Home

Opinión

Artículo

Las frases que decimos

Semana
24 de marzo de 2007

En estas semanas hemos oído hablar casi sin parar de la lengua en la que se habla en España y en la mayoría de los países de América. De lo que se ha publicado en estos días, lo que más me ha llamado la atención es un pequeño artículo aparecido en Madrid en el que se sostiene una tesis fascinante: los que hablamos en español (y en cualquier otra lengua) lo hacemos en un idioma personal, único y característico. Así como las huellas dactilares son distintas incluso entre gemelos idénticos, así mismo cada frase que decimos es una marca de fábrica de cada uno y de nadie más. El habla tiene ADN.

Antes de pasar a dudar de lo que se dice arriba, expongo mejor la tesis, que ha sido desarrollada por un profesor español que trabaja en Nueva York, José Luis Madrigal. Dice el articulista: "Al parecer, todos tenemos un idiolecto absolutamente único. Cada uno de nosotros repite una serie de frases que le son propias, siempre las mismas, y que no comparte con nadie". El profesor Madrigal ha usado esta teoría para resolver problemas de atribución de libros. Famosos anónimos como el Lazarillo de Tormes, o seudónimos que han sido siempre incógnitas como el de ese Avellaneda que firmó un Quijote apócrifo, serían resueltos por él.

Lo que hace este profesor, con la ayuda de programas de computador, es comparar frases del Lazarillo o del Quijote de Avellaneda con el corpus de las obras de algunos escritores de quienes se ha dicho que podrían ser los autores de estos libros. Siguiendo esta técnica, Madrigal sostiene que el Lazarillo lo escribió un humanista toledano, Cervantes de Salazar, autor de una Crónica de la Nueva España. ¿Por qué lo dice? Porque hay en el Lazarillo y en esta Crónica infinidad de frases iguales, comunes, y como cada uno de nosotros habla una lengua única… etc. Y siguiendo el mismo procedimiento halla que Avellaneda es Tirso de Molina.

Otro tema en el que los estudios de Madrigal podrían resultar útiles es en el de los textos dudosos atribuidos a algunos autores, pero que muchos especialistas niegan que sean auténticos. Analizando las frases usadas, el profesor español ha encontrado que una narración cuyo autor era inseguro, La tía fingida, es efectivamente de Cervantes. Hago aquí una digresión. Como yo llevo meses tratando de averiguar si es de Borges un poema que parece que no es de Borges, tengo una amiga, María Ospina, que me asegura que lo es, porque encontró el siguiente verso en Los conjurados, el último libro del argentino: "Ya somos el pasado que seremos".

Pero volvamos a la tesis de Madrigal, ya no aplicada a la literatura sino a la vida entera. Andrés Ibáñez, que es quien cuenta el cuento en el ABC, se pregunta lo siguiente: "¿Será cierto que repito una y otra vez las mismas frases, las mismas expresiones? ¿Será cierto que el 'español' no existe, y que cada hablante de español tiene su propio idioma?" Porque lo que la teoría del ADN del lenguaje significa es que cada uno de nosotros va diciendo durante toda la vida las mismas frases, y que esas frases son típicas de cada cual.

Mi duda más grande es la siguiente: Hay una tesis de la gramática generativa de Chomsky que ha sido casi demostrada: los niños, con el bagaje de lengua que aprenden en sus primeros 3 años de vida, cuando comienzan a hablar de corrido a esa edad, empiezan a producir frases nuevas, absolutamente originales, y que nunca nadie antes había dicho jamás. Pero el problema es este: no sabemos si esta característica se deba a que todos somos muy originales y únicos, o más bien a las propiedades combinatorias del idioma. Es decir, si el español cuenta con ochenta o cien mil vocablos, cuando empezamos a combinarlos en frases gramaticales, y cuantas más palabras se junten en una misma oración, mucho menos probable será que esa frase haya sido dicha nunca antes.

Más que la tesis de Madrigal (que es muy interesante y habría que estudiarla con cuidado) lo más probable es que todos cada día digamos frases nuevas -nuevas incluso para nuestro propio ideolecto-, frases antes nunca dichas ni oídas en los ochocientos años de historia de la lengua española. Madrigal, para demostrar su tesis, busca en Google frases puestas entre comillas y casi siempre encuentra que el resultado es cero. Esto es una demostración parcial, sí, de que la frase es nueva, lo cual no demuestra que nosotros la vayamos a repetir alguna vez a lo largo de nuestras vidas.

Hago un experimento. Cojo mi cuaderno de apuntes y copio en Google una de las últimas frases escritas: "El vecino de arriba toca el violín como quien afila un cuchillo, con una única nota lancinante que me destempla los dientes". Obviamente, el resultado es cero. Pero, ¿qué posibilidades hay de que yo repita esta misma frase en otro escrito mío en el futuro? Creo que la posibilidad sería también cero. Aunque no estoy del todo seguro. Y a propósito, la frase: "aunque no estoy del todo seguro", aparece más de 4.700 veces en Google y ninguna de estas veces la escribí yo.