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Lo malo y lo peor

(Me entero, tarde, de que esta revista circula después de conocidos los resultados electorales. Sigo pensando lo mismo)

Antonio Caballero
27 de octubre de 2007

De los dos candidatos que tienen posibilidades de ganar la Alcaldía de Bogotá uno es del Polo de la izquierda democrática, y el otro es del uribismo de la derecha eternamente imperante. Por razones de largo plazo, de consolidación de las fuerzas de izquierda en la vida política colombiana, me inclino por Samuel Moreno, el candidato del Polo. Porque estoy convencido de que este país tiene que desembarazarse del centenario imperio de

la derecha, hoy encarnada en el uribismo, para poder respirar. Y el Polo Democrático Alternativo ha mostrado tanto en sus crecientes resultados electorales como en la administración bogotana de Lucho Garzón que constituye una fuerza seria y digna de confianza, y no sólo de esperanza, por primera vez en esa larga retahíla de frustraciones y engaños y promesas fallidas que ha sido la historia de nuestra izquierda. En cambio por razones de corto plazo, de manejo inmediato y eficaz de la ciudad, me inclino por Enrique Peñalosa, candidato de los poderes establecidos. Porque, a diferencia de lo que han mostrado estos a lo largo de la historia, Peñalosa dejó claro en los años de su primera alcaldía que en la desesperada ciudad de Bogotá se podían hacer cosas positivas para las mayorías. Con todos sus defectos y carencias -las convicciones neoliberales, la excesiva fe tecnocrática reflejada en las insuficiencias del TransMilenio (y tal vez el hecho de que se empeñen en llamar "lozas" a las escandalosas losas del sistema haya que achacárselo también a él), la arbitrariedad, el autoritarismo-, creo que fue, en conjunto, un excelente alcalde.

Eso, en lo que toca a las razones por las cuales me inclino por el uno o por el otro. Pero en estas vísperas de dudas electorales suelen ser más importantes los motivos por los cuales se inclina uno contra el uno o el otro de los candidatos en pugna.

Me inclino contra Peñalosa por lo que representa: la derecha uribista. Aunque haya querido presentarse como un candidato "independiente" (y esa es su primera mentira, así haya querido presentarse también como un candidato que dice la verdad), Peñalosa no sólo ha contado con el respaldo explícito del presidente Álvaro Uribe sino que se ha declarado decidido admirador de su persona y de su política: una admiración que me parece mentirosa también, más impostada que real, y se me antoja además resueltamente oportunista. En resumen: Peñalosa me parece un mal candidato.

Lo que pasa es que Samuel Moreno es peor. No por lo que representa, sino precisamente porque no representa lo que dice representar. No es la izquierda, ni es la respiración en la política. En lo personal, es simplemente un tipo simpático -"querido", dicen de él- a la manera de, digamos, Andrés Pastrana: el vacío. Y en lo político es la reedición de la demagogia populista y clientelista de la vieja Alianza Nacional Popular, la vieja Anapo reaccionaria y fascistoide de su muy viva madre María Eugenia Rojas, la autodenominada Capitana del Pueblo, y de su difunto abuelo el autodesignado Jefe Supremo, el ultragodo general golpista que (como ahora el propio Uribe) pretendió quedarse en el poder para toda la vida. La victoria de esas fuerzas políticas bajo el apelativo engañoso de izquierda le haría, creo, más daño a la izquierda que la derrota misma. Cuatro años de mal gobierno de Samuel y de los suyos, además de perniciosos en sí mismos, servirían para desprestigiar por completo al Polo Democrático, borrando con el codo lo que ha conseguido hacer Lucho Garzón en su período (lo cual tampoco es como para tirar cohetes de júbilo, si vamos a ser francos).

Así que considero que en estas elecciones hay que votar, sin entusiasmo, por Peñalosa para alcalde. Y, para el Concejo, por los candidatos del Polo Democrático. A ver si así se logra obtener el resultado casi milagroso de tener en Bogotá un alcalde activo y eficaz controlado por una oposición agresiva.

(Me entero, tarde, de que esta revista circula después de conocidos los resultados electorales. Sigo pensando lo mismo).

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