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Los Verdes tienen la llave

Tanto el centro como la izquierda tienen mucho espacio para crecer políticamente en esta coyuntura, si es que les creemos a las encuestas.

Marta Ruiz, Marta Ruiz
4 de agosto de 2013

Antonio Navarro tiene razón cuando dice que en el 2014 la centro-izquierda tiene opciones de ganar la Presidencia. La encuesta de Ipsos Napoleón Franco publicada el viernes pasado por RCN y SEMANA rompe el mito de que estamos condenados a elegir entre dos Santos. La izquierda, en todos los escenarios, aparece mejor posicionada que el uribismo para disputarle el poder a Juan Manuel Santos, si es que decide aspirar a la reelección.

Si las elecciones fueran hoy, Santos, como es lógico, aparece como eventual ganador, pero con números muy precarios, lo que demuestra que el presidente no la tiene fácil para imponerse en una primera vuelta: su favorabilidad no supera el 50 % (49 % en esta encuesta) y el 60 % de colombianos se opone a su reelección.

Pero si Santos no suscita entusiasmo, su primo Francisco Santos lo despierta mucho menos, pues apenas marca el 15% como candidato preferente de la derecha, contra el 22 % de Antonio Navarro y el 19 % de Clara López. Y cuando se le pregunta a la gente por su intención de voto, la izquierda ocupa de nuevo el segundo lugar, y el uribismo el tercero. Y eso que Pacho Santos ha recorrido el país de la mano de Uribe y está haciendo una agresiva propaganda con vallas, mientras sus contrapartes ni siquiera se han lanzado al ruedo: Navarro no está oficialmente en campaña y Clara López todavía está convaleciente de una delicada cirugía.

Que a la izquierda le vaya bien en la opinión es toda una hazaña si se tiene en cuenta que Bogotá todavía no se recupera del desfalco que auspiciaron Samuel Moreno y su familia (que eran militantes del Polo) y que el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro –de Progresistas–, se debate hoy entre la destitución y la revocatoria, y es más impopular que el propio Santos.

Esta encuesta debería empujar a los dirigentes del Partido Verde a resolver los dilemas en los que están inmersos, pues ellos se proyectan como el nodo de una alianza más amplia e incluyente que puede sacar de la abulia esta campaña presidencial.

Navarro y sus Progresistas se la han jugado a fondo por una unidad, incluso orgánica, con los Verdes. Pero los acercamientos y un acuerdo que estaba bastante cocinado han quedado en salmuera tras el conato de crisis en ese partido. Entre los verdes hay por lo menos un sector, el que lidera Alfonso Prada, que aspira a que apoyen la reelección de Santos, profundicen su participación en la Unidad Nacional y se integren al Partido Liberal. Prada es una minoría, pero siendo los verdes como son, una confederación de tendencias, cualquier cosa puede pasar.

Si, contrario a lo que busca Prada, los verdes se salen de la Unidad Nacional –aun sacrificando a algunos de sus miembros–, si Alonso Salazar finalmente acepta la presidencia de ese partido –y con él Sergio Fajardo– y si se confirma la unidad con los Progresistas, estaríamos hablando de una agrupación con una influencia nada despreciable en el país y con opciones reales de jugar duro en la contienda del año entrante. El mecanismo para definir candidato hasta ahora parece ser una consulta amplia donde participarían, además de Navarro, Enrique Peñalosa y figuras relativamente nuevas en las lides electorales como el exministro José Antonio Ocampo, e incluso, los indígenas.

Un escenario así, que no es imposible, sería doblemente potente con el concurso del Polo Democrático y de otras fuerzas como la UP y Marcha Patriótica. Pero quizás es pedir demasiado. La convergencia con el Polo Democrático de Clara López es improbable dado que los rencores del pasado siguen vivos. Hay que recordar que tanto los Progresistas como Marcha Patriótica hicieron parte del Polo hasta hace poco, y el divorcio fue muy doloroso para todas las partes.

Para el Polo, además, la unidad pasa por un riguroso examen ideológico en el que se rajan los verdes, que no tienen un ápice de disciplina leninista y son en toda la expresión del término, impredecibles. Y finalmente porque la tradición del MOIR se ha impuesto en el Polo y ello significa que se ven más como una fuerza de oposición que como una alternativa de gobierno y en ese sentido el mayor esfuerzo lo aplicarán, seguramente, para llegar de manera holgada al Congreso.

De cómo los verdes resuelvan sus contradicciones internas depende en buena medida que haya un candidato con posibilidades de ganar y que saque el debate del falso dilema en el que se encuentra, de que es Santos o Santos.
Tanto el centro como la izquierda tienen mucho espacio para crecer políticamente en esta coyuntura, si nos acogemos a las encuestas. Lograrlo, sin embargo, requerirá de una dosis generosa de grandeza, desprendimiento y visión de futuro por parte de sus dirigentes. Ese es el problema.

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