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Las otras cuentas

Las fuerzas elegidas por el uribismo, el conservatismo y el liberalismo son muy semejantes a las que tenían antes de las elecciones.

Daniel Coronell
11 de marzo de 2006

El gobierno no amplió su mayoría en el Senado, simplemente la mantuvo. 74 de los actuales senadores respaldan al Presidente, con la elección del domingo logra 70. En plata blanca, pierde cuatro. Esto y la apabullante abstención del 65 por ciento, son derrotas claras que el gobierno no reconocerá.

El Partido Conservador, cuyos 18 escaños se han presentado como un gigantesco crecimiento en el Senado, simplemente consolida sus fuerzas bajo una sola razón social y gana una curul. Hoy son 13 los senadores del Partido Conservador, pero para esta elección se integraron a él otros cuatro que estaban elegidos por la Nueva Fuerza Democrática, el Movimiento Nacional y el Movimiento de Salvación Nacional. De 17 pasó a 18, no fue más.

El Partido Liberal, cuyos números son vistos como una debacle, en realidad amplía en dos curules su participación actual y real en el Senado. Las mayorías no las perdió en las elecciones del domingo, sino en la larga ‘lentejización’ de sus miembros durante el gobierno Uribe. Había elegido 29 senadores hace cuatro años, pero entre ellos están varios de los más caracterizados uribistas de hoy: José Name Terán, Aurelio Iragorri, Piedad Zuccardi, Luis Guillermo Vélez y Carlos García Orjuela, entre otros paladines de la lucha contra la politiquería.

Los 17 senadores del Partido Liberal, si se portan como bancada, seguirán siendo la principal fuerza de oposición en el Congreso.
Horacio Serpa gana el derecho a la derrota. Serpa, después de haber obtenido en 1998 la votación más alta del Partido Liberal, tendrá en mayo de este año la más baja de la historia. Haría bien en recapacitar y adherir a Carlos Gaviria que, además de ser mejor candidato, es más liberal que él.

Germán Vargas Lleras, individualmente considerado, es el senador que obtuvo la mayor votación. Poco o nada le ayudó el gobierno para este resultado. Cuando en la noche del domingo Darío Arizmendi le preguntó por la derrota de su partido frente al de Juan Manuel Santos, respondió de manera elocuente: “Perdí frente al Presidente”. Nadie se va a sorprender cuando Cambio Radical se salga de las filas del uribismo.
Juan Manuel Santos se beneficia de una victoria cuyo motor real es el presidente Uribe. Su reto es convertir el Partido de la U en el partido de la S. Vamos a ver qué pasa cuando sea él mismo quien tenga que contarse. Para lograr su victoria electoral no tuvo inconveniente en mantener en sus filas aliados muy cuestionables.

Gina Parody, a la cabeza del más promocionado de los partidos uribistas, no logra llegar individualmente a la votación que obtuvo hace cuatro años para la Cámara por Bogotá. Era una jovencita desconocida con un discurso de renovación. Ahora escogió ser la proa de un barco con algunos pasajeros que no tienen por qué llenarla de orgullo.
Enrique Peñalosa pagó el precio de sus inconsistencias. Su falta de espontaneidad y convicción, sus permanentes cálculos (lista cerrada de partido, pero con foto suya), su escaso sentido del sacrificio, lo bajaron del jet en el que iba y casi de la bicicleta que conserva. La derrota de Peñalosa es una de las más ominosas, porque paradójicamente pierde después de haberse plegado al poderoso. Él tiene virtudes –y en política no hay muertos para siempre–, pero de este golpe le costará levantarse.

David Luna tenía razón en la discusión interna del peñalosismo sobre la adhesión a Álvaro Uribe. Me alegra su elección. Será un gran congresista.
Los trasladados de unas listas uribistas a otras, por sus presuntos vínculos con los paramilitares, salen elegidos. Conservan su curul en el Senado Dieb Maloof, Habib Merheg y Luis Eduardo Vives. Serán representantes a la Cámara Jorge Luis Caballero y Héctor Julio Alfonso, el hijo de ‘La Gata’.

Las expulsadas para conservar la visa del ‘primer primo’ Mario Uribe, se quemaron. Eleonora y Rocío no resultaron elegidas y Mario Uribe logró apenas la mitad de su votación de hace cuatro años. No habría sacado el umbral si no estuvieran con él Miguel de La Espriella y Álvaro ‘El Gordo’ García, quienes curiosamente no ponen en peligro su entrada a Estados Unidos.
Es sano mirar las cifras más allá de la apariencia.

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