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¿Los VANT contra el terror o el terror de los VANT?

Un estudio estadounidense da la razón a los escépticos de los vehículos aéreos no tripulados y debería servir de advertencia a los militares respetuosos de un Estado de derecho.

Semana
16 de octubre de 2012

Los VANT son vehículos aéreos no tripulados dirigidos desde la distancia, que desde los años 90 son utilizados cada vez más frecuentemente en conflictos armados; en principio, fueron usados sólo con fines de vigilancia, pero desde el 11 de septiembre de 2001 también como arma para matar a miembros de Al Qaeda. Desde su primer uso como arma durante el gobierno de Bush en octubre de 2001 en Afganistán, los EE.UU. han aumentado su arsenal de 167 a más de 7.000. Al final del mandato de Bush, en enero de 2009, los EE.UU. habían conducido entre 45 y 52 ataques con VANT. En los tres años y medio de gobierno del Presidente Obama, su empleo fue quintuplicado, llegando a 292 utilizaciones. Durante el gobierno de Obama, también se cambió el centro del ataque; se pasó de los llamados ataques “personality” a los “signature”. En los primeros, los blancos son los presuntos líderes de grupos armados no estatales; en los segundos, los objetivos son, en su mayor parte, presuntos grupos terroristas, aunque al respecto no es claro con qué criterios son determinados estos grupos con precisión. Si se da crédito a la narrativa oficial del gobierno de los EE.UU., los VANT son armas de la mayor precisión quirúrgica que nunca yerran el blanco, siendo el blanco lo que previamente fue divisado como enemigo terrorista. El principal asesor en seguridad de Obama, John O. Brennan, ha afirmado, aún en junio de 2011, que gracias a la gran precisión de los VANT no ha existido ni un sólo daño colateral. En su primera defensa pública de su utilización el 30 de abril de 2012 insistió Brennan en que la “asombrosa” y “quirúrgica” precisión de las armas ofrecerían una posibilidad única para „diferenciar entre terroristas de Al Qaeda y civiles inocentes“.

Un estudio aparecido recientemente de las Universidades estadounidenses Stanford y Nueva York (“Living under Drones”, Septiembre 2012) sobre la práctica y consecuencias del uso de VANT en Waziristán, una región de montaña en el noroeste de Pakistán en la frontera con Afganistán, zona de retirada de Al Qaeda y lugar principal de ejecución del programa VANT estadounidense, contradice la versión del gobierno de los EE.UU. Los autores muestran con base en una investigación de nueve meses, que incluyó estudios de campo y más de 130 entrevistas a víctimas, testigos y expertos, que el empleo de VANT no sólo causa numerosas víctimas civiles, sino que de ningún modo sirve a una lucha eficiente contra el terrorismo. Comparando los datos disponibles de fuentes independientes sobre el número de víctimas, el estudio concluye que entre junio de 2004 y mitad de septiembre de 2012 de 2.562 a 3.325 personas fueron matadas por VANT; entre ellos de 474 a 881 habrían sido civiles, de los cuales 176 niños. Según el estudio, los VANT sobrevuelan la región 24 horas diarias y atacan sin previa advertencia viviendas, vehículos o lugares públicos. Ellos aterrorizan a la población, diseminan el miedo y causan traumas psicológicos. Pero también la eficiencia de los ataques con VANT es puesta en duda, dado que sólo el 2% de los muertos pertenecerían a la cúpula de Al Qaeda y su uso habría facilitado el reclutamiento de nuevos combatientes. Por último, esa práctica socavaría la vigencia del derecho y podría constituir un peligroso precedente para el uso de VANT por parte de otros gobiernos con menor control democrático que los EE.UU.

El estudio da la razón a los escépticos del empleo de VANT como arma de guerra. Refuta el argumento de su precisión quirúrgica, mostrando que tanto en la selección del objetivo por parte de los servicios secretos como en su ejecución por parte de los militares pueden ocurrir graves errores que conducen a la muerte de inocentes. La propensión al error es reforzada por la indeterminación de los blancos “signature“ y la tendencia a la inversión de la carga de la prueba, pues no debe ser probado que los objetivos son combatientes terroristas activos, sino que es suficiente la sospecha de que no se trata de civiles inocentes. Finalmente, en relación con las consecuencias sobre la población local el uso de VANT se muestra no sólo objetable éticamente, sino también estratégicamente contra-productivo, porque refuerza el resentimiento contra los EE.UU, facilitando así el reclutamiento de nuevos combatientes.

Desde el punto de vista jurídico, el estudio confirma la opinión de quienes consideran el empleo de VANT en la forma practicada por los EE.UU. contrario al derecho internacional. En tiempos de paz, el asesinato selectivo por medio de VANT (o por otros medios) representa una ejecución extrajudicial que evidentemente es contraria a los derechos humanos. Un Estado de derecho puede matar a los criminales sólo en situaciones de excepción análogas a la legítima defensa; por regla, debe llevarlos ante la justicia y juzgarlos en un proceso con las debidas garantías. En tiempos de guerra, -si se acepta una “guerra” (desde el punto de vista jurídico, con mayor precisión, un “conflicto armado”) entre los EE.UU. y Al Qaeda- según el derecho internacional humanitario aplicable sólo es admisible el asesinato selectivo de combatientes (de facto), debiéndose diferenciar con precisión entre éstos y los civiles (principio de la diferenciación). Sin embargo, ser “combatiente“ presupone más que la mera pertenencia a una organización terrorista, a saber la participación activa en las hostilidades (contra los EE.UU.). Además, el empleo de VANT debería ser proporcional, lo que en vista del alto número de víctimas civiles es más que dudoso. Los daños colaterales civiles son, en principio, solamente admisibles, si prometen una ventaja militar –principio de la necesidad militar- y están en una adecuada relación con los objetivos militares perseguidos. Sin embargo, cuando, como demuestra el estudio, sólo una pequeña parte de los líderes “terroristas“ es tenida por blanco y además el uso de VANT es contra-productivo desde el punto de vista militar y estratégico, porque sólo atiza el resentimiento de la población local y conduce a un aumento del reclutamiento de nuevos combatientes, no puede apreciarse una ventaja militar bajo una consideración general. Además, los resultados del estudio indican que los EE.UU. ya en la selección del objetivo no diferencian con suficiente precisión entre civiles y “combatientes“ y también que en su ejecución con ligereza aceptan víctimas civiles. Esto confirma en definitiva la conocida crítica contra los VANT de que la falta de cercanía (humana) entre quien dirige el VANT y la víctima reduce al mínimo los frenos inhibitorios de matar. Esto vale con mayor razón para los VANT “con autonomía letal“ de la generación futura. Por todo ello, para las fuerzas armadas de un Estado de derecho sólo puede concluirse: ¡“basta de uso de VANT como armas“!

*Catedrático de Derecho Penal, Derecho Procesal Penal, Derecho Comparado y Derecho Penal Internacional en la Georg-August-Universität Göttingen (Alemania) y Juez del Tribunal Estadual (Landgericht). Traducción del alemán de Ezequiel Malarino (Göttingen/Buenos Aires).

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