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Los ricos también donan

Sin embargo, si me lo preguntan, yo prefiero que los ricos ejerzan la filantropía pagando impuestos.

María Jimena Duzán
7 de agosto de 2010

Desde que 40 multimillonarios norteamericanos liderados por Warren Buffet y Bill Gates anunciaron la decisión de donar al menos la mitad de sus fortunas a proyectos filantrópicos, he estado muy pendiente de la reacción que esta noticia pueda provocar entre los ricos colombianos, cuyo altruismo todavía no es su rasgo más relevante. Pero hasta el momento, nada de nada.

Ni Julio Mario Santo Domingo, ni Luis Carlos Sarmiento, ni Carlos Ardila, sin duda tres de los hombres más ricos de Colombia, han abierto la boca. Y por cuenta de su silencio no sabemos si ellos tendrían la idea de hacer lo mismo que los 40 multimillonarios gringos o si consideran la propuesta un "absurdo", como ya la calificó el magnate mexicano Carlos Slim.

En un acto de sinceridad, Slim, considerado por la revista Forbes como el hombre más adinerado del mundo, dijo que para un rico como él resultaba "absurdo" donar la mitad de su fortuna para que la manejara un advenedizo, como proponían Buffet y Gates, y que para eso él tenía sus propias fundaciones que estaban manejadas por personas que él conocía y que eran de su entera confianza. Y aunque no lo dijo textualmente, sí dio a entender que era suficiente con dedicar el 25 por ciento de su fortuna, avaluada en 53.000 millones de dólares, para estos menesteres, y que por favor lo dejaran tranquilo porque a él, más que dar, le gusta hacer e impulsar proyectos productivos.

Aunque Slim es un magnate que ha hecho su fortuna explotando rentas de mercados monopólicos en los países en desarrollo, tengo que confesar que hay en su posición una aversión al asistencialismo, que yo comparto, venga este de donde venga.

Sin embargo, también es cierto que si los ricos colombianos donaran la mitad de su riqueza es mucho lo que se podría hacer con esa plata. Las fortunas de Julio Mario Santo Domingo y de Luis Carlos Sarmiento pueden ser superiores a los 10.000 millones de dólares, y si agregamos la tercera fortuna más grande del país, que es la de Carlos Ardila Lülle, podríamos estar llegando a una suma de no menos de 15.000 millones de dólares. Suponiendo que donaran la mitad de esa cifra, estaríamos hablando de 7.000 y pico de millones de dólares que el país y el nuevo gobierno del presidente Juan Manuel Santos podrían utilizar para rellenar mucho hueco que dejó destapado el gobierno Uribe.

Con ese dinero, el nuevo gobierno de Santos podría sufragar el déficit en salud, estimado en 990.000 millones de pesos para este año -cerca de 500 millones de dólares-, y se podrían pagar los 250 millones de dólares que el Estado les quedó debiendo a los hospitales desde el año pasado.

La donación no sería nada despreciable: sería equivalente a todo lo que entró al país en materia de inversión extranjera el año pasado y a la mitad de lo que se exportó en petróleo y carbón.

Sin embargo, si me lo preguntan, yo prefiero que los ricos ejerzan la filantropía pagando impuestos. El costo fiscal para este año por cuenta de las gabelas tributarias que se les han dado a los ricos fue de ocho billones de pesos, es decir, cerca de 4.000 millones de dólares, que vendrían a ser la mitad de los 7.000 millones de dólares que los ricos más ricos de Colombia podrían donar si quisieran.

Y para que no me tilden de aguafiestas ni de mamerta, les aclaro que la idea no es mía sino de un rico: de Warren Buffet. El multimillonario norteamericano en una polémica entrevista aceptó hace unos años que él pagaba menos impuestos que su empleada doméstica, y que era el colmo que el sistema fiscal de los Estados Unidos beneficiara a los más ricos en perjuicio de las clases medias y bajas. "Los ricos deberíamos pagar más impuestos", fue su histórica frase.

Yo estoy de acuerdo con Buffet. Que no nos donen nada, pero que paguen impuestos.