Home

Opinión

Artículo

Lluvia de candidatos

El título de candidato presidencial le sirve en este momento a cualquiera para cualquier aspiración.

Semana
2 de noviembre de 1992


NO SE SI SE HAYAN DADO CUENTA, pero dos años antes de las elecciones presidenciales ya existen docenas de candidatos a presidente de Colombia, de todos los olores, sabores y colores.
Los que creían, después de la Constituyente, que el país derivaría en un sistema más organizado y civilizado para filtrar aspiraciones presidenciales, están comenzando a llevarse sorpresas. No más la semana pasada se lanzaron tres conservadores, con lo que ya más o menos este partido reúne la nada despreciable suma de 10 precandidatos: Andrés Pastrana, Rodrigo Marín, Juan Diego Jaramillo, Carlos Lleras de la Fuente (que no se sabe si juega en esta lista o en la igualmente multitudinaria del liberalismo), Augusto Ramírez Ocampo, Rodrigo Llorente, Gabriel Melo, Rodrigo Lloreda, Roberto Gerlein, Carlos Martínez, inevitablemente Alvaro Gómez, y me perdonarán si me estoy comiendo algún otro nombre, pero bienvenido sea a la Iista.
En el lado liberal la cosa es parecida: ya han saltado a la palestra Ernesto Samper, Carlos Lemos, Enrique Parejo, Rodolfo González, David Turbay. Y oigan esto: me aseguran que también figura en la enumeración Juan Martín Caicedo que a pesar de su actual bajo perfil "está dispuesto a ir hasta el final".
Y todos estos nombres, sin contar con ministros que también tienen sus corazoncitos apuntados hacia las aspiraciones presidenciales, como indudablemente es el caso de Humberto de la Calle, de Juan Manuel Santos, de Alfonso López, de William Jaramillo, y de Noemí Sanín.
En el lado liberal, el sistema de filtrar tanta aspiración está diseñado que sea la Consulta Popular el mismo día de las elecciones parlamentarias. Aunque eso en principio supondría que sólo llegará un nombre a la primera vuelta, en la práctica no es así. Juan Martín ya ha dicho que va hasta el final, es probable que Enrique Parejo también lo haga y no se descarta la misma conducta de Carlos Lemos, quien ya ha colocado como mojón una diplomática frase que le permitiría en cualquier momento tomar rumbo propio: que se someterá a las reglas del liberalismo si la dirección del partido y el gobierno son neutrales. Dejarán de serlo si a él le conviene ir hasta el final.
Por el lado conservador, existen tres caminos: el de Andrés Pastrana, el de los conservadoes independientes y el de Rodrigo Marín. Los independientes ya resolvieron su problema: harán unas elecciones primarias al estilo gringo, departamento por departamento . Marín también resolvió ya su problema: irá hasta el final, pase lo que pase.
El que no se sabe muy bien qué camino tomará es Andrés Pastrana. Pienso que sería de una gran inmadurez política que no se sometiera a las reglas de la convención, porque es evidente que no lograría darle la pelea al Partido Liberal con el partido Conservador en su contra. Pero lamentablemente Andrés ya ha dado repetidas pruebas de inmadurez política .
La verdad es que lanzarse en este momento como candidato presidencial le sirve tremendamente a cualquiera, así no tenga posibilidad alguna. Por ejemplo, le sirve al que aspira a la vicepresidencia, para que lo noten . Le sirve al que aspira al Congreso, para adquirir estatus. Y le sirve al que ni siquiera aspira a nada, por una razón muy sencilla: a nadie perjudica una derrota en la primera vuelta presidencial, y muy por el contrario, mucho se gana con haber figurado en la contienda. Si llega a la primera vuelta un número de candidatos grande, un tercer puesto convertiría automáticamente a quien lo ocupe en cabeza de la fila para dentro de cuatro años.
La pregunta de los aspirantes en esta primera ronda electoral no es tanto, entonces, qué voy a ganar, sino qué puedo perder.
Tal como están planteadas las cosas, sin embargo, esta explosión de candidatos amenaza con atomizar a los partidos, cuando uno de los propósitos de la reforma constitucional era el de fortalecerlos, a través del sistema electoral de la doble vuelta. Pero a tal punto más bien ha debilitado los partidos, que ya hay incluso, para sumar a la baraja de aspirantes, políticos tan arraigados como Fabio Valencia Cossio y Gustavo Rodríguez Vargas pensando en forma seria, óigase bien, sería, que el futuro no está en escoger como presidente a un político sino a un empresario. Me dicen que hasta el ex presidente Belisario Betancur anda defendiendo la candidatura de un Augusto López, con la tesis de que el próximo candidato conservador debe ser alguien ajeno a las luchas intestinas del conservatismo. "Alguien como fue Mariano Ospina Pérez, empresario de su momento", dicen que dijo.
Si a la primera vuelta llegan por lo menos tres liberales, por lo menos tres conservadores, por lo menos dos del M-19 y por lo menos un cristiano, podrán suceder cosas que nadie anticipa, que no necesariamente apunten hacia el triunfo de un liberal.
Como quien dice, con este nuevo sistema electoral, más que con el anterior, vamos para dos años llenos de sorpresas. -