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Los premios Ig Nobel

Sólo falta que Vallejo, que es también pianista aficionado, nos demostrara con palabras que Bach y Beethoven eran unos canallas impostores

Semana
20 de marzo de 2005

Hace unos días un profesor de matemáticas de la Universidad Nacional, Juan Diego Vélez, escribió en El Colombiano un artículo demoledor contra el Manualito de imposturología física del gran novelista (aunque mal físico y peor matemático) Fernando Vallejo. Al final de su reseña, Vélez postula a Vallejo como un buen candidato para los premios Ig Nobel, que son una especie de premios Nobel al revés, no a la destreza, a la creatividad o a la sabiduría, sino a la ignorancia manifiesta, o a las investigaciones risibles, extravagantes, a las que casi nadie les presta mucha atención porque son inútiles, falsas, irrepetibles, o porque simplemente dan risa. Los Ig Nobel se conceden cada año en una solemne ceremonia en la Universidad de Harvard, y muchas veces quienes los entregan son auténticos premios Nobel.

Yo creo que Fernando Vallejo se merece un Nobel, en Estocolmo y en Literatura, pero lamentablemente, también, dos Ig Nobel de risa, en Boston: uno en Biología (por su descabellada Tautología darwinista) y otro en Física, por su reciente defenestración de algunos de los mayores genios físicos y matemáticos de la historia. Yo, sin ser biólogo ni matemático, sé muy bien quiénes saben de biología y de matemáticas, y si sospecho que en estos campos Vallejo sufre de autoengaño y megalomanía, lo creo no por una prueba factual (ya algunos matemáticos han dado varias) sino indicial: no conozco a ningún otro superhombre en la historia de la Tierra que en tan poco tiempo, además de producir una buena obra literaria, haya sido también capaz de demostrar, en pocos años, que cuatro grandes genios en distintos campos del saber son unos farsantes: Darwin, Newton, Einstein y Maxwell.

Sería el primer caso, no digamos de Antioquia, tierra poco fértil en acontecimientos científicos hasta el nacimiento de Vallejo, sino del mundo entero. Sólo nos falta que Vallejo, quien es también un buen pianista aficionado y médico tegua (creyó encontrar una vez una cura infalible contra la diarrea), nos viniera a demostrar ahora con palabras que también Bach y Beethoven eran unos canallas impostores, o que Semmelweiss, Sabin y Crick eran unos imbéciles matasanos, para usar ese insultante lenguaje atrabiliario que tanto le celebra a Vallejo Antonio Caballero.

Pero dejemos de lado a nuestro candidato criollo al Ig Nobel, pues Vallejo una vez sentenció para siempre que nunca discute con nadie que no esté de acuerdo con él. Más bien les cuento, a quienes no lo sepan, algunos de los más célebres premios Ig Nobel que se han concedido en los 12 años de existencia de este tan poco codiciado galardón, a ver si encontramos a otros colombianos que se puedan apuntar a alguna nomination.

Uno de los más recientes Ig Nobel de la Paz se le concedió al señor Viliumas Malinauskus, creador de la Fundación Stalin, que construyó en Rusia un parque de diversiones con el nombre del sanguinario dictador. El año pasado Inglaterra nominó con éxito, para el Ig Nobel de Biología, a un profesor escocés, Bob Batty, quien lleva años estudiando los pedos de las sardinas (entiéndase esta palabra en sentido literal), y sostiene que las burbujas características que emiten estos peces por el ano no contienen mal olor, sino que son una forma de comunicación entre ellas. Otro postulado fue un profesor holandés, Wolter Seuntjens, quien asegura que el bostezo es una forma de seducción sexual.

A veces el Ig Nobel se les concede no a individuos, sino a grupos. El Ig Nobel de Astrofísica del año 2001, por ejemplo, se le concedió a un grupo de teólogos de

Rochester Hills, Michigan, por su demostración de que en los agujeros negros se puede localizar con exquisita precisión el Infierno. Ese mismo año el Ig Nobel de Medicina lo ganó una investigación publicada en The Journal of Trauma por el investigador Peter Barss, sobre las lesiones que produce en los humanos la caída de los cocos de las palmeras; el profesor Barss compartió el premio con una investigación de B.S. Srihari, del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias, de Bangalore, India, quienes tras ardua búsqueda encontraron que el hábito de hurgarse la nariz era muy común entre los adolescentes.

El año pasado el premio Ig Nobel de Economía le fue concedido al Vaticano por un servicio outsourcing de plegarias en la India. Ante la insuficiencia de misas en Estados Unidos, la Iglesia Católica ofrece servicios de difuntos y rezos por las almas de los muertos que pueden realizarse desde lejos, en otros países, concretamente en la India, donde hay más curas que feligreses. Un año antes este mismo premio lo había ganado el reino de Liechtenstein por ofrecer en alquiler todo el territorio del país para eventos sociales y convenciones.

En fin, en el mar de charlatanes e impostores que habitan este mundo creo que es una buena noticia para Colombia que, al fin, después de haber conseguido un único, y ya muy lejano, premio Nobel, pueda aspirar ahora con mucha dignidad y buenas esperanzas de triunfo a un Ig Nobel.

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