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LOS NUEVOS PAJAROS

En el ultimo mes han sido asesinadas casi un centenar de personas y miles han sido desplazadas. Pero no hay ni un solo detenido.

Antonio Caballero
5 de enero de 1998


Los nuevos pájarosPor Antonio Caballerono se si al comentar las masacres de los paramilitares estoy desafiando la prohibición del gobierno a los civiles para tratar el tema: prohibición que es en sí misma una toma de partido a favor de los asesinos. O si estoy desafiando la de ellos mismos, que han amenazado, sin que el gobierno mueva un dedo para protegerlo, al periodista y asesor de la Consejería de Paz Alfredo Molano. O si estoy perturbando la tranquilidad de espíritu de los lectores, que tal vez quisieran oír hablar más de los banquetes de homenaje que los empresarios le ofrecen al gobernador de Antioquia que de las matanzas cometidas por sus protegidos. Pero estamos nadando en sangre.
En el país entero: de Mapiripán a Dabeiba, de Pitalito a Tocaima, de Ciénaga al Ariari, y hasta en Bogotá, donde los paramilitares asesinaron en su casa a los colaboradores del Cinep Mario Calderón y Elsa Alvarado. En el último mes, casi un centenar de muertos, y millares de desplazados. Ni un detenido. Es verdad que, por fin, el gobierno ha hecho el aspaviento de prestarle atención al tema, anunciando que se dispone a perseguir a los responsables, ofreciendo recompensas por sus cabezas y creando un 'bloque de búsqueda' integrado por el DAS, la Policía, la Fiscalía, la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos (y del cual estará conspicuamente ausente el Ejército). Se habla además de la Sijin, del Cuerpo Técnico de Investigación, de unos 'comandos jungla' adiestrados por el S.A.S. inglés, de helicópteros artillados UH-1R y de aviones de reconocimiento OV-10. Me atrevo a vaticinar, sin embargo, que los paramilitares seguirán sin ser molestados, como siempre.
Porque su historia es larga. Viene de mucho antes de la criminal iniciativa de crear las Convivir que tuvo Fernando Botero cuando era todavía el ministro estrella del actual gobierno. Virgilio Barco, cuando era presidente, y en medio de la matanza organizada de millares de militantes y dirigentes de la Unión Patriótica, los llamó "fuerzas oscuras". Su ministro de Gobierno de la época, César Gaviria, declaró en el Congreso que había en ese momento 150 grupos operando en el país, pero ni entonces ni más tarde, durante su propia presidencia, hizo nada por combatirlos. Tres gobiernos, casi 12 años, decenas de millares de muertos, cientos de miles de desplazados, huidos y refugiados, o quizás millones. Y frente a todo eso no sólo pasividad, sino complicidad de las autoridades civiles y militares (y en algunos casos también eclesiásticas). Complicidad que ha sido denunciada innumerables veces por toda suerte de personas: desde dirigentes de grupos de izquierda o guerrilleros reinsertados que a continuación fueron asesinados hasta el ex embajador Frechette de Estados Unidos (que esperó para hacer su denuncia a haber dejado su cargo), pasando por las ONG de derechos humanos, por la OEA y por la delegada de la ONU en Colombia, Almudena Mazarrasa. Y hasta por la prensa.
Y las masacres siguen, al ritmo de dos o tres diarias. Y los paramilitares, ante la mirada benévola o cómplice de las autoridades, se sienten tan seguros que no vacilan en solicitar personería jurídica para sus organizaciones de sicarios: para las Accu (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá), para las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia). Reclaman también, y van a obtenerlo, estatus de partido político.
Esto ya lo vivimos en Colombia _pues en Colombia las tragedias se viven siempre varias veces, sin que seamos capaces de aprender nada de ellas_. "Autodefensas Campesinas", y hasta "guerrilleros de paz", fueron llamados por sus promotores _las autoridades de la época_ aquellos grupos de asesinos que la gente prefirió llamar "pájaros" y "chulavitas" en los años de plomo de la violencia liberal-conservadora. Recuerdo una frase pronunciada después, ya en la 'concordia' del Frente Nacional, por Gilberto Alzate Avendaño, uno de los más combativos dirigentes conservadores de aquel entonces: "Nosotros soltamos a los pájaros, y después no pudimos controlarlos".
Nunca se puede controlar a los pájaros. En cuanto les empluman las alas y adquieren autonomía de vuelo, vuelan solos: y afilan pico y echan garras. Decir ahora _como dicen las autoridades: lo dijo en la televisión el general Rosso José Serrano, que se está convirtiendo en la máxima autoridad de todas ellas_ que los pájaros de ahora son creación de los narcotraficantes, es una falacia criminal. Sus creadores han sido, además de los narcotraficantes y en alianza con ellos, los terratenientes 'de bien', los ganaderos (que por fin empiezan a percatarse de que "la pobreza no es negocio" ni siquiera para ellos), las autoridades civiles (alcaldes, gobernadores, gobierno central) y las militares. Que al crimen de haberlos engendrado no vengan ahora a añadir el crimen de negar su legítima paternidad. Alzate, por los menos, tuvo la hombría de reconocer su error. Estos de ahora se limitan a copiar el error cometido, sin reconocerlo.
Tal vez piensan, aunque no tengan el valor de decirlo, que no es un error.
Nota: debería comentar aquí, sin pasión, en profundidad y basándome en razones históricas, las palabras de la primera dama sobre sus periodistas favoritos, para contrarrestar la mal escrita y deshilvanada columna de Enrique Santos Calderón al respecto. Tal vez debería incluso darle las gracias a la señora de Samper. Pero no. No puedo sentir ningún halago al verme equiparado a un cortesano mercenario como D'Artagnan en el afecto de los actuales ocupantes de la Casa de Nariño. ¿Tan mal estoy escribiendo?