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Los endemoniados

No siendo un visitante desprevenido sino un habitante de asiento, se asombra uno al leer a los uribistas. El país que describen, ¿de qué delirio lo sacan?

Antonio Caballero
30 de mayo de 2009

Leyendo a los comentaristas de la derecha -que son legión, como en la parábola evangélica de la piara de cerdos poseída por los demonios-, un visitante desprevenido pensaría que Colombia está gobernada por una extrema izquierda poderosa, tanto armada como desarmada, omnipresente. Que al presidente Álvaro Uribe, acorralado en su palacio presidencial -al que sólo puede acceder a escondidas, por la puerta del sótano-, están a punto de derrocarlo: pues la no reelección para el año 10 y luego para el 14 se presenta como una forma ilegítima de derrocamiento. Que los uribistas -todos ellos pueblo raso como Luis Carlos Sarmiento, sin protección alguna del Estado ni gabelas del Erario- no son perseguidores, como denuncian las víctimas, sino, por el contrario, perseguidos.

Y bueno, sí: los persigue la justicia. Su propio jefe el Presidente piensa que acabarán todos presos, extraditados quizás, y por eso les pide que voten rapidito los proyectos del gobierno, antes de ir a la cárcel. Aunque más que la justicia, que de terna en terna se va volviendo cada día más del bolsillo del Presidente, a los uribistas los persiguen los pecados cometidos. Como a la piara evangélica otra vez, a la que acosaban sus propios demonios. Y de todas maneras, leyendo a esos comentaristas, se pensaría además que esa persecución es inicua, y que lo que hay que cambiar, todavía más, es la justicia.

No siendo un visitante desprevenido sino un habitante de asiento de esta patria uribista, se asombra uno al leerlos. El país que describen ¿de qué delirio lo sacan? ¡Y con qué asombrosa desfachatez escriben, como si no hubieran sido todos ellos funcionarios a sueldo de los gobiernos de Uribe, ministros, embajadores, superintendentes! No se me ocurre ninguno que no haya tenido puesto: Londoño, Plinio, José Félix Lafaurie... Bueno, sí: José Obdulio Gaviria, que se hacía pasar por "consultor externo" para cobrar de una organización internacional y en consecuencia no verse sujeto a incómodos controles e investigaciones de funcionario. Y a propósito de José Obdulio ¿el hecho de que ahora su columna en El Tiempo se titule 'Zona Franca' le garantiza que, como los hijos del Presidente, pague de impuesto de renta menos de la mitad de lo que pagamos los demás columnistas de la prensa escrita?

Pero me pierdo. Hablaba del endemoniado de Gerasa, en la Decápolis, de quien cuenta el evangelista que "día y noche vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras". ¿No les recuerda irresistiblemente al mismísimo dueño de la piara en la encrucijada de su alma, de su alma en llamas, levitando de éxtasis ante el cadáver desenterrado e incorrupto del padre Marianito?

Y para terminar con la parábola, que ya empieza a fatigarnos. ¿Recuerdan los lectores -los fieles- lo que pasó aquella vez en fin de cuentas? Íbamos en que el endemoniado daba gritos, "y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas". Y a Jesús, que le preguntaba su nombre, respondía:

— Mi nombre es Legión, porque somos muchos.

Todos uribistas de racamandaca.

Prosigue el evangelista:

"Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: 'Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos'. Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre...". ¡Ya veo desde aquí a los lectores tratando de identificarlos uno a uno entre los precandidatos, allá va Arias, allá va Santos, y de saber cuál encabeza la carrera! Pero, infortunadamente para ellos, la cosa acabó mal:

"...salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó".

¡Dos mil animales! Se entera de lo ocurrido el presidente de Fedegán, y le da un soponcio.

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