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Lo del terrorismo

Es posible engañar a unos cuantos todo el tiempo, o a todos durante un tiempo. Pero no es posible engañar a todos todo el tiempo

Antonio Caballero
21 de marzo de 2004

Al condenar los espantosos atentados del 11 de marzo en Madrid, José María Aznar, presidente del gobierno español, dijo la siguiente tontería:

-Ninguna sociedad democrática puede admitir que hay terrorismos de distintos géneros: (todos) obedecen al mismo impulso asesino, destructor y genocida.

¿Tontería? Pero Aznar no es tonto: sus defectos son otros. Tampoco es tonto el primer ministro inglés Tony Blair, que dice lo mismo. Ni el presidente colombiano Álvaro Uribe. ¿Por qué repiten entonces todos ellos la misma tontería de que todos los terrorismos son uno solo? El de la ETA vasca, el de los chechenos contra Rusia, el del IRA irlandés, el de las Farc colombianas, el de la Al Qaeda afgano-saudí, el del Hamás libanés. ¿El de la Fuerza Aérea norteamericana en sus bombardeos sobre Irak, en aquella operación de hace exactamente un año que se llamó "awe and terror"? (literalmente: "pavor y terror") No, no, claro que no: eso no era terrorismo, sino defensa propia. "Ataque preventivo", lo llamó el presidente George Bush.

Ah: será por eso. Lo dicen todos ellos por copiar a Bush, como paticos que aprenden a nadar en hilera en la estela de la mamá pata. Pero tampoco el presidente Bush dice eso porque sea tonto, aunque lo sea; sino porque se lo dictan sus consejeros, que no lo son. Lo dice él, se lo dictan ellos, lo copian los demás, porque creen que decir semejante tontería es el colmo de la astucia. Creen que al decirlo están convenciendo, y engañando, a todo el mundo.

Por supuesto que ellos mismos saben que los terrorismos no son iguales. Volviendo a Aznar: si dedicó los dos días que pasaron entre los atentados del jueves y las elecciones del domingo a mentirle a España entera pretendiendo que los responsables eran los de ETA, cuando sabía ya que eran los de Al Qaeda, es porque sabe de sobra que se trata de dos terrorismos completamente distintos: tanto que si el responsable de la matanza hubiera sido el primero, como se esforzó él por hacer que lo creyeran los españoles, su partido hubiera ganado las elecciones; siendo el otro, las perdió. En parte porque era el otro, sí: ese terrorismo de "defensa propia" de lo árabes que Aznar desafió hace un año acompañando como un patico a la mamá pata Bush en su guerra contra Irak. Pero en parte también, en la mayor parte, porque Aznar intentó ahora engañar a los electores españoles una vez más, mintiéndoles.

Mintiéndoles para asustarlos, y así manipularnos mejor: el habitual recurso del poder para hacerse sentir como necesario. De la misma manera, antes de que la ciencia lograra independizarse de la tiranía de la religión (de cualquiera de las religiones), los sacerdotes de todas ellas trataban de envenenar la conciencia de los creyentes diciéndoles que no era necesario distinguir unas enfermedades de otras porque todas respondían a la voluntad insondable de Dios. No había que saber si esto era un catarro, y esto otro un cáncer, y esto de más allá una herida de catapulta: todo era el mismo mal, y respondía a la voluntad de Dios. Ahora los gobiernos nos dicen que esto no es independentismo de los chechenos, y esto otro no es separatismo de los kurdos, y esto de más allá no es protesta de los indios lacandones en la selva de Chiapas. No. Todo es lo mismo: terrorismo. "El mal", lo llama Bush: "Evil". Y los demás -Aznar y Blair, Putin y Uribe- saltan sobre la palabra y se la aplican a su problema local: "Yo también tengo mi malito, mi evilito".

Pero, como dijo hace más de un siglo otro presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, menos confiado en la virtud de las mentiras que el actual, es posible engañar a unos cuantos todo el tiempo, o a todos durante un tiempo: pero no a todos todo el tiempo. La gente no es siempre tan idiota como los gobernantes creen. Lo acaba de descubrir en España Aznar. Lo va a descubrir el norteamericano Bush dentro de nueve o diez meses. Y también, claro está, lo descubrirá nuestro presidente Uribe cuando salga a reelegirse.

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