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Los perdedores de un final feliz

La resolución reconoce la violación de la soberanía ecuatoriana, pero no encuentra responsable a ese país en la presencia de las Farc en su territorio

Daniel Coronell
8 de marzo de 2008

Que sin igual triunfo. Colombia solamente tuvo que ceder en unos pocos puntos. Reconocer que había violado la soberanía de Ecuador con el operativo para eliminar a 'Raúl Reyes'.  Comprometerse a no adelantar, nunca más, una operación similar, a pesar de lo que sostenía el presidente Uribe dos noches antes. Dar su palabra de que no presentará denuncia alguna en contra de Hugo Chávez en la Corte Penal Internacional. Además de prometer que -de ahora en adelante- acordará con Nicaragua, y con una veeduría del grupo de Río, la ubicación de las naves de la Armada Colombiana en las aguas de San Andrés y Providencia.

"Otra victoria como esta y estamos perdidos", sentenciaba Pirro cuando triunfó en una batalla en la que cayó la mayor parte de su ejército.

Uribe recibió los emocionados aplausos de los asistentes a la cumbre. Estrechó las manos de Hugo Chávez y Rafael Correa, a quienes minutos antes señalaba como aliados del terrorismo. Corrió a abrazar a Daniel Ortega, de Nicaragua, el "querido hermano" de 'Tirofijo', y quien -songorocosongo- logró poner el tema de la soberanía del archipiélago en una cumbre de jefes de Estado, citada para otra cosa.

Desde luego, los hinchas uribistas, que son amplia mayoría, estarán casi tan entusiasmados con los resultados como quedó Hugo Chávez, quien alegremente declaró que al día sólo le faltaba una gran fiesta. Muy pocos van a querer leer las conclusiones de la cumbre, como no quisieron leer la resolución de la asamblea de la OEA. Prefirieron, en cambio, reclamarse ganadores porque no incluía la palabra "condena".

Tal vez no se dieron cuenta de que -al igual que las conclusiones del grupo de Río- la OEA reiteró que el territorio de un Estado es inviolable y no puede ser objeto de ocupación, aun temporal, por otro Estado, sea cual fuere el motivo.

Tampoco se percataron de que la OEA descartó de plano cualquier complicidad oficial ecuatoriana, al decir que "el grupo irregular de las Farc se encontraba clandestinamente acampando en el sector fronterizo ecuatoriano".

Es decir la resolución reconoce la violación de la soberanía ecuatoriana, pero no encuentra responsabilidad de ese país en la presencia de hombres de las Farc en su territorio.

De cualquier manera, los que hablaban en contra de la diplomacia del micrófono tendrán que reconocer su error. En unas pocas horas, frente a las cámaras, en vivo y en directo, vimos cómo pasamos de la situación prebélica con tres países a las rendidas muestras de afecto.

En la misma transmisión, supimos para qué sirve un canciller. "Este hombre que recuperó la libertad y la vida, gracias a mi gobierno", hizo un aporte sustancial a la intervención presidencial: "Canciller, ¿cuántos computadores le cogieron a su secuestrador?". El ilustrado jefe de la diplomacia colombiana, sin dudarlo, contestó: "Dos computadores". Con la misma certeza, aclaró que los guerrilleros duermen sin pijama.

Inspira algo de compasión ese Ministro que cuenta anécdotas y pide perdón, por encargo. Pera más lástima da el destino triste de los que estuvieron a punto de hacerse célebres, a costa de la crisis.

Recuerdo, entre otros, a Rafael Guarín, miembro de la comisión de "expertos" designada por el presidente Uribe para demandar ante la Corte Penal Internacional a Hugo Chávez.

Después de haber puesto la mejor cara para la foto con el pabellón nacional a la espalda; de haber concedido conferencia de prensa en la Casa de Nariño; de anunciar que pronto veríamos al jefe de Estado venezolano tras las rejas; se quedó ensayado. No habrá denuncia.

Y es un pesar porque el doctor Guarín es realmente bueno para denunciar. Por ejemplo, cuando era miembro de la campaña de Serpa en el año 2002, denunciaba el movido pasado de Álvaro Uribe y le suministró a un periodista reveladores documentos sobre el tema.

Pero no hay que distraerse en temas menores. Lo más preocupante es que -ante los "magníficos" resultados- ya están programando una nueva cumbre del grupo de Río.