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Las torturas en Irak y el cinismo del poder

Carlos Novoa, sacerdote jesuita, investigador y doctor en ética escribe sobre el comportamiento del gobierno estadounidense frente al caso de las torturas por parte de soldados de su país a prisioneros iraquíes, y que él califica como una "grave tergiversación de la conducta humana justa, de cuya validez se nos quiere convencer".

Semana
23 de mayo de 2004

Muy grave es la situación que estamos viviendo respecto a las revelaciones de torturas y asesinatos de prisioneros iraquíes por parte de soldados de Washington. "Asumo totalmente mis responsabilidades pero no sus consecuencias, es la "nueva moral (.)" que se nos quiere imponer y así lo sostiene el secretario de Defensa estadounidense en sus declaraciones: "Yo asumo la responsabilidad plena sobre los delitos cometidos por los militares a mi cargo, pero no voy a renunciar simplemente por calmar las críticas de los políticos". (Periódico The New York Times, Nueva York, 8 de mayo de 2004, primera plana). Asimismo, el presidente Bush afirmó: "He censurado al secretario de Defensa porque no me informó sobre estos desafueros que él conocía y yo ignoraba, pero no le voy a pedir la renuncia porque él es mi hombre de confianza" (periódico The Washington Post, Washington D.C., 6 de mayo de 2004, primera plana).

Ser responsable conlleva abocar todas las implicaciones de serlo; en caso contrario, simplemente se acaba con la responsabilidad y con la ética que en ella se fundamenta. Este principio es capital en la moral y sin él es imposible desarrollar una convivencia humana digna. Esta grave tergiversación de la conducta humana justa, de cuya validez se nos quiere convencer, es todavía peor cuando el estilo del poder estadounidense es tomado como dogma de fe a seguir en tantas latitudes, por ejemplo, en no pocos sectores de la sociedad colombiana. Avivemos nuestra conciencia moral y la de nuestra sociedad y empeñémonos en el cultivo de una auténtica ética en contra de su remplazo por los caprichos de los más oscuros sectores del poder.

Todo esto es aún más grave cuando en agosto del año pasado Amnistía y la Cruz Roja internacionales tenían serias pruebas de todos estos desafueros, incluidos torturas y asesinatos de prisioneros, y las habían comunicado a las altas autoridades gubernamentales de Estados Unidos (cfr. periódico El Tiempo, Bogotá, 3 de agosto de 2003).

Bien sabemos que este asunto de la guerra contra Irak es una creciente montaña de mentiras y violaciones a los mas elementales principios de la ética, los derechos humanos y la legislación internacional. Por todo esto, el papa Juan Pablo II señala que "la guerra contra Irak es injusta, inmoral e ilegal", y cómo "la administración Bush es una democracia imperial".

Connotados analistas subrayan la particular sevicia de las

torturas infligidas a los prisioneros iraquíes. La cultura arabe tiene un altísimo sentido del pudor y es muy sensible a el. Por esto, desnudar hombres, colocarlos así unos encima de otros y todo esto delante de mujeres es una agresión absolutamente exasparente en dicha cultura. Insisten los mencionados analistas que una tortura de este tipo en semejante contexto cultural, no se le puede ocurrir de forma natural a un militar estadounidense en Irak, que es un ciudadano del común. Necesariamente hubo una planeación premeditada de dichos vejámenes por serios conocedores de la mentalidad islámica.

Corrobora lo anterior con mucho la siguiente información: "Las soldadas y soldados estadounidenses obligaron a los prisioneros iraquíes a tener relaciones homosexuales en su presencia. Los militares también tuvieron relaciones sexuales promiscuas entre ellos mismos, hicieron que perros mordieran las llagas y cicatrices de los detenidos y les introdujeron palos por el ano. De la misma manera hubo otra clase de torturas espeluznantes. De estos hechos los agresores tomaron fotos al igual que posando al lado de los cadáveres de los reclusos asesinados por ellos (.) No se sabe si las fotografías son solo en la prisión de Abu Ghraib o si también corresponden a otras cárceles (.) Las fotos fueron tomadas por los uniformados como 'recuerdos turísticos' " (periódico The New York Times, Nueva York, 13 de mayo de 2004, primera plana; cfr. periódico The Washington Post, Washington D.C., 13 de mayo de 2004, primera plana).

En la prisión de la base militar estadounidense de Guantánamo (Cuba), su comandante tiene una lista de "procedimientos de interrogación de prisioneros", los cuales son torturas, y él autoriza ejecutarlas. Estos "procedimientos" fueron copiados para las prisiones de los Estados Unidos en Irak como "procedimientos especiales de interrogación" y han sido aplicados a los detenidos con la autorización del general Sánchez, comandante de las Fuerzas Militares de la superpotencia unipolar en Irak. El Pentágono reconoció el ejercicio de estas prácticas en Irak (cfr. periódico The New York Times, Nueva York, 15 de mayo de 2004, primera plana; cfr. periódico The Washington Post, Washington D.C., 15 de mayo de 2004).

Según expertos en el tema, torturas del tipo de las infligidas por los militares norteamericanos en Irak fueron practicadas por la Gestapo y Stalin (cfr. Time Magazine, New York City, 17 de mayo de 2004, página 42). Muy serios investigadores acerca de la problemática carcelaria concluyen que los abusos se garantizan si tres componentes clave no están presentes:

- Reglas claras.

- Un equipo de administración bien entrenado en estas reglas.

- Una estricta gestión que incluya serias sanciones a los posibles

abusos por parte de quienes manejan la prisión.

Todo indica que nada de esto se cumplió en la prisión de Abu Ghraib, donde el problema no son unas pocas manzanas podridas sino que "la estructura misma esta corrompida", aseveran ellos (cfr. Time Magazine, New York City, 17 de mayo de 2004, página 42). "En esta prisión, oficiales de inteligencia militar ordenaron a los soldados torturar a los reclusos" (periódico The New York Times, Nueva York, 15 de mayo de 2004, primera plana; cfr. periódico The Washington Post, Washington D.C., 15 de mayo de 2004, primera plana).

El secretario de Defensa Donald Rumsfeld dio aprobación indiscriminada para asesinar, torturar, capturar e interrogar objetivos 'valiosos' en la lucha contra el terrorismo. Esta aprobación dada desde el ano pasado recibió la sanción de la asesora de seguridad nacional del presidente George W. Bush. Inclusive Bush fue informado de esto. Esta información, que cita oficiales de inteligencia actuales y pasados a los que no identifica, aparece en un documentado informe de la revista New Yorker, uno de los más respetados y reconocidos medios de información en los Estados Unidos (revista The New Yorker, Nueva York, 24 de mayo 24 de 2004, páginas 38 a 44).

No se compadecen todos los hechos anteriores con las declaraciones de Mr. Rumsfeld cuando visitó la prisión de Abu Ghraib, cerca de Bagdad, el pasado 13 de mayo: "Estados Unidos debe castigar a cada uno de los implicados en estos abusos. El mundo verá cómo un sistema libre, un sistema democrático opera transparentemente sin ocultar nada. Estos atropellos fueron cometidos por una mínima fracción de soldados norteamericanos en Irak. Nosotros velamos para que los detenidos sean bien tratados. Nosotros velamos para que los militares actúen de forma correcta y tengan normas claras y justas de comportamiento y mando" (periódico The New York Times, Nueva York, 14 de mayo de 2004, primera plana).

Traigo un texto sobre todo este doloroso escándalo tomado de un elocuente editorial del periódico El Tiempo de Bogotá: "Las repercusiones de lo sucedido no se limitan, en fin, al mundo islámico. En el campo universal de los derechos humanos, en el que Estados Unidos ha querido erigirse como juez supremo, la pérdida de autoridad también es incalculable. Más aún cuando se revela que la administración Bush sólo reaccionó ante la evidencia irrefutable de las fotografías que le dieron la vuelta al mundo, pero no atendió -es más, despreció de manera olímpica- las denuncias que meses antes habían formulado la Cruz Roja Internacional, Human Rights Watch y otros organismos humanitarios, sobre la práctica de la tortura en las prisiones de Irak. Tal vez esto tenía que suceder" (periódico El Tiempo, Bogotá, 8 de mayo de 2004, editorial).

Continúa el editorial señalando que desde cuando el gobierno de George W. Bush, orientado por ideólogos militaristas como el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Rumsfeld, íntimamente vinculados a las grandes corporaciones económicas de ese país, hizo explícito su rechazo a cualquier norma del derecho internacional, y desde que la forma como Washington libra su guerra contra el terrorismo comenzó a violar todas las normas legales y valores éticos por los que se supone está peleando, un escándalo como el de la prisión de Abu Ghraib estaba destinado a estallar. También indica el editorialista cómo ha salido a la luz que el maltrato de prisioneros no fue una aberración aislada en la prisión de Abu Ghraib, sino que ha sido práctica sistemática en otras instalaciones militares en Irak, Afganistán y Guantánamo (cfr. periódico El Tiempo, Bogotá, 8 de mayo de 2004, editorial).

Esta práctica sistemática es confirmada por un sólido y documentado informe que el periódico The Washington Post publica en su primera plana el 11 de mayo de 2004. Este diario es uno de los más serios, críticos e independientes de los Estados Unidos, y fue el que destapó el escándalo Watergate, que produjo la caída del presidente Nixon, por una situación menos seria que la que estamos viviendo. El rotativo The New York Times publica también en su primera plana el 11 de mayo de 2004 lo siguiente: "En el día de ayer el presidente Bush organizó un estupendo 'show', una gran rueda de prensa, para apoyar al secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld. Afirmó Bush en este show: Mr. Rumsfeld, usted está guiando con gran coraje nuestra nación en esta guerra contra el terror (.) Usted está haciendo un magnífico trabajo. Usted es un excelente secretario de Defensa y nuestra nación le debe estar agradecida".

"En su investigación sobre los abusos en la prisión de Abu

Ghraib, el mayor general Antonio Taguba encontró que soldados de la Policía Militar fueron 'presionados' por oficiales de la Inteligencia Militar y contratistas privados a 'establecer condiciones físicas y mentales para favorecer la producción de testimonios por medio de interrogatorios' a lo detenidos (.) En una declaración juramentada, la soldado Harman dijo a los investigadores: 'El trabajo del soldado Graner y el sargento Frederick para la Inteligencia Militar y otras agencias del gobierno es hacer hablar a los prisioneros'. Su propio trabajo, dijo ella, era presionar a los reclusos manteniéndolos despiertos" (Time Magazine, New York City, 17 de mayo de 2004, página 40).

Desde hace meses, la administración Bush ejerciendo el

terrorismo de estado socapa de combatir a los grupos terroristas, ha declarado de manera unilateral que los prisioneros de guerra que ha trasladado a la prisión de Guantánamo, son "combatientes fuera de la ley" para quienes no se contempla la aplicación de los Protocolos de Ginebra (Periodic The New York Times, Nueva York, mayo 18, 2004, primera plana). Tales Protocolos son la legislación internacional de guerra más recientemente aprobada y que ha firmado Estados Unidos de América, y según estos protocolos, no puede existir ningún prisionero tomado en un conflicto armado sin un status legal definido, como lo está haciendo el gobierno Bush en Guantánamo.

Apoyándose en esta declaratoria unilateral, el poder estadounidense tiene a sus prisioneros en Cuba en una detención

indefinida, incomunicados, sin asistencia legal, sin ningún juicio en curso, sometidos a torturas y en las peores condiciones de vida, como desde hace un año lo vienen denunciando la Cruz Roja Internacional y varios editoriales de los periódicos The New York Times y The Washington Post. Esta práctica del poder imperial norteamericano viola una vez más los principios más elementales de la ética, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y los Protocolos de Ginebra, principios que tal poder alardea defender. Sea el momento de aclarar que cuando me refiero a dicho poder imperial no estoy hablando de todo el pueblo de Estados Unidos de América. Por fortuna, dentro de este pueblo se halla un considerable sector de una gran sensibilidad humana y espiritual y que está en contra de todas estas barbaridades. Por desgracia, también hay un representativo sector de la opinión pública estadounidense que está de acuerdo con la administración Bush y sus desafueros.

¿Qué nos espera a los colombianos cuando cada día que pasa es más evidente que la práctica de las más horripilantes torturas y asesinatos de prisioneros no son casuales sino sistemáticas por parte de la superpotencia unipolar? Recordemos que los oficiales militares de nuestro país se forman en los Estados Unidos y que en este momento hay 500 miembros del ejército de este país en Colombia.

Mr. Bush y los suyos se consideran enviados de Dios y del bien en la lucha contra el mal, arrogándose la más ética y cristiana de las causas. ¿Es ético y cristiano torturar y asesinar prisioneros? Es ético y cristiano luchar contra el terror implementando estrategias de terror? ¿Es un "magnífico trabajo de un excelente secretario de Defensa que afirma asumo la responsabilidad plena sobre los delitos cometidos por los militares a mi cargo"? ¿Todo este escándalo es algo marginal y aleatorio?, ¿O será un síntoma más de la grave decadencia de la "democracia imperial" estadounidense, la cual se nos quiere imponer como el ideal de vida?

Nueva York, mayo, 2004.

*Sacerdote jesuita, investigador y doctor en

ética y ha publicado seis libros.