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LO DE PARDO BIEN PERO MAL

El nombramiento de Rafael Pardo como ministro de Defensa produce consecuencias que el país no ha medido.

Semana
30 de septiembre de 1991

NO ME PARECE QUE EL ACTO DE NOMbrar a Rafael Pardo como ministro de Defensa hubiera requerido del Presidente tanto valor, tanta imaginación ni tanto heroísmo como le han atribuído los medios de comunicación. En momentos parecería como si en lugar de haber reemplazado a ese apacible hombre que fué el ex ministro Botero, Gaviria le hubiera dado el golpe a un Noriega o a un Pinochet.
Hazaña, lo que se dice hazaña, habría sido nombrar en el cargo de minefensa a María Izquierdo de Rodríguez. Pero designar precisamente al hombre que el Presidente puso hace un año ahí para eso, que entrenó para eso, que obligó a familiarizarse con los militares para eso y que ampliamente llena los requisitos necesarios para eso, era apenas normal.
Normal ha sido también la reacción de las Fuerzas Militares a las que, en términos generales, ni extrañó, ni repugnó el nombramiento. Es claro que entre todos los posibles candidatos Pardo les gusta, les inspira confianza y lo han tenido lo suficientemente cerca, en procesos tan delicados como el de la paz con el M19, para saber que el nuevo ministro ni los

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