Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Lo que le iba a decir a Lozada

Lozada, comprendo que por su trayectoria para ustedes debe ser más fácil matar y mandar a poner bombas que controvertir con argumentos inteligentes.

Rafael Guarín, Rafael Guarín
4 de mayo de 2017

Me invitaron a participar en un panel en la Feria del Libro con Carlos Antonio Lozada, miembro del Secretariado de las FARC, sobre la famosa “posverdad” y el proceso de paz. Mi primera reacción fue de aversión a sentarme con un individuo responsable de miles de atrocidades. Era una cuestión de higiene. Recordé que se trataba de un terrorista consumado que carga con cientos de asesinatos en su larga carrera delictiva. También que ese individuo no ha tenido tiempo de cambiar la mentalidad del terror por la de la democracia, ni rendido cuentas ante la justicia, menos reparado a las víctimas. Empero, decidí aceptar.

¿Por qué?

Porque un escenario como la Feria del Libro no se puede dejar expósito para la propaganda de un aparato criminal que pretende pasar por representante del pueblo colombiano. Segundo, porque hay que desenmascarar con argumentos la mentira del Gobierno Santos y de ese grupo armado. Y, tercero, porque la tal posverdad es cuentazo utilizado para deslegitimar el resultado del plebiscito del 2 de octubre y resolver la falta de legitimidad del impuesto Acuerdo Santos/Timochenko, una pretensión que no se puede permitir.

¿Qué pasó?

Lozada se “chupo”. Sabía con al menos diez días de anticipación que el debate era conmigo, pero esperó a que se iniciara el evento para engañar diciendo que le habían cambiado a “última hora” el oponente. ¡Se aculilló! ¡Se escurrió! Eso sí, los camaradas de las FARC estuvieron en más de una conferencia “académica” y “literaria” en la Feria, actos todos que tenían una característica, estaban diseñados para que los señores se lucieran, mintieran sin límite y no fuera interpelados. Aparecieron en paneles exclusivamente con áulicos de las FARC o con individuos que posan de independientes pero los ven y se derriten o simplemente son incapaces de disentir de terroristas disfrazados de panelistas.

¿Qué le iba a decir a Lozada?

Utilizar la expresión “posverdad” para pretender que los ciudadanos rechazaron el Acuerdo de La Habana en el plebiscito por supuestas mentiras del NO, es una falsedad. Las urnas reflejaron la repugnancia que la inmensa mayoría de los colombianos sienten por una organización que está asociada a los peores crímenes perpetrados en el continente y la altísima desaprobación que tiene Juan Manuel Santos. No hay que buscar el muerto río arriba. La razón de la derrota está en lo que significan las FARC y el Gobierno para la sociedad.

El presidente se convirtió en un pesado fardo y en un obstáculo para la aprobación popular del Acuerdo. Todas las encuestas demuestran la desaprobación general. Registra más respaldo popular Nicolás Maduro que Santos y el Gobierno en su conjunto no pasa en ninguna asignatura. Los ciudadanos saben que la profesión de Santos no es gobernar sino mentir o que mentir se convirtió en su forma de gobernar. Las propias FARC lo reconocen: en las pomposamente llamadas “Tesis de abril”, documento que establece el marco ideológico que determinará la conformación, organización y línea de acción del partido político de las FARC, ese grupo reconoce en la “tesis 17” que la debilidad del Gobierno Santos es causa del resultado del plebiscito, también que Santos mintió sobre el contenido del Acuerdo para “mejorar sus niveles de aceptación”. No lo digo yo, no lo dice Uribe, lo dicen las FARC.

Por otro lado, hay quienes olvidan que las heridas están abiertas y que el pueblo se indigna cuando criminales como Lozada señalan que lo hecho por las FARC fue una gesta heroica, calificando así la megaempresa de narcotráfico y de masacres con las que azotaron a los colombianos por décadas. Señor Lozada, téngalo claro, para la inmensa mayoría de los colombianos las FARC no son más que un sinónimo del Cartel de Medellín, Timochenko es más parecido a Pablo Escobar que a Fidel Castro y su accionar es igual en barbarie y atrocidad al de las AUC. No hay mayor diferencia entre usted y Mancuso o entre Márquez y Carlos Castaño. Al final, son los mismo.

¿Qué pretendían? ¿Qué los colombianos creyeran en la palabra de Santos? ¿O que aplaudieran y recibieran con los brazos abiertos a los asesinos? El resultado del 2 de octubre no obedece a mentiras, sino a lo que ustedes representan, a lo que ustedes son.

El grave problema de legitimidad que tienen los acuerdos no se resuelve con ficciones como la de la “posverdad”, ni con estafas teóricas destinadas a construir narrativas que desconozcan los resultados en las urnas. Los partidarios de esa visión en realidad son pretenciosos que se creen depositarios de la verdad y que desprecian a los ciudadanos por creerlos manipulables, volubles y estúpidos. Son una clase de iluminados que pretende ver lo que los electores no pueden ver, porque no están capacitados para hacerlo, son ignorantes o incapaces de entender. Es una visión elitista de la democracia que coincide con la base de las posturas racistas que distinguen entre quienes nacieron para gobernar y aquellos que nacieron para ser gobernados. Con esa mentira utilizan los medios masivos de comunicación, al servicio del poder, para construir nuevas “verdades” que falsean la realidad. La mentira es la posverdad.

Finalmente, había un sinnúmero de cosas que Lozada debía responder, hablando de posverdades o posmentiras: ¿Qué pasa con los niños, por qué nos los devuelven? ¿Dónde están las 7000 armas que de acuerdo a la información del propio Santos nunca llegaron a las zonas de ubicación? ¿Por qué no concentraron a los integrantes de las peligrosas milicias, conforme lo obliga el Acuerdo? ¿Cuándo van a entregar las rutas del narcotráfico y a revelar sus socios? ¿Por qué aún no muestran arrepentimiento por sus atrocidades? ¿Cuántas estructuras y hombres tienen en Venezuela? ¿Cuándo van a entregar las cuentas bancarias en el exterior y las millonarias inversiones? ¿Qué hicieron con los secuestrados que nunca regresaron? ¿Y, si piensan mantener milicias en los territorios y ser al mismo tiempo un partido político? ¡Por eso se escurrió!

Lozada, comprendo que por su trayectoria para ustedes debe ser más fácil matar y mandar a poner bombas que controvertir con argumentos inteligentes. Debe ser difícil sentirse interpelado y cuestionado, al fin y al cabo, cuando eso pasaba en un frente o una columna a su cargo, procedía el fusilamiento. Pero, ahora que ustedes dicen querer participar en democracia, les toca. ¡No se chupen! ¡Debatan!

Sígame en Tuiter @RafaGuarin

Noticias Destacadas