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Los ricos también chillan

El presidente siempre ha tenido una gran sensibilidad social: deja buenas propinas a los caddies del Country, por ejemplo.

Daniel Samper Ospina
5 de mayo de 2012

Casi no salgo de mi asombro cuando me enteré de que Roy Barreras había lanzado una novela en la reciente Feria del Libro: Polvo eres y en polvo te convertirás, una obra que, a juzgar por el título, debe estar inspirada en la Cumbre de las Américas. ¿Estamos ante un clásico del erotismo? ¿Es mejor leer la novela o esperar a que salga la película? ¿Habrá chance de que la protagonice Esperancita Gómez? Ojalá: sería la única manera de elevar el tiraje del libro. Y de bajar el de Esperancita.

Esta es Colombia. Roy Barreras decide ser novelista y amenaza con dedicarse a la literatura si le va bien. Oremos, pues, para que fracase como escritor porque si Roy se retira de la política, ¿a quién oiríamos en Hora 20? ¿Quién tendría la talla de un Armandito Benedetti, de un Juan Manuel Corzo, para recoger la presidencia del Congreso?

Para hacer aportes a la literatura universal ya tenemos a doña Amparo Canal, a Jorge Valencia Jaramillo. En cambio, la misión política de Roy es tan importante que en la reciente crisis ministerial algunos decían que podía servir para una cartera.

¿Una cartera con piel de Roy? -protesté cuando lo supe-: ¿dónde están los ecologistas?

Podía suceder porque ya no hay respeto por ninguna especie. Hace poco el rey de España, en una odiosa afrenta a mi familia, apareció orgullosamente retratado al lado de un elefante muerto como si no fuera repugnante exhibir de esa manera a los animales en vía de extinción. Y también a los elefantes.

Pero que los políticos escriban literatura no es una novedad. Angelino también pasó por la Feria para promover su libro, que debe ser de recetas. César Gaviria está reescribiendo Sostiene Pereira. Lucho Garzón hace sus memorias, Confieso que he vivido. Corrijo: Confieso que he bebido. Galat le puso a las suyas Cien años de soledad. Y el Pincher Arias escribe la variación paisa de Crimen y Castigo.

En ese orden de ideas, siempre quise que Juan Manuel redactara la versión criolla de La metamorfosis: la historia de un monstruoso uribista que, tras un sueño intranquilo, amanece convertido en un estadista liberal.

Pero súbitamente comenzó a hacer promesas para repuntar en las encuestas: que iba a regalar 100.000 viviendas, que le iba a bajar 37 pesos a la gasolina, que se iba a poner pantalones de colores serios. Y hasta amenazó, en un discurso con vibrato, que haría chillar a los ricos. Y entonces entendí que el talante de este nuevo Santos no da para escribir un libro sino, como mucho, para inspirar una telenovela: Los ricos también chillan, el drama de un traidor de su clase que vivía con los ojos hinchados de tanto llorar y a quien Álvaro Obdulio, un horrendo villano, trata de separar de Tutina, la heroína, mientras cae en las encuestas. Danilo Santos interpretaría a Juan Manuel, pese a que como actor es una pelota. De hecho, hizo casting para hacer de Wilson, el balón que salía en Náufrago con Tom Hanks. Pero tiene el mismo apellido del presidente y el blower los iguala, y solo por eso merece el protagónico.

Ahora bien: si yo fuera director de Los ricos también chillan acudiría a actores naturales, como hace Víctor Gaviria: filmaría al pobre Luis Carlos Sarmiento chillando a mares porque no le puede meter mano al contenido de El Tiempo, pobre: le gustaría, sí, y está tentado; pero, como cualquier pulpo multimillonario, su compromiso con la verdad está por encima de sus intereses comerciales. O a Carlos Mattos: me gustaría filmar a Carlos Mattos con los ojos rojos mientras chilla en el retrete de cuero porque el gobierno pidió que lo gravaran. Grávenlo: graven a Mattos en el retrete. Y pasen la cinta en También caerás.

El hecho es que el presidente anda un poquito populista, sí: regala casas; critica a los ricos: solo le falta adoptar a una perrita y ponerle Bacatá. ¿Qué pasaría si Petro hubiera hecho esos mismos anuncios? ¿Estamos, acaso, ante la petrificación de Santos? ¿Vendrá, después, la santificación de Petro? ¿Será capaz Petro de echarse Botox y vestirse con pantalones anaranjados para subir en las encuestas?

Santos anda un poquito populista, digo, pero no por eso podemos verlo como un oligarca que cínicamente critica a los ricos. No. El presidente siempre ha tenido una gran sensibilidad social: deja buenas propinas a los caddies del Country, por ejemplo. Y si ahora acude a estas salidas es porque registrar positivamente en las encuestas es tentador. Lo digo porque lo sé. Hace poco hicieron una sobre la popularidad de los expresidentes y mi tío Ernesto quedó de penúltimo, arriba de Pastrana. Tenía el 3 por ciento de aceptación, muy por encima del margen de error. Embriagados de gloria, esa noche celebramos hasta la madrugada; salimos a la calle a echar Maizena. Recuerdo, entre flashes, que yo le hacía quiebres de manga y demás gestos obscenos a los transeúntes, por si alguno era pastranista.

Por eso entiendo que Santos protagonice ahora la telenovela Los ricos también chillan. Es un vulgar actor. Vive maquillado. Obedece a un libreto. Hablo, claro, de Danilo. Juan Manuel, en cambio, es un verdadero estadista a quien solo le falta darle una cartera a Roy Barreras para hacer algo por la literatura colombiana.

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