalidad del Estado ni las FARC tienen el suficiente poder para influir en semejante decisión. Ellos, como era de esperarse, hacen sus tiros al aire para ver si, con un poquito de suerte, derriban una palomita que pasa.

En Twitter: @joarza
E-mail. robleszabala@gmail.com
*Docente universitario.

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