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LO NUEVO DE LOS NUEVOS

Pero si bien el gobierno ha comenzado a contagiarse de una cierta impopularidad, el presidente conserva una imagen buena.

Semana
5 de noviembre de 1990

Como los eventos del orden público, de la inflación y de las alzas desbordaronal gobierno, podría decirse que la luna de miel con el país se le acabó a la administración Gaviria antes del año que normalmente tienen los gobiernos, previa iniciación del inevitable proceso de desgaste. Esta administración arrancó con demasiado ímpetu, poniendo en práctica el famoso revolcón y la célebre apertura, pisan do los callos a personas, instituciones u organizaciones privilegiadas que se han encargado de echarle leña al desgaste. El error parecería consistlr en es tar aplicando una serie inconexa de medidas de apertura, huérfanas de un plan económico general. Como quien dice, hasta ahora ha habido "aperturistas" sin la gran apertura.

Pero si bien, el gobierno ha comenzado a contagiarse de una cierta impopularidad, el Presidente conserva una imagen buena. Ha demostrado, hasta ahora, ser la persona indicada para el difícil momento nacional, que no pierde la calma y que tiene medida de la proporción de los problemas. Tal vez podría tratar de hablar y de aparecer menos. Pues si bien, a diferencia de Barco, que nunca estuvo en nada, Gaviria está en todo, la sobre exposición es un riesgo innecesario y evitable.

Pero repasemos un poco a sus ministros:
Gobierno: Parece que Julio César Sánchez ha logrado recuperarse después de unos días malucos en los que quedó "enhebrado" en el trance de repartir las gobernaciones con regla de tres. Su carácter extrovertido ya le ocasionó una de sautorización presidencial, pero como ministro delegatario ha mantenido la boca cerrada y el espíritu discreto, por lo que Sánchez está nuevamente en alza.

Agricultura: La ministra María del Rosario Sintes es callada, sumamente competente, y ha dejado muy en claro que no se deja manosear ni de los políticos, ni de los gremios, ni de la prensa. Pero... a veces parecería que no logra asimilar la paquidermia del sector público, cuyo manejo forma parte del curso ministerial. Uno de sus problemas más graves es el de estar colocada en un complicado "sanduche" entre los ministros de Hacienda y Desarrollo, que la "jalan" cada uno para su lado. Lados diametralmente opuestos, desde luego.
Justicia: Hacía mucho tiempo que el país no tenía la sensación de tener piloto en el ministerio de Justicia. Jaime Giraldo Angel no solo sabe de qué está hablando, sino que no rehuye ni los temas ni a los periodistas. Es uno de los dos ministros estrella de Gaviria.
Salud: A Antonio Navarro le va bien. Quienes están cerca dicen que el Presidente le pone muchas bolas y que el ministro de Salud, a Punta de estudiar el tema y de "hacer bien las tareas",ha logrado ir borrando su imagen de ex guerrillero. En el Congreso no lo quieren, y opinan que allá sí no se ha lucido. Lo que más bien habla bien de él.
Relaciones: Al contrario del anterior, a Luis Fernando Jaramillo le va bien en el Congreso. Pero curiosamente, parecería como si no ejerciera el cargo de Canciller, cuando la verdad es que opina sobre casi todos los temas del Estado, y tiene frente a ellos su propia postura. Para describir su situación en una frase, como que más que Ministro de Relaciones, ejerce como Designado.
Obras: Paisa, paisa, en el mejor sentido del término, Juan Felipe Gaviria se las da de primíparo sin serlo. Ha demostrado que le gusta la acción, es ordenadísimo, pero como que no ha arrancado.
Educación: Hombre al que sus cercanos lo ponderan por su buen criterio, Alfonso Valdivieso no se siente. Es como si permanentemente estuviera fuera del país. Fue con Gaviria a México, pero parecería que no hubiera vuelto ni que se hubiera ido. Quizás la culpa de su mimetización la tenga el complicado ministerio que ejerce, que "se lo chupa".
Desarrollo: Hay que aceptar que Ernesto Samper ha manejado con habilidad y discreción su doble condición de ministro y de jefe político, que no es fácil. A veces da la sensación de que no logra acomodarse con los lineamientos económicos que tiene el gobierno. Hasta tal punto, que he escuchado a varios gremios alabándolo como el defensor de la industria tradicional frente a la apertura, y exaltando su papel de especie de "dique de contención" de los coqueteos de la administración Gaviria con la nueva derecha.
Minas: Un super ejecutivo, muy del sector privado, al que, como a la Ministra de Agricultura, también le cuesta trabajo lidiar las ineptitudes del sector público. Luis Fernando Vergara tiene conceptos muy claros sobre las prioridades de su sector, que complementa tomando permanentemente apuntes de lo que escucha. Tiene una ventaja adicional, que no es propiamente política: se parece a Omar Sherif.
Comunicaciones: Alberto Casas fue el ministro al que le tocó la difícil misión de lanzar el primer envión del nuevo gobierno en el campo de la privatización y la apertura. Como que el decreto que tiene tan bravo a Telecom fue una especie de "medición de temperatura" de las modernas reformas que se avecinan. Irónicamente, para una personalidad tan arrolladora como la que tiene en la vida privada, hasido un ministro super discreto que según sus colaboradores, es un enfermo por el trabajo. Dicen que ni duerme ni almuerza...
Trabajo: Gran conocedor, veterano, inteligente y supremamente respetable, a Francisco Posada le tocó en suerte un ministerio complicado. El juicio de su desempeño como ministro, sin embargo, está indefectiblemente ligado al proyecto de reforma laboral que acaba de lanzar. Amanecerá y veremos.
Hacienda: Seguramente me lincharán los colombianos si opino que, no obstante las alzas y el desbordamiento de la inflación, el de gordo bonachón (que el ministro ha prometido que reducirá por lo menos en diez kilos), Hommes es un hombre que sabe un "jurgo" de las materias a su cargo. Tiene una personalidad totalmente profesional y, como no le teme a nadie y ejerce gran autonomía, tiene frecuentes roces con el mundo exterior. No le importan los ideologismos sino los resultados. Como medida de su eficiencia, impuesta por él mismo, figura el reto de controlar la inflación, y me atrevo a asegurar que lo hará, así nos ponga a apretarnos varios puntos más el cinturón y terminemos odiándolo más alla de la antipatía que han generado por ahora las inevitables alzas desatadas por sus determinaciones.
Defensa: el General Oscar Botero, con una honestidad a prueba de fuego, sigue en las mismas que cuando era ministro de Barco, gris, desdibujado y presente en la vida nacional tan sólo a través de los desfiles militares que de vez en cuando transmite la TV.

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