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Lecciones de una reforma

Petro es mitómano, y por eso se le debe creer cero. Ya el expresidente Santos abrió el camino a la mentira impune por parte de un primer mandatario cuando le dijo a todo el país que los asesinos de las Farc iban a la cárcel y que no iban al Congreso.

Francisco Santos
27 de abril de 2024

Lo sucedido esta semana en el Senado deja muchas lecciones sobre las que los partidos políticos, la sociedad, los medios y hasta los activistas debemos aprender. Algunas ya salen a flote y otras tocará esperar, pero con un presidente tan maleable por un lado y tan predecible por otro es fundamental, en cada paso que da, ver qué aprendizaje nos deja sobre cómo piensa, pero sobre todo, cómo actúa.

Lo primero es que Petro no cumple ni años. No pasó un día de la aprobación de la reforma pensional y ya les incumplía a los senadores el acuerdo sobre el tope de salarios mínimos: era 2,3, que obliga la afiliación a Colpensiones. “Voy a pedirle a la Cámara que sean 4”, dijo con todo el desparpajo, sin explicar a los colombianos que eso significa la nacionalización absoluta del sistema de pensiones. Los senadores ya habían comenzado ese proceso de expropiación –lo que finalmente es un robo, pues dejamos de ser dueños de nuestro dinero cotizado– y cayeron como unos idiotas en esa trampa.

La segunda lección es que los ministros son apenas unos monigotes. Lo que dicen los ministros no vale nada y los acuerdos a los que estos lleguen con quien sea, un ciudadano, una corte o unos congresistas no tiene valor alguno, pues todo en este gobierno depende del ánimo o el interés del presidente Petro.

La tercera es que Petro miente con descaro y no le importa. No habrá constituyente, dijo en campaña; Colombia necesita una constituyente, dijo como presidente. Este solo ejemplo, al que se podrían añadir miles más pues miente todos los días, muestra una enfermedad que en términos médicos se llama mitomanía. Petro es mitómano, y por eso se le debe creer cero. Ya el expresidente Santos abrió el camino a la mentira impune por parte de un primer mandatario cuando le dijo a todo el país que los asesinos de las Farc iban a la cárcel y que no iban al Congreso. Ese precedente no lo podemos olvidar, pues abrió las puertas al descaro que hoy vivimos.

Vamos a los congresistas sobre los cuales también hay mucho que aprender. Los senadores liberales Chacón y Roldán, que negociaron el tope de 2,3 salarios mínimos, quedaron como un …lo. ¿No sabían con quién negociaban? ¿Hay algo más? Los de la U, pues casi todos de Córdoba y de la Costa, ya sabemos cómo actúan. No es propiamente por interés de la patria sino razones más prosaicas, digamos, como el bolsillo. La U hace rato dejó de ser un partido, hoy es un negocio político donde, con contadísimas excepciones, el interés económico individual es el que prevalece. Tres conservadores, entre ellos el funesto Trujillo, son ejemplo de la desvergüenza y el negocio. Venden a la mamá, si eso les sirve, y acá actuaron para facilitar el quorum primero y luego a favor del proyecto en contra de las directrices del partido. Esos tres merecen es pasarse al partido de Bolívar, Petro y camada.

Los verdes merecen un capítulo aparte. Su jefe, Carlos Ramón González está en el gobierno en la Dirección de Inteligencia, la DNI. ¿Qué hace ahí? Ni idea, pero es un hombre sin escrúpulos y negociante que se sienta debajo del árbol que más sombra da. Angélica Lozano, quien parece haberle aprendido muy bien, es otra verde que cambia de color según se necesite. Su esposa, Claudia López, quien busca ser presidenta, obviamente le da garrote a Petro, pero ella navega con gran facilidad e hipocresía esas aguas. Ni aquí ni allá. Ni que fuera de la U.

Hay una crítica, válida, por cierto, a los tres gobiernos anteriores, que poco o nada hicieron para mejorar el sistema de pensiones, en especial, los últimos. Uribe quitó la mesada 14, acabó algunos privilegios pensionales, como el de los periodistas, creó Colpensiones y dejó un sistema nuevo que acabó con el ISS, Caprecom y Cajanal, fortines burocráticos de los políticos y del malgasto fiscal. Santos y Duque pasaron en blanco, luego hoy son, de cierta manera, responsables de este desastre que se viene. A todos les faltó quizás ver cómo se financiaba de manera paralela un sistema de subsidio a los viejitos y a los que no alcanzan la pensión, excusa que hoy usan para aprobar esta expropiación de los dineros de los pensionados. Se dieron subsidios, pero una política integral hacia esos grupos poblacionales no la hubo. Hay que hacer la autocrítica.

Finalmente, llega la ley a la Cámara. La ponente es de Urabá, Karen López. Habría que hacer una gran campaña con vallas, pancartas y volantes para que allá se sepa quién les quita la pensión. Igualmente hay que buscar a nueve de los representantes e iniciar esa misma campaña en los municipios donde sacan los votos. Hacer las cuentas y, con el Centro Democrático, los liberales, conservadores y verdes, lograr tres cambios: que entre en vigencia en el 2026, que se baje a 1,5 o 2 máximo el tope salarial y aumentar los impuestos para pensiones por encima de los 10 millones de pesos. La viabilidad fiscal del sistema y la libertad del ciudadano para acudir a los fondos privados deben ser prioridad.

¿Aprenderán los congresistas a entender con quién negocian? Obviamente a unos no les importa, y ya sabemos quiénes son. A esos hay que sacarlos a flote y mostrar sus caras en todo el país. Esto apenas empieza.

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