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Las 'víctimas del año'

Mientras David Murcia se pudre en una cárcel norteamericana, los Nule han conseguido trasladar la justicia colombiana al consulado en Miami.

María Jimena Duzán
25 de diciembre de 2010

En esta Navidad, hay unas víctimas que se han quedado desamparadas. Y no me refiero a las víctimas que está dejando este invierno ni a los cerca de cuatro millones de desplazados que esperan ser reparados de manera integral una vez el Congreso apruebe la ley de víctimas. No. Me refiero a los pobres muchachos Nule, quienes desde su incómodo exilio en Miami -tengo entendido que han tenido que ajustarse a un pequeño departamento de 600 metros cuadrados en Miami Beach- se han declarado víctimas de la corrupción y han señalado al tenebroso cartel de la contratación del Distrito como el ultrajador de sus derechos.

Ellos han tenido la hombría de revelarnos que las razones de su desfalco no tienen que ver con hechos irrelevantes, como que hubieran utilizado los anticipos de las obras para el pago de coimas, como lo reveló hace poco SEMANA, o para la compra de empresas de energía o el montaje de una pirámide empresarial, sino porque ese cartel de contratación los sacó a trompicones de la licitación de un tramo de la 26, cuando solamente tenían un año de atraso en las obras. ¡Qué insolencia!

Para que no nos quede duda de su actitud patriótica, los muchachos Nule se han puesto al servicio de la justicia colombiana, así sea desde ese penoso exilio. El país tiene claro que si lo hicieran desde Colombia, tendrían que hacerlo probablemente desde una cárcel, y esa experiencia podría acabar no solo con sus vidas, sino con sus camisetas polo de Ralph Lauren y con sus zapatos italianos, además de que sus refinados estómagos no podrían resistir ni dos días la rupestre comida que se sirve en las cárceles del país. Someterlos a ese escarnio no solo sería injusto, sino que atentaría contra sus derechos humanos. La Fiscalía, con una celeridad que me ha impresionado, ha entendido la gravedad de la situación por la que atraviesan los Nule, y el propio fiscal Mendoza ha sido el que se ha encargado de ir a Miami a cuadrar las declaraciones de los desamparados muchachos Nule, según lo informó un 'Teléfono rosa' publicado en El Tiempo. Prácticamente nuestra justicia se ha trasladado a Miami en esta Navidad, y lo propio ha hecho la Procuraduría. Tal es la solidaridad que ha generado la difícil situación en que se encuentran estos muchachos barranquilleros que ya se gestó la idea de promover una teletón en Coral Gables para que estos jóvenes puedan comprar sus regalos de Navidad en Saks, como su cuna lo amerita, y no tengan que sufrir la indignidad de tener que entrar por primera vez a hacerlo en JCPenney.

La lucha contra la corrupción no es nueva en la familia Nule. Ellos la han librado a su aire, pero la han librado. A comienzos de 2000, en una finca de Sucre, el tío de Guido se reunió con Mancuso, el empresario Joaquín García y el político Álvaro García. Según varios testimonios, en esa reunión se discutieron los pormenores en que se debería llevar a cabo la masacre de Macayepo. Como tantas otras, esta masacre fue diseñada para poner orden en la región, quitarles las tierras a los campesinos -considerados aliados de las Farc- y poder así impulsar el desarrollo de la región bajo esta alianza con los paras. No lo dijeron de manera explícita, pero esa era su forma de demostrar que estaban luchando contra la corrupción y esa fue la enseñanza que les dejaron a las nuevas generaciones, legado que los Nule jóvenes nunca descuidaron.

Desde que se iniciaron en el mundo de los negocios, los muchachos Nule decidieron que ellos iban a cambiar el paradigma de la corrupción. Si David Murcia cometió el error de hacer una pirámide con el dinero de los pobres, ellos la harían con el dinero de los ricos. El día en que David Murcia fue apresado y sus bienes fueron incautados, los Nule aún tenían su jet privado; Guido todavía hacía fastuosas recepciones en su casa-mansión, a pesar de que los rumores de su inminente derrumbe eran un secreto a voces entre los altos círculos del poder político y económico.

Mientras que David Murcia era extraditado a Estados Unidos de manera exprés y los nombres de sus asesores eran revelados de inmediato por las autoridades, los Nule tuvieron tiempo de traspasar sus endeudadas compañías a nuevos socios antes de que llegaran las superintendencias; contaron con el tiempo necesario para planear su fuga del país sin que hasta hoy se sepan los nombres de sus asesores, de los inversionistas, abogados y financieros que les ayudaron a montar la pirámide. Y mientras David Murcia se pudre en una cárcel norteamericana, los Nule han conseguido no solo trasladar la justicia colombiana al consulado de Miami, sino hacernos creer que los corruptos no son ellos, sino un cartel de contratación del que ellos, hasta hace poco, hacían parte. Lo mínimo que podría hacer la justicia para resarcir los daños que les hemos causado a estos jóvenes que lo han robado todo es otorgarles el principio de oportunidad, que tanto se merecen. Con un palmarés, así los muchachos Nule se han ganado, y con creces, el premio de las 'víctimas del año'.

Coda: ¡Pásenlas por inocentes!